Es una
alteración del comportamiento en los niños generalmente de dos semanas de vida
a cuatro meses, que se caracteriza por presencia de llanto de inicio repentino
(sin causa evidente), excesivo en intensidad y duración, que ocurre con dificultad
para consolarse y postura asociada de abdomen globoso, piernas elevadas y
flexionadas, rigidez corporal y eliminación de flatos. Esta referencia previa,
es la que señalan como cólico de forma habitual, los familiares del niño
afectado en búsqueda del alivio con el médico de atención primaria.
Este trastorno
bajo estas características, puede tener causas variadas y específicas que al
identificarse y remitir con el tratamiento correspondiente, serán compatibles
con una alteración o enfermedad en particular.
De forma más
apropiada, un comité internacional de especialistas en problemas digestivos,
considera al cólico como un integrante del grupo de alteraciones derivadas del
proceso de maduración digestiva del lactante, conocidos como trastornos funcionales
digestivos. Esta alteración debe reunir las siguientes condiciones: presente
solo en niños menores de cinco meses, inicio súbito, duración de los episodios
de llanto mayores de tres horas sin un consuelo adecuado, que ocurran durante
tres o más días a la semana, sin afectar su apetito y crecimiento. La
comprobación de que maniobras calmantes como el masaje o el balanceo rítmico en
un ambiente relajado tranquilizan al lactante, que además reanuda el llanto tan
pronto como cesa la maniobra, apoyan el diagnóstico.
Se le considera
compatible posterior a la exclusión de enfermedades específicas o trastornos de
alimentación, mediante estudios o tratamientos previos. Generalmente se
resuelve de forma espontánea al quinto mes de vida.
Derivado de los
estudios que valoran la mayoría de las publicaciones médicas relacionadas con
esta alteración; se ha establecido que su causa, además de alguna perturbación
en el trayecto digestivo también participa alteraciones del sistema nervioso,
comportamiento, psicológicos y condiciones ambientales. Se establece que puede
corresponder a un dolor de cabeza de tipo migraña, al notar que la mayoría de
los niños con cólicos correspondían a madres que padecen migraña; y otros
estudios, establecen que los niños con antecedente de cólicos durante su etapa
de lactantes, tienen más posibilidad de desarrollar migraña en la infancia y
adolescencia.
Para considerar
esta alteración, se habrá de descartar las enfermedades que puedan causar
molestias digestivas específicas, tales como: enfermedad por reflujo,
sobrealimentación, irritación esofágica (esofagitis), alergia a proteínas de
leche de vaca, inflamación del estómago (gastritis) por medicamentos o
bacterias, estreñimiento, fisura anal, bloqueo intestinal. Además de las causas
no digestivas que se puedan manifestar con el malestar sugerido (llanto
intenso, recurrencia, posición), como: infección del oído (otitis), infección
de garganta, presión arterial elevada, infección urinaria, trastorno metabólico
(calcio bajo), glaucoma, lesión corneal, inflamación testicular, traumatismo
craneal, cuerpo extraño, uña enterrada como los más factibles.
Bajo estas
condiciones, se establece que su prevalencia es variable en diferentes grupos
humanos, que pueden estimarse entre un 8 a 40% con reserva por ser de
apreciación subjetiva de los familiares. En este tipo de trastornos funcionales
digestivos, se establece que existe una disfunción del eje cerebro-intestino.
Este eje asocia los centros emocionales y sensitivos del cerebro con las
funciones intestinales periféricas, mediante una comunicación bidireccional.
Las emociones, pensamientos y percepciones influyen a nivel gastrointestinal en
la secreción, sensación, movilidad, regulación inmune, inflamación y
permeabilidad. En sentido inverso, una función gastrointestinal alterada podría
influir en la percepción consciente y en los comportamientos. El sistema
gastrointestinal estaría mandando constantemente señales al cerebro, no
percibidas conscientemente en el individuo sano, pero que en el caso de estos
pacientes se hacen conscientes y conllevan cambios, con una respuesta exagerada
tanto a estímulos nocivos como los normales, respuesta que es conocida como
hiperalgesia visceral; y con ello, explicar sus manifestaciones exageradas,
como ejemplo un niño normal con aire intestinal no manifestará llanto intenso;
y en cambio, el que tenga influida esta vía de información tendrá
manifestaciones de irritabilidad con llanto.
El primer dato
muy inquietante que perciben los familiares siempre es el llanto, que se
observa principalmente durante las horas de la tarde y con mayor frecuencia a
la edad de 6 semanas. La causa de este ritmo diurno no se conoce. La cantidad
de llanto no está relacionado con el sexo del bebé, cantidad de hijos de la
madre, estado socioeconómico, educación o las edades de los padres. En el
análisis acústico, el llanto de cólico difiere del llanto regular. El llanto de
cólico es más variable en el tono (más alto), más agudo e intenso. Las madres
de bebés con cólico, a diferencia de las madres de bebés sin cólico, califican
los gritos como más urgentes, incómodos, excitantes, aversivos e irritantes
Cuando el médico
realiza la revisión física del niño, en estos casos determina que su desarrollo
físico no está alterado, incluso puede referirlo con un crecimiento acelerado.
En el cólico del
lactante, la ansiedad de los padres y su estrés ha sido objeto de numerosos
estudios. La depresión posterior al parto puede provocar estrés en los padres,
que puede transferirse al bebé y provocar un exceso de llanto. También como
otro factor, se sugiere que la exposición al humo del cigarrillo y sus
metabolitos, puede estar relacionada con el cólico. La exposición prenatal a la
nicotina se asoció con un riesgo elevado de cólico infantil en la descendencia.
Esta relación se corrobora al momento de comparar con madres no fumadoras.
Algunos informes
se han centrado en la microflora intestinal, sugiriendo que hay diferencias en
el desarrollo y la composición de la flora intestinal. Los niños con cólicos se
han encontrado con menor cantidad y diversidad en comparación con los niños
sanos. Estos factores a su vez, son dependientes del tipo de nacimiento (parto
normal vs, cesárea) y alimentación inicial (leche humana vs. fórmula infantil).
En relación a su
maduración neurológica, digestiva y estabilidad de la flora intestinal, este
cuadro se resuelve en más del 90% en forma espontánea a la edad de cinco meses,
por lo que se deberá de informar esta condición a los padres a fin de mantener
tranquilidad durante ese periodo. En el intervalo, se les puede ofrecer como
recomendaciones: Mecerse en una mecedora con el bebé, pasearse llevando en
brazos al bebé, probando diferentes posturas. Intentar hacer
eructar al bebé más a menudo durante las tomas. Colocarse al bebé en el regazo,
estirado boca abajo, y frotarle suavemente la espalda. Colocar al bebé en un
columpio o en una silla provista de vibrador. El movimiento podría tener un
efecto reconfortante sobre él. Colocar al bebé en su silla de seguridad en
los asientos posteriores del coche y darle una vuelta en coche. La vibración y
el movimiento del coche suelen tranquilizar a los bebés. Ponerle música al
bebé; algunos bebés responden adecuadamente al sonido, aparte del movimiento.
Llevar a bebé a una habitación donde esté funcionando una secadora de ropa, una
máquina de ruido blanco o una aspiradora. A algunos bebés les reconforta un
ruido de fondo constante y a bajo volumen. Algunos bebés necesitan una
reducción de la estimulación ambiental. A los bebés de dos meses o menos, les
puede ir bien que los envuelvan en una manta y llevarlos a una habitación que
esté en penumbra.
Esta alteración
(descartando enfermedades) requiere solo de paciencia y consideración al bebé…
los medicamentos solo pueden alterar su evolución natural.