Es
una condición inflamatoria que se manifiesta en el sistema respiratorio como una
respuesta de sensibilización ante la presencia de algunas sustancias especiales
en los excrementos de los ácaros que comúnmente viven en el polvo doméstico,
por lo que también se le conoce como alergia al polvo doméstico.
En las enfermedades alérgicas ocurre una reacción de sensibilidad exagerada, que conduce al desencadenamiento de cambios inflamatorios, predominantemente sobre un determinado órgano, llamado órgano diana, que puede ser la piel, la mucosa conjuntival, la mucosa del aparato respiratorio superior, los bronquios, el aparato digestivo, por citar los más frecuentes. Habitualmente, un niño atópico (alérgico) comienza presentando alergia alimentaria, dermatitis atópica durante los primeros meses, posteriormente (a veces simultáneamente) sibilancias recurrentes, crisis de asma y, generalmente ya en la edad escolar, rinoconjuntivitis alérgica. Esta secuencia de manifestaciones alérgicas a lo largo del tiempo se denomina “marcha atópica”, y aunque su desarrollo cronológico suele ser el descrito, cada paciente puede presentar su propia pauta.
Las enfermedades de etiología alérgica más frecuentes en Pediatría son las alergias respiratorias y, dentro de ellas, la rinitis alérgica y el asma bronquial (15-20% de la población). Un alto porcentaje de pacientes con rinitis (20 al 40%) tienen asma, mientras que entre el 30 y 50 % de asmáticos tienen rinitis. Se ha sugerido que el tratamiento óptimo de la rinitis puede prevenir la aparición del asma o mejorar el asma coexistente. De 75 a 90 % de los pacientes con síntomas perennes de asma bronquial o rinitis tienen pruebas cutáneas positivas a estos ácaros.
La
enfermedad alérgica en los niños involucra alteraciones en el sistema
inmunológico y respiratorio, determinadas por factores genéticos y ambientales.
La interacción de unos y otros puede reflejarse en sensibilización alérgica,
inflamación crónica y afección respiratoria. Una de las razones de este
comportamiento es la exposición crónica a alergenos de interior. En las ciudades, los principales
agentes causantes del asma y las enfermedades alérgicas son los ácaros y la
cucaracha.
Los
ácaros del polvo doméstico son microorganismos artrópodos que tienen una
distribución mundial. Es un arácnido microscópico que no se entierra debajo de
la piel y no son parásitos, miden alrededor de tres a cuatro décimas partes de
un milímetro, vive en las alfombras y tapizados de los muebles, pero
especialmente en las almohadas, los muñecos de peluche, los colchones y la ropa
de la cama, ya que en estos ambientes encuentra los tres factores que necesita:
humedad y calor, procedentes de la transpiración de la persona mientras duerme;
y comida, correspondiente a las escamas de la piel humana. Los denominados
ácaros domésticos son la principal fuente de alergenos en el polvo de casa y
son considerados como los principales inductores de las manifestaciones
alérgicas respiratorias.
La fuente principal de alérgenos son las partículas fecales de los ácaros. Cada ácaro produce aproximadamente 20 partículas fecales por día y éstas, pueden ocasionar síntomas alergénicos, incluso después de la muerte del ácaro. Adicionalmente, cada hembra puede poner entre 20 y 50 huevos, produciendo una nueva generación cada tres semanas. Tanto los ácaros vivos como los muertos se pueden encontrar por centenares en cada gramo de polvo doméstico, especialmente en el colchón, la almohada y la ropa de la cama. La alimentación principal de estos ácaros son las escamas de piel humanas o de animales -con mayor desprendimiento por las noches-, que se encuentran principalmente en colchones, sofás y alfombras, La vida media varía en función de las condiciones ambientales, y la de las hembras supera a la de los machos. A 25ºC de temperatura y 80% de humedad relativa es de 100-150 días comparada con 60-80 de los machos. Con humedad relativa menor a la descrita, los ácaros no pueden obtener agua en forma suficiente del ambiente y sobrevivirán de 6 a 11 días, limitándose también su sobrevida ante los cambios extremos de temperatura.
La alergia a los ácaros del polvo provoca rinitis alérgica perenne; es decir, los síntomas se presentan durante todo el año. Es más probable que los síntomas ocurran mientras se duerme por la noche y temprano en la mañana al despertarse porque los ácaros del polvo habitan en las prendas de cama. Los síntomas comunes incluyen: estornudos frecuentes y/o recurrentes, escurrimiento nasal transparente en cantidad variable, enrojecimiento de los ojos, nariz tapada, comezón en nariz, ojos, boca o garganta, picazón de la piel, accesos de tos, episodios de tos que se pueden aumentar por una infección viral asociada, malestar general, somnolencia o fatiga y/o deterioro del sueño causado por dificultad para respirar, tos o silbidos por las noches.
