Con
este nombre se identifica a la reacción inflamatoria que desarrolla el tejido que
cubre al ojo, por invasión de un microorganismo. La conjuntiva es la membrana
mucosa delgada que tapiza el párpado (conjuntiva palpebral o tarsal), cubre el
espacio entre el párpado y el globo ocular (conjuntiva fornicial) y se extiende
sobre el globo ocular en su estructura blanca (esclerótica -conjuntiva bulbar-)
hasta la parte transparente (córnea) que está delante del iris y la pupila. En
lenguaje más coloquial: no es la inflamación del ojo, sino de su envoltura, y
por esta circunstancia, en principio, de pronóstico favorable.
Suele ser transparente, sin embargo, puede inyectarse y ponerse con aspecto rosado o rojo cuando se produce la reacción inflamatoria, que establece su identificación más asociada con el llamado: ojo rojo. Esta inflamación puede ser variada de acuerdo con su gravedad, desde un enrojecimiento leve asociado con un poco de lagrimeo, hasta una verdadera hemorragia por debajo de esta capa, asociada con secreción purulenta y engrosamiento de esta capa que incluya el párpado.
En niños y adolescentes la mayoría de las ocasiones los cuadros de conjuntivitis corresponden a infecciones por bacterias o virus. Estas conjuntivitis infecciosas tienen como inconveniente relativo desarrollar -en la mayoría de ellas- manifestaciones muy similares, con algunas variantes especiales que permiten identificar el germen particular y con ello poder diferenciar su evolución y plan de manejo más apropiado. En forma lamentable, la mayoría de los casos de conjuntivitis pediátrica son manejados por proveedores de atención primaria en lugar de proveedores especializados (oftalmólogos y oftalmólogos pediatras) que puede relacionar con complicaciones en la evolución de la enfermedad o consecuencias de medicamentos mal empleados.
Al llevar a un niño con posibilidad de infección ocular a consulta con el médico, el familiar acompañante debe conocer todos los detalles relacionados con el inicio y la evolución del cuadro, en especial, de síntomas virales previos como tos, dolor de garganta, fiebre, erupción en la piel, antecedentes de golpes o lesiones en los ojos. Dependiendo de la edad del niño, podrá ser apropiado preguntarle si nota algún cambio especial en su capacidad de visión o si tienen algunas sensaciones particulares.
Por su parte el médico, empleará diversas variantes de exploración física del paciente, para analizar los cambios que están presentes y poder establecer con la asociación de los datos proporcionados y sus hallazgos en la exploración física, las pistas suficientes para considerar un tipo particular de origen y comportamiento particular de evolución, para considerar a continuación su plan de manejo y expectativas de pronóstico asociados. Se describen a continuación algunas de las afecciones más comunes a fin de poder contar como una orientación inicial, señalando siempre que el especialista será quien defina la causa y organizar el plan de tratamiento para informar al familiar acompañante.
La conjuntivitis bacteriana aguda es común en más del 50% de niños afectados de esta enfermedad. Las bacterias más habituales son de localización respiratoria superior. Los síntomas de presentación son, comúnmente: enrojecimiento de los ojos y secreción mucopurulenta significativa, con frecuencia de color amarillo a verde. Los pacientes con conjuntivitis bacteriana aguda a menudo se quejan de ojos que están con secreción abundante y adherente entre sus pestañas por la mañana. En el examen, los pacientes suelen tener secreción mucopurulenta en los márgenes de los párpados que reaparece rápidamente después de limpiar los párpados, por lo general en cuestión de minutos.
En las de origen viral, su presentación a menudo consiste en una sensación de ardor o arena con secreción acuosa. Esto típicamente tiene un inicio abrupto, comienza con un ojo e infecta el otro ojo dentro de las 24 a 48 h. Esto puede estar acompañado por una etapa previa con fiebre, crecimiento ganglionar por delante de la oreja, ardor e inflamación de la garganta. Al revisarlo se nota enrojecimiento notorio a partir del trayecto de vasos sanguíneos con secreción acuosa y una apariencia de pequeños abultamientos de la conjuntiva del interior del párpado. Algunos tipos particulares de virus (herpes, coxsackie, picornavirus, poxvirus, coronavirus) pueden tener pronóstico y tratamientos diferentes, por lo que es necesario la valoración adecuada.
En este grupo se incluye la variante epidémica hemorrágica aguda que es típica de áreas costeras de países tropicales que, con las altas temperaturas y niveles de humedad, prolongan la supervivencia del virus en los objetos donde se encuentran viables. Es producido por Coxsackie, enterovirus o adenovirus. Se transmiten al nadar en albercas contaminadas, empleo de toallas, cosméticos o contacto con cualquier objeto que ha sido tocado con manos luego del contacto con el ojo enfermo. Con notoria afectación masiva a grupos escolares. Se hace notar en especial, por presentar aspecto hemorrágico conjuntival uni o bilateral, asociado a uno o más de los siguientes datos: párpados hinchados, secreción amarillenta o mucosa, dolor ocular intenso, molestia con la luz y lagrimeo, además de crecimiento ganglionar en cuello o región anterior de la oreja. Este es un padecimiento de notificación obligatoria a los servicios de salud, para establecer medidas inmediatas para evitar su propagación.
