Hipercolesterolemia familiar
Una
de las principales causas de muerte en la población adulta, es la enfermedad
cardiovascular (ECV) por placas de grasas (aterosclerosis). Si bien las
manifestaciones clínicas predominan en la edad adulta, la investigación, en los
últimos 40 años, indica que el proceso aterosclerótico comienza en la infancia;
y progresa durante toda la vida.
Para
el desarrollo de esta condición existen como factores predisponentes una
alteración genética (hipercolesterolemia) de transmisión familiar, que puede
establecer un riesgo mayor al de la población habitual; y por otra parte, la
influencia de condiciones ambientales y de aporte (como obesidad, sedentarismo,
hipertensión, tabaquismo y diabetes), exacerban o intensifican la evolución de
la enfermedad, con formación de placas de grasa en el interior de los vasos
sanguíneos, durante la adolescencia y juventud, para condicionar enfermedades
en etapa adulta por obstrucción arterial.
En
el cuerpo existen muchos tipos de grasa -predominando en mayor proporción el
colesterol-, que son necesarias en todos los tejidos para mantener sus
membranas celulares y poder organizar su estructura interna, además para la formación
de hormonas esteroideas. Estas grasas (llamadas también lípidos) no son
solubles en el plasma y requieren de transportadores específicos conocidos como
lipoproteínas que se clasifican de acuerdo con su densidad
Para
el empleo del colesterol por los tejidos, se requiere que exista un control
adecuado entre su producción dentro de la célula y su consumo a fin de evitar
su exceso. Esa cantidad se determina por la cantidad de colesterol formado en
el interior de la célula y por la captación del colesterol que reciben. En la
medida que disminuye la formación de colesterol en el interior de la célula, se
incrementa la captación celular de colesterol por activación particular de
varias sustancias especiales para identificarlo, encapsularlo, introducir y
liberar en el interior de la célula.
Con
la hipercolesterolemia familiar (HF) existe una deficiencia genética en el
control interno celular que condiciona que el colesterol no pueda ingresar a la
célula y que dentro de la célula se incremente su producción, además de no
permitir el ingreso y disminución de las lipoproteínas de baja densidad (LDL),
que conduce a un mayor número de ellas en la circulación, favoreciendo su
penetración y acumulación en la pared de las arterias, se oxidan y causan una
reacción inflamatoria localizada con lesión del vaso sanguíneo y, formación de
la placa endurecida de grasa. Esta condición está presente desde edades
tempranas sin asociar alteraciones sintomáticas específicas, pero ya constituye
un factor de mal pronóstico -comparativo a la población normal- para
desarrollar ECV.
Cada
minuto nace un niño con HF en el mundo (prevalencia de 1 por cada 250-500) que
lo establece como un trastorno hereditario frecuente en cualquier población,
estimando que puede haber entre 14 y 34 millones de casos en el mundo y, que
menos del 10% están ya identificados y tan solo el 5% de ellos son tratados de
manera adecuada, dejando al resto de los afectados en condición de manifestar
ECV en edades tempranas de la vida adulta o durante la juventud.
Los
que padecen HF tienen cien veces más posibilidad de desarrollar ECV prematura
comparado con la población normal. Se calcula que el 85% de los hombres y el
50% de las mujeres presentarán algún episodio coronario antes de los 65 años de
vida si no reciben un tratamiento adecuado; por ello, el diagnóstico y
tratamiento precoz son importantes para su pronóstico y evolución a largo
plazo. Es una enfermedad que el pediatra puede detectar para beneficiar la
salud futura del paciente en etapa adulta.
A
pesar de tratarse de una enfermedad con alteración genética (no corregible) la
HF es una condición tratable y controlable en la que es fundamental el
diagnóstico correcto y precoz. En ocasiones éste no es preciso ya que solo
puede reportar alteración de alguno de los componentes de la grasa circulante y,
por otra parte, no hay un código específico internacional que facilite tener en
mente esta alteración.