Si la alergia de los ácaros desencadena cuadro asmático, también se pueden presentar los siguientes hallazgos: dificultad y/o cansancio respiratorio, sensación de opresión o malestar del pecho, silbidos al momento de sacar el aire del tórax y dificultad a dormir.
Es posible que ante estas molestias que manifieste alguno de los niños o adolescentes, el personal de salud sin la capacidad para poder asociarlo con el cuadro alérgico o sin preparación especializada, puede cometer el error de ofrecer tratamientos equivocados o realizar una evaluación deficiente, por lo que el resultado para el familiar acompañante será frustrante al paso del tiempo. En forma ideal al momento de identificar el cuadro, su manejo debe condicionar estabilización inicial y envío a la brevedad posible, con el especialista en alergología pediátrica para realizar evaluación y estudios específicos que identifiquen y ofrezca tratamiento individual para el caso particular.
En forma general se pueden sugerir medidas especiales con objeto de evitar un nivel excesivo de ácaros, con las siguientes recomendaciones: revestimiento de colchones y almohadas con tejido fino o plástico, para evitar la penetración de los ácaros del polvo doméstico. Lavado en caliente de la ropa de cama, al menos una vez a la semana en agua caliente (55-60ºC), la ropa de cama también se puede congelar durante la noche para matar los ácaros. Retiro de alfombras y cortinas. Emplear un purificador de aire en la habitación con un filtro de partículas de alta eficiencia (HEPA) que pueden eliminar hasta el 99.7% de las partículas más pequeñas como 0.1 micras.
Como medidas para emplear en toda la casa: control de la humedad a 45% o menos. Limpieza por aspiración (no sacudir) o con empleo de lienzos húmedos para reducir las acumulaciones de polvo, también considerar que la movilización de muebles, cojines, cortinas o ropa de cama puede hacer que los alergenos de los ácaros se transmitan por el aire, lo que aumenta su exposición. Empleo de ventilación cruzada para asegurar la eliminación de las partículas que flotan en el ambiente.
Otras medidas convenientes a emplearse para ayudar a controlar el inicio de la alergia o controlar los síntomas secundarios, incluyen la irrigación nasal con solución salina o el empleo de aerosoles nasales salinos para diluir la concentración de partículas adheridas a la mucosa nasal. Ya el empleo de medicamentos específicos o de alternativas selectivas como inmunoterapia específica, deben ser analizados y empleados solo por el especialista en alergología pediátrica, con un seguimiento periódico adecuado para comprobar la evolución del paciente y lograr un control/remisión favorables. No llevar a cabo un tratamiento adecuado, puede condicionar el desarrollo de cuadros alérgicos y/o infecciosos adicionales como: asma, sinusitis, dermatitis atópica. En otros aspectos: disminución en la calidad de vida por aumento de ausentismo escolar, disminución en la capacidad de concentración con un bajo rendimiento académico, carga económica por atención médica recurrente, incapacidad para la participación de actividades deportivas o recreativas…las consecuencias son variadas y justifican la atención médica oportuna.
En las enfermedades alérgicas ocurre una reacción de sensibilidad exagerada, que conduce al desencadenamiento de cambios inflamatorios, predominantemente sobre un determinado órgano, llamado órgano diana, que puede ser la piel, la mucosa conjuntival, la mucosa del aparato respiratorio superior, los bronquios, el aparato digestivo, por citar los más frecuentes. Habitualmente, un niño atópico (alérgico) comienza presentando alergia alimentaria, dermatitis atópica durante los primeros meses, posteriormente (a veces simultáneamente) sibilancias recurrentes, crisis de asma y, generalmente ya en la edad escolar, rinoconjuntivitis alérgica. Esta secuencia de manifestaciones alérgicas a lo largo del tiempo se denomina “marcha atópica”, y aunque su desarrollo cronológico suele ser el descrito, cada paciente puede presentar su propia pauta.
Las enfermedades de etiología alérgica más frecuentes en Pediatría son las alergias respiratorias y, dentro de ellas, la rinitis alérgica y el asma bronquial (15-20% de la población). Un alto porcentaje de pacientes con rinitis (20 al 40%) tienen asma, mientras que entre el 30 y 50 % de asmáticos tienen rinitis. Se ha sugerido que el tratamiento óptimo de la rinitis puede prevenir la aparición del asma o mejorar el asma coexistente. De 75 a 90 % de los pacientes con síntomas perennes de asma bronquial o rinitis tienen pruebas cutáneas positivas a estos ácaros.
