Es la
inflamación de la vesícula biliar, que por mucho tiempo se ha considerado como
enfermedad de los adultos, pero que en forma rápida durante los últimos veinte
años, se ha empezado a detectar en la población pediátrica; en especial, en casos
no relacionados con enfermedades que destruyen glóbulos rojos (hemolíticas), en
los cuales si es posible una mayor frecuencia, como una complicación de su
enfermedad hemolítica.
En la
actualidad, la presencia de cálculos se
ha establecido con mayor predominio en las edades de 11 a 20 años (69%) los menores de seis meses ocuparon el 10% del
porcentaje y el resto queda en la población de seis meses a diez años. La
proporción de cirugías como tratamiento, tiene un porcentaje de solo 4% para
pacientes pediátricos, pero esta proporción puede irse modificando al detectar
la enfermedad con mayor frecuencia, por considerar su presencia en niños que
cumplan con los síntomas y signos relacionados para los adultos, sin llegar a
ser confundida con otras enfermedades.
Se han descrito
formas agudas y crónicas, pero con los estudios efectuados a los tejidos
afectados, se considera más factible que se trate de una enfermedad crónica que
llega a tener manifestaciones agudas.
La vesícula
biliar normalmente es una especie de bolsa que está debajo del hígado, acumulando bilis para poder vaciarla al
intestino y facilitar el proceso de la digestión; en especial, de los
nutrientes a base de grasas.
La causa más
frecuente para producir este cuadro, se establece por la existencia de un
cálculo (piedra) que obstruye el conducto de su desembocadura en alguna parte,
para generar la respuesta inflamatoria en sus paredes, ante la tensión de sus
tejidos con disminución circulatoria, que disminuye su oxigenación. De forma
secundaria, puede haber multiplicación bacteriana que incrementa la respuesta
inflamatoria. Otras causas pueden ser otro tipo de obstáculos, como:
alteraciones congénitas (membranas, estrechamientos, etc.), parásitos
(lombrices), infecciones intestinales asociadas (salmonelosis), traumatismos
(golpes o compresión por accidente automovilístico).
Así de acuerdo a
la presencia o ausencia de cálculos en la vesícula, otra clasificación de esta
enfermedad, se relaciona con alguna variante litiásica y no litiásica. Estos
cálculos cuando se presentan, pueden tener tres diferentes composiciones de
acuerdo a las alteraciones con las que se relacionen. Unos son producidos por
exceso de grasa (colesterol) son de coloración amarilla. Los cálculos negros,
se relacionan con enfermedades con destrucción de glóbulos rojos (hemolíticas).
Los cálculos marrones se asocian más a menudo con procesos infecciosos. Otros
cálculos se relacionan con modificación de algunos componentes de la bilis y
también por efecto secundario de algunos medicamentos, como: ceftriaxona,
furosemide y algunos para tratar cáncer.
La colecistitis
crónica, se le considera secundaria a la recurrencia de cuadros de obstrucción,
que alternan con episodios de flujo adecuado. Los cuadros de obstrucciones
recurrentes, modifican la contracción de la vesícula y permiten que la bilis
pueda quedar estancada con posibilidad de generar presencia de algunos
cálculos. Otras causas que pueden producir la inflamación sin la presencia de
cálculos, son las enfermedades de los vasos sanguíneos (vasculitis), que se
pueden desarrollar como consecuencia de problema inmunológicos, la
deshidratación, infecciones (fiebre tifoidea, escarlatina, SIDA, infecciones
urinarias) La proliferación de las bacterias, es otro efecto secundario que
puede asociar mayor respuesta inflamatoria.
Como factores de
riesgo en la población infantil, se deberán tener en cuenta: enfermedades
hemolíticas, enfermedades hepato-biliares, antecedente de enterocolitis en la
etapa del recién nacido, fibrosis quística, empleo de fototerapia y resección
intestinal de zona terminal (íleon). Colocación de válvulas cardiacas
artificiales, enfermedades con mala absorción. Durante la adolescencia como
factores de riesgo, está la obesidad, embarazo, deshidratación, cirugía
abdominal y anticonceptivos.