La
HF es una enfermedad que puede cursar sin alteraciones durante la infancia y
adolescencia, pero se podrá considerar ante un resultado de laboratorio que
reporte el colesterol elevado, para comprobar si hay asociación con incremento
de las LDL. Los bebés con HF manifiestan niveles elevados de LDL desde el
nacimiento y ese dato puede orientar a definir el diagnóstico desde esa edad. En
casos muy poco frecuentes, un signo asociado puede aparecer (a partir de los
dos años) en la piel con aumento de volumen, en forma redondeada o de trayectoria
lineal, de coloración amarillenta (xantomas) en las partes lejanas de las
extremidades; y ya durante la juventud (o más común en edad adulta), un margen
blanquecino en iris. Otra alternativa para considerar su detección se hará,
cuando se refiera un familiar adulto con niveles anormales de grasas
circulantes o, de forma más concreta, que se reporte con antecedente de evento
vascular (infartos, embolias, etc.) en etapas tempranas de su vida.
En
la actualidad, se considera que la edad ideal para su detección es entre los
8-10 años, ya que es la edad de máxima discriminación. Durante la adolescencia
los valores de colesterol total y LDL descienden entre un 10 y un 20%, lo que
convierte esta época de la vida en menos sensible para la realización del estudio
de sospecha.
Otro
estudio para establecer relación con HF es por ultrasonido, al medir el grosor
de la pared de la arteria carótida que es mayor en comparación con niños
normales. Otro dato es la existencia de calcificaciones coronarias presentes en
25% de niños de 11-23 años.
Así
las pruebas de detección por los niveles de colesterol total son buenas
alternativas. De ellas, el tamizaje universal consiste en hacer el estudio a
todos los niños entre1-9 años, que permite detectar un promedio de 90% de HF y
rango de falsos positivos menor del 1%. El tamizaje selectivo, se realiza en
niños con antecedente familiar de ECV o detección de colesterol elevado en
alguno de los progenitores, pero lamentablemente entre el 30 al 60% de los
pacientes con HF no son detectados. El tamizaje en cascada directa se realiza
cuando ya se cuenta con el diagnóstico genético definido en un progenitor, para
realizar el estudio genético a los familiares de primer grado, incluyendo a los
niños. Este estudio tiene el 100% de sensibilidad y especificidad
recomendándose por ser la mejor alternativa por su costo-efectividad. El
tamizaje en cascada inversa es a partir de la detección de hipercolesterolemia
en el niño, para iniciar el estudio de sus progenitores.
Las
recomendaciones más aceptadas establecen realizar el tamiz selectivo cuando
exista antecedente de ECV en familiares de primer y segundo grado y/o
colesterol total mayor de 240mg/dl en un progenitor y cribado universal en
todos los niños entre 8-10 años. En cascada directa a partir de los dos años,
cuando está diagnosticado uno de los padres y si es posible antes de los ocho
años. Sospechar HF en niños con cifras de LDL mayor de 190mg/dl o mayor de 150
mg/dl con historia familiar de ECV y/o hipercolesterolemia en uno de los
progenitores y/o confirmación genética en uno de ellos.
Ante
la sospecha de esta enfermedad, es conveniente descartar otras causas que
pueden influir al incremento de las grasas circulantes, justificando estudios
adicionales específicos. Si asocia una condición primaria, debe considerarse en
su tratamiento.
Ante
el cuadro, se deberá evitar factores de riesgo adversos como: obesidad,
diabetes, sedentarismo, hipertensión y tabaquismo. Se impone en etapas
tempranas modificar el estilo de vida incorporando actividad física frecuente,
orientación nutricional específica e individualizada y, empleo de medicamentos
específicos a considerar durante la adolescencia o posterior a ella, con
subespecialista en gastroenterología, endocrinología, cardiología y/o
angiología… su manejo adecuado disminuye riesgo de ECV posterior.
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