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Calcio en adolescentes


El incremento en necesidades nutricionales durante la adolescencia está influido por el inicio de la pubertad, que considera una mayor tasa de crecimiento asociada y los cambios en la composición corporal. Desde los años previos a la adolescencia hasta el final de la segunda década de la vida, el tamaño y la masa de los huesos aumentan rápidamente. La acumulación de mineral óseo total entre las edades de 8 y 18 años, es aproximadamente de 146 gramos por año, y la mayor de su acumulación ocurre durante la pubertad.
La ingesta adecuada de calcio es necesaria para maximizar el pico de masa ósea y minimizar tanto el riesgo de fracturas en la adolescencia como el desarrollo de osteoporosis en la edad adulta. La vitamina D en concentración adecuada, también es otro factor significativo para la salud ósea.
De manera natural existen eventos especiales que caracterizan a la etapa puberal, como el logro de la velocidad máxima de crecimiento y la mineralización de todos los huesos. Al final de la pubertad, aproximadamente la mitad del calcio corporal total se ha depositado en las mujeres y entre la mitad y dos terceras partes en los hombres. Por otra parte, durante el crecimiento físico acelerado el crecimiento de los huesos rebasa a su capacidad de acumulación de calcio en su interior, lo que establece huesos en crecimiento pero con densidad disminuida que pude influir a fracturas, durante esta etapa.
El depósito máximo de masa ósea se alcanza aproximadamente a los 30 años de edad y es a partir de esta edad, en que se produce la pérdida esquelética progresiva futura. Las características de los huesos están determinado por antecedentes hereditarios (genéticos) que permiten su formación y función hasta en el 80% de sus condiciones finales, mientras el 20% restante es dependiente de factores ambientales y nutricionales que se presentan de forma más importante durante la adolescencia, a partir de aporte adecuado de calcio y el aumento de actividades físicas de soporte de peso para una masa ósea máxima.
Las concentraciones de calcio corporal se encuentran influidas y equilibradas por factores variados que incluyen la ingesta habitual, absorción intestinal, acumulación y reabsorción a partir de los huesos y la eliminación principalmente urinaria.
En la pubertad temprana, se produce  mayor demanda de minerales óseos, que estimulan a un aumento en la absorción de calcio en la dieta normal, a nivel de la mucosa digestiva, que en el caso especial de las niñas, disminuye de forma notoria a partir de los tres años después de su primera menstruación. Cuando en la adolescencia se establece una baja ingesta de calcio, el organismo compensa parcialmente de forma natural mediante el aumento en su absorción y disminución en su eliminación urinaria. El incremento de absorción se establece por la acción asociada de la vitamina D producida en el organismo, que por esta razón, también se incrementa durante la etapa prepuberal.
El componente principal del hueso incluye además del calcio, al fósforo siendo la cantidad de ellos en la sangre los que regulan la acción de otra hormona (paratohormona), que mantiene sus niveles mediante equilibrio entre rescate de esos elementos a partir de absorción intestinal, formación y resorción del hueso y controlar su eliminación urinaria. El metabolismo del calcio y fósforo se ve afectado por la acción de algunos medicamentos como la vitamina A que aumenta la reabsorción ósea, mientras que medicamentos contra el colesterol –estatinas- pueden favorecer la formación ósea y disminuir la resorción. La eliminación urinaria del calcio por su parte, se incrementa con el consumo de sal y de las proteínas de la comida habitual.
La importancia del consumo adecuado de calcio durante la adolescencia, radica en que su aporte apropiado favorecerá una mayor mineralización de los huesos y reducirá en su vida posterior el riesgo final de fracturas y de osteoporosis. Se recomienda una ingesta diaria de calcio de 1300 mg en el intervalo de edad de los 9 a los 18 años, notando que cuando se proporciona un aporte mayor a lo sugerido, por suponer que tendrá mejores resultados, se tendrán beneficios limitados o nulos a largo plazo. Si se proporciona una dieta que varíe entre 1200 a 1500 mg al día, ofrecerá beneficios no solo en la densidad del hueso adecuada, ya que también influirá a disminución de la grasa corporal. Además se debe considerar siempre que el ejercicio puede ser la clave para la mineralización de los huesos a largo plazo. El contenido de calcio en las etiquetas de los alimentos generalmente se indica como un porcentaje del "Valor diario" en cada porción. Este valor diario de calcio es de 1300 mg / día durante la etapa preadolescente y adolescente.
