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Caries de la infancia temprana

La caries de la infancia temprana es la presencia de uno o más dientes cariados (cavitados o no), ausentes (debido a caries), o restaurados en la dentición primaria, en niños de edad preescolar, es decir, entre el nacimiento y los 71 meses de edad.
Tiempo atrás se conocía como caries de biberón, pero se ha demostrado que no sólo se debe al uso frecuente del biberón con cualquier líquido azucarado natural o artificialmente como la leche, fórmulas, jugos de frutas y refrescos, sino también al pecho materno a libre demanda y a la utilización de tazas entrenadoras y chupones endulzados.
La alimentación al seno materno, por sí sola, no genera este tipo de caries, pero cuando se combina con la ingesta de otros azúcares (de otros alimentos) y ausencia de limpieza dental, se ha encontrado que es altamente productora de caries (cariogénica).
La forma como se produce la enfermedad se asocia con la existencia de una placa ecológica que contiene un grupo especial de microbios que, ante la existencia de una cantidad residual mayor de carbohidratos, favorecen un desarrollo excesivo de microbios cariogénicos eliminando a los microorganismos benignos que no toleran ese ambiente. Estas bacterias, fermentan los azúcares y producen ácidos especiales que afectan la integridad mineral de la superficie dental, haciendo los poros del esmalte más grandes y cambian la consistencia a una más suave. Por los poros entra el ácido a la parte interior del esmalte dental, afectando su estructura y liberando sales de calcio y fosforo que en su acumulación inicial, pueden limitar la entrada de más ácido; y de igual forma, la saliva puede nulificar la capacidad ácida de la sustancia formada por las bacterias, pero al paso del tiempo, estos factores protectores no son suficientes y el ácido sigue entrando a la parte interior del esmalte, causando en este momento la aparición de la mancha blanca por desmineralización, que al avanzar, produce destrucción interna del esmalte formando una cavidad en su interior y sin falta de atención, el daño continuará a destruir la pieza.
Bajo esta condición, la caries puede manifestarse con lesiones normalmente progresivas, que, si no se tratan, aumentarán de tamaño, progresando hacia la pulpa dentaria, dando como resultado inflamación, dolor y finalmente, necrosis y pérdida de vitalidad del diente. Pero a su vez, la caries no es un proceso simple y unidireccional de desmineralización, sino que puede ser cíclico, alternando periodos de desmineralización con periodos de remineralización, lo que posibilita la reparación y prevención.
El riesgo de este tipo de caries también puede ser determinado por defectos del desarrollo del esmalte preexistentes llamados hipoplasias, que son condiciones deficientes del desarrollo del esmalte dental, establecido por factores durante el embarazo, como algunas enfermedades y/o deficiencias de nutrientes específicos en la gestante. Así, la prevención empieza con la intervención durante los periodos prenatal y perinatal. Se debe detectar en los padres, si hay presencia de caries o factores asociados para establecer su prevención y, se les debe indicar a las mujeres, mejorar su nutrición durante los últimos tres meses de su embarazo y la alimentación del niño durante su primer año de vida, ya que es el periodo durante el cual, el esmalte madura para así evitar posibles hipoplasias.
Esta caries en forma adicional también tiene implicaciones en el estado general de la salud de los niños, ya que crecen a un menor ritmo que los niños libres de caries. Algunos niños pueden estar por debajo de su peso debido a problemas asociados a la ingesta de alimentos, entre ellos el dolor. Por los cuadros recurrentes y limitaciones, podrá causar pérdida de días escolares y aumento de días con actividad restringida, dificultad en el aprendizaje y disminución de calidad de vida relacionada con la salud bucal. Además, existe el riesgo de desarrollar nuevas lesiones cariosas, tanto en la dentición primaria como en la permanente, y ser un foco potencial para otro tipo de infecciones que, por continuidad pueden causar internamiento hospitalario con pronóstico incierto.