El COVID-19 provoca conjuntivitis en aproximadamente uno de cada diez casos, que se identifica principalmente por el aspecto de ojo seco, enrojecimiento y lagrimeo.
La conjuntivitis neonatal se debe a un contagio de la madre infectada antes o durante el parto. También puede existir un contagio posnatal a través de un factor predisponente, como es la obstrucción del conducto lacrimal o la falta de higiene. Hay varios tipos de afección neonatal. La producida por clamidias que se adquiere por la presencia de ese germen en la embarazada, desarrolla la enfermedad en conjuntiva después de los 5 a 15 días del nacimiento, causando un aspecto de empedrado en la conjuntiva. Otras menos frecuentes son las producidas por gonorrea, estafilococos y herpes simple que pueden causar un daño grave que puede comprometer la función visual futura.
Ya definida la causa, es necesario realizar un tratamiento adecuado. Cuando el problema es de origen bacteriano, el médico se encargará de seleccionar el antibiótico que sea de mayor utilidad para la resolución del cuadro y que no sea capaz de producir reacciones adversas. La cantidad para aplicar por las dimensiones del ojo a menor edad, justifican poder emplear 1 gota en cada ojo con intervalos de cada 4 horas, ya que la acción lubricante y de limpieza que realiza el parpadeo, en forma progresiva, le disminuye la concentración del antibiótico. En forma adicional puede emplearse la aplicación de crema antibiótica en la parte interna del párpado, para garantizar un efecto antibiótico más constante. La conjuntivitis producida por virus suele desaparecer por si sola sin tratamiento. En este caso, el lavar el ojo con frecuencia con agua tibia o suero salino le aliviará las molestias. El empleo de antiinflamatorios potentes (esteroides) puede condicionar una mayor replicación del virus o de la bacteria por supresión inmune
Para aplicar las gotas en niños pequeños, estando acostado y enrollado en una manta para evitar movimientos bruscos, se tira con mucha suavidad del párpado inferior hacia abajo, para aplicar la gota o pomada en el espacio que se forma entre el párpado y el ojo. Otra alternativa es colocar la gota en el ángulo interno de cada ojo y, a continuación, separar o pedir que abra y cierre los ojos.
Para prevenir su diseminación, el afectado debe evitar frotarse los ojos con sus manos, que se deben lavar de forma frecuente y mantenerse en aislamiento relativo. Evitar estornudos y/o tos con protección adecuada. Los de tipo bacteriano podrán incorporarse a actividades grupales luego del primer día de tratamiento antibiótico. Los de sospecha viral deben sugerirse de 3-5 días. La mejoría de las bacterianas se nota en 3-5 días, mientras que las virales en 8-10 días…muy importante, es no automedicarse.
Suele ser transparente, sin embargo, puede inyectarse y ponerse con aspecto rosado o rojo cuando se produce la reacción inflamatoria, que establece su identificación más asociada con el llamado: ojo rojo. Esta inflamación puede ser variada de acuerdo con su gravedad, desde un enrojecimiento leve asociado con un poco de lagrimeo, hasta una verdadera hemorragia por debajo de esta capa, asociada con secreción purulenta y engrosamiento de esta capa que incluya el párpado.
En niños y adolescentes la mayoría de las ocasiones los cuadros de conjuntivitis corresponden a infecciones por bacterias o virus. Estas conjuntivitis infecciosas tienen como inconveniente relativo desarrollar -en la mayoría de ellas- manifestaciones muy similares, con algunas variantes especiales que permiten identificar el germen particular y con ello poder diferenciar su evolución y plan de manejo más apropiado. En forma lamentable, la mayoría de los casos de conjuntivitis pediátrica son manejados por proveedores de atención primaria en lugar de proveedores especializados (oftalmólogos y oftalmólogos pediatras) que puede relacionar con complicaciones en la evolución de la enfermedad o consecuencias de medicamentos mal empleados.
Al llevar a un niño con posibilidad de infección ocular a consulta con el médico, el familiar acompañante debe conocer todos los detalles relacionados con el inicio y la evolución del cuadro, en especial, de síntomas virales previos como tos, dolor de garganta, fiebre, erupción en la piel, antecedentes de golpes o lesiones en los ojos. Dependiendo de la edad del niño, podrá ser apropiado preguntarle si nota algún cambio especial en su capacidad de visión o si tienen algunas sensaciones particulares.
Por su parte el médico, empleará diversas variantes de exploración física del paciente, para analizar los cambios que están presentes y poder establecer con la asociación de los datos proporcionados y sus hallazgos en la exploración física, las pistas suficientes para considerar un tipo particular de origen y comportamiento particular de evolución, para considerar a continuación su plan de manejo y expectativas de pronóstico asociados. Se describen a continuación algunas de las afecciones más comunes a fin de poder contar como una orientación inicial, señalando siempre que el especialista será quien defina la causa y organizar el plan de tratamiento para informar al familiar acompañante.