La preocupación por estar delgado es común en los adolescentes, especialmente entre las niñas, al igual que la idea errónea de que los productos lácteos engordan. Muchos niños y adolescentes desconocen que la leche baja en grasa, tiene al menos tanto calcio como la leche entera o que la leche baja en grasa en realidad puede ayudarlos a perder grasa corporal. Los niños que consumen dietas vegetarianas estrictas a menudo tienen un consumo muy bajo de calcio si evitan la leche y los productos lácteos.
La mayoría de las verduras contienen calcio, aunque a baja densidad. Por lo tanto, se necesitan porciones relativamente grandes para igualar la ingesta total lograda con porciones típicas de productos lácteos. La biodisponibilidad del calcio de los vegetales generalmente es alta. Una excepción son las espinacas, que tienen un alto contenido de oxalato, lo que hace que el calcio sea prácticamente no biodisponible. Algunos alimentos ricos en fitato, como los cereales integrales, pueden contener calcio poco biodisponible.
Existe una amplia variedad de alimentos aportadores de calcio por naturaleza, así como productos alimenticios enriquecidos con este mineral. Entre las mejores fuentes dietéticas están los lácteos, quesos (a menor contenido de agua mayor concentración de calcio) y la tortilla fabricada con maíz procesado con hidróxido de calcio (cal, dos cucharadas por kg de maíz) que constituyen la fuente por excelencia para este mineral; siguen los cereales, pescados, las harinas integrales, los frutos secos y las legumbres. Existen numerosos alimentos enriquecidos con calcio, como leches, yogurts y quesos de soya, además de cereales fortificados con calcio, barras de desayuno, pastas, waffles y jugos. La biodisponibilidad de calcio en la mayoría de estas fuentes es equivalente a la de la leche, aunque se ha demostrado que la biodisponibilidad de calcio de algunas leches de soja es algo menor, pero puede ser una alternativa.
Aunque se prefieren los alimentos ricos en calcio o fortificados porque proporcionan nutrientes adicionales que son importantes para el crecimiento y el desarrollo, los suplementos de calcio pueden considerarse para niños y adolescentes que tienen una ingesta muy baja de calcio en la dieta y deben ser valorados de forma individual.
El riesgo de cálculos renales durante esta etapa en especial, se relaciona con el aporte de suplementos de calcio y no tanto, con los alimentos que proporcionan el calcio, ya que por administrarse fuera del horario habitual de alimentos, no se asocia con una sustancia (oxalato) de otras fuentes y se genera incremento en la absorción y excreción del calcio.
Otros factores que influyen a la adecuada formación ósea asocian la actividad física regular, peso corporal adecuado a estatura y edad (de los 13 a 27 años), abstención de tabaco y alcohol, señalando que el exceso de entrenamiento tiene efecto perjudicial óseo. El consumo de bebidas carbonatadas, particularmente las bebidas gaseosas, puede llevar a un aumento en el riesgo de fracturas por interferencia en la calcificación. La cafeína (dos a tres tazas de café al día o más de dos latas de refresco al día) asocia mayor excreción de calcio y disminución de calcificación.. Otros elementos que pueden afectar son el sodio y el potasio. De modo que una alimentación rica en sodio incrementa la eliminación urinaria del calcio y el potasio la disminuye.
Se recomienda que antes de iniciar la adolescencia en sus hijos, se valoren de forma adecuada a nivel nutricional, para asegurar el desarrollo óseo adecuado…