La mayoría de los estudios estadísticos establecen, que: la caries en menores de seis años tiene una prevalencia promedio del 90%. Afecta a la población general, pero es 32 veces más probable en niños de nivel socioeconómico bajo. También aumenta el riesgo cuando las madres tienen un nivel educativo bajo y cuando consumen alimentos con azúcares.
Esta caries inicialmente se desarrolla en superficies lisas, en rápida evolución. El esmalte de los dientes transitorios tiene un grosor y calcificación menor que el de los dientes permanentes, lo cual favorece al rápido avance de las lesiones.
Los dos incisivos (centrales superiores) son las piezas más afectadas, porque son los primeros en brotar, además de estar más expuestos a los azúcares de la leche y/o de los alimentos, ya que el flujo de saliva alrededor de estos dientes es menor -considerando la gravedad por la postura corporal y su ubicación muy alejada de las glándulas salivales-, además de la falta de desarrollo de la musculatura labial, que favorece a la evaporación más rápida de saliva -que pudiera realizar su función benéfica en esas piezas dentales-.
La forma de reconocer esta alteración presente es: identificando la lesión como mancha blanca o su estadio de cavidad ya formada. En inicio, aparece como una mancha blanca con apariencia de "gis", tomando forma de medialuna o semicircular, siguiendo la forma del margen de la encía, con una superficie intacta donde la lesión debajo de la superficie es reversible; en especial, los dientes centrales superiores tienen aspecto simétrico, por lo que es conveniente revisar al niño, levantando el labio superior del bebé al menos una vez al mes para buscar esta alteración.  Se pueden confundir en otro lugar, con calcificación defectuosa del desarrollo, que justifica sea valorada por el especialista (odontopediatra).
Con la pérdida de minerales por debajo del esmalte ante la persistencia del ácido, la superficie se rompe o se cavita y ya la lesión no puede ser revertida, afectando la dentina y pulpa (nervio), que deben ser tratadas para evitar el dolor y otras complicaciones. Si la lesión sigue progresando, se pueden perder grandes áreas del diente. Las lesiones activas cavitadas son generalmente de color café dorado, mientras que las que han estado más tiempo, son más oscuras y en ocasiones casi negras (por el tejido muerto) y sin progreso. Las fisuras son difíciles de reconocer en la caries, por lo que cualquier decoloración o irregularidad en el esmalte debe justificar la evaluación por el odontopediatra.
Las medidas preventivas son múltiples y deben realizarse desde etapas muy tempranas. El factor clave es el hábito de higiene oral diario, mientras más temprano se inicie es menor la posibilidad de caries, señalando siempre que es responsabilidad de los padres o cuidadores la atención del niño, hasta que él pueda adquirir su habilidad motora. Se comienza por controlar el desarrollo de bacterias cariogénicas, con la limpieza de encías desde el nacimiento una vez al día, aprovechando el momento del baño, utilizando una gasa húmeda o dedal de silicona para limpiar encías, lengua, interior de mejillas y paladar. Evitar el contacto con saliva de otros mediante besos, hablar de cerca, tos o estornudos, soplar a su comida y compartir cubiertos. Ya con el brote del primer diente (alrededor de los seis meses) se realiza aseo dos veces al día; en la mañana y, sobre todo por la noche con gasa o cepillo, empleando pasta dental de 1000ppm (partes por millón) de flúor.
Los niños de 0 a 3 años deben emplear su pasta en cantidad equivalente a un grano de arroz. Cuando hayan salido sus piezas molares, pasar el hilo dental por las zonas de contacto entre ellos, antes de ir a dormir. Puede usarse un hilo dental con cera o como otra alternativa, utilizar posicionadores de hilo (flossers). Por evaluación individual de cada niño, el odontopediatra establecerá la necesidad de aplicación tópica de flúor y a partir de los 3 años, también la concentración adecuada de flúor en su pasta, que ya modificará la cantidad al equivalente a un guisante (chícharo). El cepillado dental debe ser siempre realizado por un adulto, evitar cepillos de tipo electrónico y enjuague inmediato. Se recomienda hacer solo tres comidas al día y evitar otros consumos en forma frecuente, ya que eso no permite la acción protectora de la saliva por periodos más largos.