La conjuntivitis bacteriana aguda es común en más del 50% de niños afectados de esta enfermedad. Las bacterias más habituales son de localización respiratoria superior. Los síntomas de presentación son, comúnmente: enrojecimiento de los ojos y secreción mucopurulenta significativa, con frecuencia de color amarillo a verde. Los pacientes con conjuntivitis bacteriana aguda a menudo se quejan de ojos que están con secreción abundante y adherente entre sus pestañas por la mañana. En el examen, los pacientes suelen tener secreción mucopurulenta en los márgenes de los párpados que reaparece rápidamente después de limpiar los párpados, por lo general en cuestión de minutos.
En las de origen viral, su presentación a menudo consiste en una sensación de ardor o arena con secreción acuosa. Esto típicamente tiene un inicio abrupto, comienza con un ojo e infecta el otro ojo dentro de las 24 a 48 h. Esto puede estar acompañado por una etapa previa con fiebre, crecimiento ganglionar por delante de la oreja, ardor e inflamación de la garganta. Al revisarlo se nota enrojecimiento notorio a partir del trayecto de vasos sanguíneos con secreción acuosa y una apariencia de pequeños abultamientos de la conjuntiva del interior del párpado. Algunos tipos particulares de virus (herpes, coxsackie, picornavirus, poxvirus, coronavirus) pueden tener pronóstico y tratamientos diferentes, por lo que es necesario la valoración adecuada.
En este grupo se incluye la variante epidémica hemorrágica aguda que es típica de áreas costeras de países tropicales que, con las altas temperaturas y niveles de humedad, prolongan la supervivencia del virus en los objetos donde se encuentran viables. Es producido por Coxsackie, enterovirus o adenovirus. Se transmiten al nadar en albercas contaminadas, empleo de toallas, cosméticos o contacto con cualquier objeto que ha sido tocado con manos luego del contacto con el ojo enfermo. Con notoria afectación masiva a grupos escolares. Se hace notar en especial, por presentar aspecto hemorrágico conjuntival uni o bilateral, asociado a uno o más de los siguientes datos: párpados hinchados, secreción amarillenta o mucosa, dolor ocular intenso, molestia con la luz y lagrimeo, además de crecimiento ganglionar en cuello o región anterior de la oreja. Este es un padecimiento de notificación obligatoria a los servicios de salud, para establecer medidas inmediatas para evitar su propagación.
El COVID-19 provoca conjuntivitis en aproximadamente uno de cada diez casos, que se identifica principalmente por el aspecto de ojo seco, enrojecimiento y lagrimeo.
La conjuntivitis neonatal se debe a un contagio de la madre infectada antes o durante el parto. También puede existir un contagio posnatal a través de un factor predisponente, como es la obstrucción del conducto lacrimal o la falta de higiene. Hay varios tipos de afección neonatal. La producida por clamidias que se adquiere por la presencia de ese germen en la embarazada, desarrolla la enfermedad en conjuntiva después de los 5 a 15 días del nacimiento, causando un aspecto de empedrado en la conjuntiva. Otras menos frecuentes son las producidas por gonorrea, estafilococos y herpes simple que pueden causar un daño grave que puede comprometer la función visual futura.
Ya definida la causa, es necesario realizar un tratamiento adecuado. Cuando el problema es de origen bacteriano, el médico se encargará de seleccionar el antibiótico que sea de mayor utilidad para la resolución del cuadro y que no sea capaz de producir reacciones adversas. La cantidad para aplicar por las dimensiones del ojo a menor edad, justifican poder emplear 1 gota en cada ojo con intervalos de cada 4 horas, ya que la acción lubricante y de limpieza que realiza el parpadeo, en forma progresiva, le disminuye la concentración del antibiótico. En forma adicional puede emplearse la aplicación de crema antibiótica en la parte interna del párpado, para garantizar un efecto antibiótico más constante. La conjuntivitis producida por virus suele desaparecer por si sola sin tratamiento. En este caso, el lavar el ojo con frecuencia con agua tibia o suero salino le aliviará las molestias. El empleo de antiinflamatorios potentes (esteroides) puede condicionar una mayor replicación del virus o de la bacteria por supresión inmune
Para aplicar las gotas en niños pequeños, estando acostado y enrollado en una manta para evitar movimientos bruscos, se tira con mucha suavidad del párpado inferior hacia abajo, para aplicar la gota o pomada en el espacio que se forma entre el párpado y el ojo. Otra alternativa es colocar la gota en el ángulo interno de cada ojo y, a continuación, separar o pedir que abra y cierre los ojos.
Para prevenir su diseminación, el afectado debe evitar frotarse los ojos con sus manos, que se deben lavar de forma frecuente y mantenerse en aislamiento relativo. Evitar estornudos y/o tos con protección adecuada. Los de tipo bacteriano podrán incorporarse a actividades grupales luego del primer día de tratamiento antibiótico. Los de sospecha viral deben sugerirse de 3-5 días. La mejoría de las bacterianas se nota en 3-5 días, mientras que las virales en 8-10 días…muy importante, es no automedicarse.