El trabajo en un servicio de urgencias pediátricas
incluye en la mayoría de las ocasiones, la atención de diferentes alteraciones
súbitas que manifiestan los niños y jóvenes a partir de una enfermedad, que
permite afrontarla con una revisión y análisis de acuerdo con el momento de su
desarrollo, para establecer el manejo a la brevedad posible a fin de evitar su
complicación posterior. Pero en esos servicios de urgencias, también es común
encontrar niños que requieren de la atención médica debida a accidentes
variados que le condicionan afección a su estado de salud de forma súbita y
requieren de la atención inmediata para su estabilización vital.
El médico bajo este ambiente laboral, por las condiciones
de contar con: la vocación, estar relativamente habituado (al paso del tiempo)
a un servicio de urgencias pediátricas, estar viendo situaciones extremas y
tener que dar prioridad a funciones mentales superiores antes que el instinto,
en forma general, hacen posible que logre desarrollar el equilibrio emocional
ante situaciones de emergencia en los niños; siendo de particular dificultad,
conseguir dominar el impulso de reclamo a los responsables de los accidentes
viales, que causan lesiones devastadoras a nuestros pacientes pediátricos.
La realidad supera con mucho los dramas que uno se puede
imaginar: el hallarlos lastimados en la calle, angustiados por el dolor
intenso, que de súbito desconocen cómo se ha originado, recibiendo ayuda de
personas que él considera extrañas; con sus miradas de pavor, al darse cuenta
de que alguna de sus extremidades se ha deformado por la fractura de alguno de
sus huesos; o bien, el de un familiar que pregunta angustiada por el estado de
salud de un niño o joven que se encuentra inconsciente, fracturado o con
convulsiones súbitas; y lo anterior, es viable de hallarlo en un niño o
adolescente que ha sufrido un accidente por un vehículo en movimiento o por
viajar sin la protección apropiada… generalmente por el descuido de alguien
irresponsable.
La atención inmediata y adecuada es vital, ya que, de no
darse las condiciones favorables, el paciente puede fallecer en el sitio del
accidente o podrá salir adelante, pero con secuelas significativas, que le
afectarán su calidad de vida futura.
Ese trabajo suele ser muy difícil de lograrlo, por la
variedad de condiciones y severidad de lesiones, que desarrollan los niños y/o
adolescentes en los accidentes viales.
El comentario ahora no va en relación con la forma cómo
los médicos son capaces de poder resolver ese tipo de situaciones, porque no se
busca en este apartado, resaltar la imagen de una persona que realiza ese
trabajo de forma profesional. Va encaminado a despertar en la conciencia de los
padres, conductores y autoridades viales, el sentido de responsabilidad a fin
de evitar que continúen dándose este tipo de accidentes, porque lo formidable
de esta situación crítica, es que SE PUEDE PREVENIR. Pero, sin embargo, no hay
mucha cultura de prevención entre nuestra población.
Los factores que desembocan en un accidente vial
surgen dentro de la compleja red de interacciones entre el vehículo, la vía, el
estado de la señalización, la normativa, la gestión de la seguridad, la
supervisión policial y, finalmente, el comportamiento del conductor y la
situación de sus capacidades psicofísicas, además de actitud del peatón.
Entre los numerosos factores humanos de riesgo que
causan choques o accidentes viales y que intensifican la gravedad de los
traumatismos, los cuatro más comunes son los siguientes: omisión en el empleo
del cinturón de seguridad o de asientos especiales para los menores, omisión en
el empleo de los cascos protectores en especial en biciclos y medios de
deslizamiento (patinetas, patines biciclos, etc.), manejo de vehículos con
velocidad excesiva y la conducción distraída o bajo los efectos de alguna
droga.