La fuente principal de alérgenos son las partículas fecales de los ácaros. Cada ácaro produce aproximadamente 20 partículas fecales por día y éstas, pueden ocasionar síntomas alergénicos, incluso después de la muerte del ácaro. Adicionalmente, cada hembra puede poner entre 20 y 50 huevos, produciendo una nueva generación cada tres semanas. Tanto los ácaros vivos como los muertos se pueden encontrar por centenares en cada gramo de polvo doméstico, especialmente en el colchón, la almohada y la ropa de la cama. La alimentación principal de estos ácaros son las escamas de piel humanas o de animales -con mayor desprendimiento por las noches-, que se encuentran principalmente en colchones, sofás y alfombras, La vida media varía en función de las condiciones ambientales, y la de las hembras supera a la de los machos. A 25ºC de temperatura y 80% de humedad relativa es de 100-150 días comparada con 60-80 de los machos. Con humedad relativa menor a la descrita, los ácaros no pueden obtener agua en forma suficiente del ambiente y sobrevivirán de 6 a 11 días, limitándose también su sobrevida ante los cambios extremos de temperatura.
La alergia a los ácaros del polvo provoca rinitis alérgica perenne; es decir, los síntomas se presentan durante todo el año. Es más probable que los síntomas ocurran mientras se duerme por la noche y temprano en la mañana al despertarse porque los ácaros del polvo habitan en las prendas de cama. Los síntomas comunes incluyen: estornudos frecuentes y/o recurrentes, escurrimiento nasal transparente en cantidad variable, enrojecimiento de los ojos, nariz tapada, comezón en nariz, ojos, boca o garganta, picazón de la piel, accesos de tos, episodios de tos que se pueden aumentar por una infección viral asociada, malestar general, somnolencia o fatiga y/o deterioro del sueño causado por dificultad para respirar, tos o silbidos por las noches.
Si la alergia de los ácaros desencadena cuadro asmático, también se pueden presentar los siguientes hallazgos: dificultad y/o cansancio respiratorio, sensación de opresión o malestar del pecho, silbidos al momento de sacar el aire del tórax y dificultad a dormir.
Es posible que ante estas molestias que manifieste alguno de los niños o adolescentes, el personal de salud sin la capacidad para poder asociarlo con el cuadro alérgico o sin preparación especializada, puede cometer el error de ofrecer tratamientos equivocados o realizar una evaluación deficiente, por lo que el resultado para el familiar acompañante será frustrante al paso del tiempo. En forma ideal al momento de identificar el cuadro, su manejo debe condicionar estabilización inicial y envío a la brevedad posible, con el especialista en alergología pediátrica para realizar evaluación y estudios específicos que identifiquen y ofrezca tratamiento individual para el caso particular.
En forma general se pueden sugerir medidas especiales con objeto de evitar un nivel excesivo de ácaros, con las siguientes recomendaciones: revestimiento de colchones y almohadas con tejido fino o plástico, para evitar la penetración de los ácaros del polvo doméstico. Lavado en caliente de la ropa de cama, al menos una vez a la semana en agua caliente (55-60ºC), la ropa de cama también se puede congelar durante la noche para matar los ácaros. Retiro de alfombras y cortinas. Emplear un purificador de aire en la habitación con un filtro de partículas de alta eficiencia (HEPA) que pueden eliminar hasta el 99.7% de las partículas más pequeñas como 0.1 micras.
Como medidas para emplear en toda la casa: control de la humedad a 45% o menos. Limpieza por aspiración (no sacudir) o con empleo de lienzos húmedos para reducir las acumulaciones de polvo, también considerar que la movilización de muebles, cojines, cortinas o ropa de cama puede hacer que los alergenos de los ácaros se transmitan por el aire, lo que aumenta su exposición. Empleo de ventilación cruzada para asegurar la eliminación de las partículas que flotan en el ambiente.
Otras medidas convenientes a emplearse para ayudar a controlar el inicio de la alergia o controlar los síntomas secundarios, incluyen la irrigación nasal con solución salina o el empleo de aerosoles nasales salinos para diluir la concentración de partículas adheridas a la mucosa nasal. Ya el empleo de medicamentos específicos o de alternativas selectivas como inmunoterapia específica, deben ser analizados y empleados solo por el especialista en alergología pediátrica, con un seguimiento periódico adecuado para comprobar la evolución del paciente y lograr un control/remisión favorables. No llevar a cabo un tratamiento adecuado, puede condicionar el desarrollo de cuadros alérgicos y/o infecciosos adicionales como: asma, sinusitis, dermatitis atópica. En otros aspectos: disminución en la calidad de vida por aumento de ausentismo escolar, disminución en la capacidad de concentración con un bajo rendimiento académico, carga económica por atención médica recurrente, incapacidad para la participación de actividades deportivas o recreativas…las consecuencias son variadas y justifican la atención médica oportuna.