Los cálculos se
forman a partir del desequilibrio de algunos componentes de la bilis. En el
caso de las enfermedades hemolíticas, una sustancia (bilirrubina) se incrementa
y se empieza a depositar en forma de sedimento; y al paso del tiempo, puede ir
formando capas adicionales a su alrededor.
Las
manifestaciones de los cálculos pueden preceder a la inflamación de la
vesícula. Se conoce como cólico biliar. Manifiestan dolor abdominal
intermitente de intensidad variable en
la parte superior derecha del abdomen; con extensión en ocasiones, referida
hacia la parte superior derecha de la espalda, a todo el abdomen o solo en
“boca del estómago”. En los bebes y niños pequeños, se expresa solo con llanto
recurrente, coloración amarilla de la piel y evacuaciones disminuidas de color.
Este dolor generalmente se inicia posterior a los alimentos y puede acompañarse
de vómito.
Cuando se
desencadena la inflamación aguda de la vesícula biliar, las manifestaciones
básicas son secundarias a la extensión del proceso inflamatorio en la vesícula,
conductos y/o hígado.
La inflamación
aguda tiene manifestaciones similares al del cólico biliar, pero es más severo
y constante que incluso, puede durar por varios días. Inicia como un malestar
vago, que cambia rápidamente a dolor intenso en la parte superior derecha del
abdomen. Se refiere siempre antecedentes con menos de una semana de evolución,
de: falta de apetito, deseos de vomitar o vómitos y en ocasiones, fiebre leve.
Cuando participa
algún cálculo, las manifestaciones pueden modificarse por alteraciones
secundarias a los cálculos que incluyen: la perforación de la vesícula y/o la
obstrucción del conducto relacionado con el páncreas (pancreatitis). Cuando se
perfora la vesícula, su contenido se libera al espacio abdominal causando
inflamación de la capa que cubre a las vísceras (peritonitis), que es motivo de
dolor abdominal intenso que impide los movimientos intestinales, produce
distensión por fermentación de gases en el interior del intestino, probabilidad
que alguna parte intestinal distendida pueda romperse y complicar mucho más el
cuadro, con riesgo de que la inflamación tan importante, pueda producir colapso
en la circulación sanguínea y muerte secundaria.
La colecistitis
en su variante crónica de su desarrollo, puede causar endurecimiento progresivo
de la pared de la vesícula, que se conoce como vesícula de porcelana. Se decía
que este tipo de vesícula pudiera relacionarse con presencia de cáncer hasta en
un 60%. Las revisiones actuales lo establecen con una menor posibilidad, al
identificar solo 7%. Otra posible complicación del cuadro crónico es la
acumulación de líquido en la pared externa de la vesícula (hidropesía), que
podrá distinguirse en estudios de imagen.
El cuadro
crónico se manifiesta con dolor que aparece y desaparece con intensidades
variables, asociado con la ingesta de alimentos, causando disminución de su
ingesta.
Para considerar
esta enfermedad, se deberá tomar en cuenta cuando el paciente tenga dolor
abdominal en la parte superior derecha del abdomen, variación de temperatura y
coloración amarilla de su piel o en ojos. Amerita su revisión inmediata para
descartarla de otras enfermedades con datos similares, como: hepatitis,
apendicitis, pancreatitis o neumonía por citar las más comunes. Requiere de
realizar estudios de sangre y de imagen (ultrasonido, radiografía, tomografía,
resonancia, marcador o endoscopia) para comprobar su existencia y establecer su
tratamiento, que puede ser con administración de medicamentos para disminuir el
proceso agudo; y posteriormente, realizar la intervención quirúrgica; o bien la
intervención en casos especiales o de complicación.
Para evitar esta
enfermedad, los niños con factores de riesgo deben tener control médico
regular. Evitar el sobrepeso y la ingesta excesiva de grasas, puede influir
también en reducir este cuadro. Se deberá considerar el cuadro si se hay una
hepatitis recurrente...