Naturalmente, existen otros factores adicionales que
se pueden incluir como fatiga o enfermedades de los conductores de vehículos,
omisión a las señales de tránsito, mantener la distancia apropiada al vehículo
frontal. Del vehículo se incluyen: defectos mecánicos y electrónicos que no se
atienden en su mantenimiento. De las vías terrestres: trazo peligroso,
limitación de velocidad, evitar dobles filas y/o los obstáculos en vías
públicas que limitan ver al peatón y exponer al arroyo vehicular; y por parte
de los transeúntes: responsabilidad adecuada de los peatones para realizar
cruces de calle en zonas establecidas, control deficiente del cuidado de los
niños en la calle.
Como medidas a establecer en el cuidado de los niños,
para su seguridad vial se sugieren: transportarlos en vehículos con protección
específica en sillas especiales, con sujeción apropiada o empleo adecuado de
cinturones de seguridad, y con casco en biciclos, respetando los límites de
velocidad y señalamientos de flujo. Para bajar del vehículo, deben hacerlo del
lado de la banqueta. Cuando emplean un autobús no deberán subir o bajar al
inicio o durante su marcha. No deben estar recargados sobre las puertas de
acceso durante la marcha, emplear los medios de sujeción adecuados, evitar
emplear carros muy ocupados y no cruzar las calles por delante del autobús (no
los alcanzan a ver por su altura los choferes).
Durante su desplazamiento por las calles se deberá de
cruzar las calles por lugares seguros, tener cuidado en las salidas de
cocheras, no cruzar por lugares que les impida ver la calle o ser vistos por
los conductores, en cruceros con semáforo peatonal pasar cuando el señalamiento
de peatones está fijo y en verde. Se debe cruzar las calles notando que los
autos se encuentren totalmente detenidos. No correr en las calles. En la salida
de la escuela, se debe establecer un lugar de espera fijo y deben aprender que,
aunque nos vean de lejos, no deben cruzar la carretera solos. En los parques,
se les debe señalar claramente su zona de juego y los límites que no deben
pasar para evitar su salidas a las banquetas.
Si emplean bicicletas o patinetas deberán emplear siempre
su casco apropiado. Al llegar a un cruce deben disminuir su velocidad y de ser
necesario detenerse en forma total. Durante el recorrido no llevar audífonos
que le impidan oír sonidos de advertencia. De preferencia no circular con
pasajeros, evitar competiciones y para ser más visibles emplear ropa de colores
claros o emplear cintas reflectantes en la ropa, mochila o partes de la
bicicleta como ruedas, partes delanteras y traseras, además de contar con un
medio de iluminación apropiado para las zonas sin iluminación nocturna.
En forma preventiva inicial se debe considerar el diseño
de las vías terrestres que incluye responsabilidad particular para quien las
proyecta a fin de ofrecer seguridad tanto a conductores como personas que hagan
su uso de forma cotidiana, debiendo de evitar el riesgo en curvas, pendientes y
peraltes de forma apropiada en el trazo de estas vías; y en casos necesarios,
dispositivos eficientes para disminuir velocidad en zonas de tránsito peatonal,
establecer señales específicas para ser atendidas y si alguna de estas señales
se deteriora, reponer a la brevedad posible.
Los funcionarios que deben vigilar el apego a las leyes
de conductores y vías de comunicación deben tener la responsabilidad máxima de
hacer cumplir las leyes de vialidad, ya que de ellas depende la prevención de
accidentes. Asociado en forma apropiada con la concientización eficiente del
conductor y transeúnte de obedecer los reglamentos y señalamientos a fin de
evitar los accidentes posibles. Aceptando la necesidad de sanciones ante su
incumplimiento, con la referencia que ninguna sanción que se aplique podrá
corresponder en cantidad específica a la salud o la vida de cualquier persona
que pueda salir afectada.
Es difícil solicitar a todos que tengan una
responsabilidad vial adecuada, pero al menos podemos empezar con la propia y si
todos actúan de forma responsable, se podrán evitar los accidentes viales...
como ejercicio especial: al salir a la calle trate de analizar las diferentes
actitudes y comportamientos que existen de riesgo por todas partes…