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Dengue

La palabra proviene de un idioma africano (ki denga pepo), para hacer referencia a “una enfermedad súbita causada por malos espíritus” en consideración a la forma aguda e intensa de sus manifestaciones.
Es una enfermedad de causa viral transmitida por el piquete de algunos mosquitos, con desarrollo de: fiebre, mal estado general y en ocasiones con eventos hemorrágicos.
Para su identificación del tipo de cuadro, se establece una clasificación  y así al evento que asocia complicaciones de hemorragias, se le define como dengue hemorrágico; mientras que el habitual sin presencia de sangrados, es el llamado dengue clásico.
En la población mundial infantil, anualmente ocurren entre cincuenta y cien millones de casos de fiebre por dengue y de doscientos cincuenta a quinientos mil casos de dengue hemorrágico, que ocasionan hasta treinta mil muertes. El grupo más afectado corresponde al sexo femenino, y por grupo de edad, el más comprometido se encuentra entre los 13 a 14 años. En zonas endémicas es causa frecuente de hospitalización y de mortalidad.
Clásicamente se encuentra más relacionado con zonas de clima caluroso (15 a 40ºC) en temporada (o posterior a ella) de lluvias con niveles de precipitación de moderados a altos, que favorecen al desarrollo del mosquito que transmite el virus, con la circunstancia particular, que a pesar de los programas de control de los vectores (mosquitos), establecidos por diferentes organizaciones sanitarias, se han notado epidemias en múltiples áreas altamente urbanizadas.
Este incremento se relaciona con el aumento de la población humana, con movimientos de migración variados, desarrollo de viviendas sin urbanización planeada, con presencia de sistemas inadecuados de almacenamiento de agua y la deficiente recolección de residuos sólidos en donde se pueden generar los mosquitos.
La transmisión de la enfermedad se lleva a cabo por la picadura de un mosquito de una persona enferma, a una persona sana. (En particular, por la hembra que requiere de las proteínas humanas para poder formar sus huevecillos en el ciclo reproductivo). Teniendo como característica especial que la actividad de picadura de este vector, se realiza por las mañanas o al atardecer, para considerar en su forma de prevención.
Existen cuatro variedades del virus capaz de producir esta enfermedad, por lo que una persona que padeció este cuadro, queda con protección para un tipo específico pero puede llegar a padecer aún cualquiera de los otros tres tipos.
Algunos niños que sufren la picadura del mosquito con virus del dengue pueden no presentar alteraciones, otros tienen síntomas leves que pueden aparecer entre los cuatro días a las dos semanas después de la picadura; y generalmente, los síntomas suelen durar de dos a siete días. En casos excepcionales, la fiebre del dengue puede transformarse en formas más graves de la enfermedad, que son conocidas como variedades hemorrágicas (dengue hemorrágico o síndrome de choque hemorrágico del dengue) que pueden provocar un cuadro de hemorragias severas y posible muerte, ante lo cual se requiere de tratamiento médico de inmediato bajo ambiente hospitalario.
Las características de la enfermedad, dependen a menudo de la edad del paciente, ya que bajo esta condición es posible que un niño entre dos a cinco años pueda tener un cuadro de fiebre sin poderse distinguir bien de otras enfermedades febriles, asociado con erupción en la piel, pero los adolescentes y jóvenes la duración de la fiebre y los datos asociados son de mayor intensidad que puede permitir su diagnóstico de una forma más inmediata.
La forma clásica del dengue, es una afección de corta duración y relativamente benigna. La multiplicación del virus se produce desde dos días antes de la enfermedad hasta cinco días después, y durante esta fase puede trasmitir la enfermedad por medio de la picadura del mosquito. En promedio, posterior a la picadura del mosquito puede tardar de tres a catorce días (en promedio, una semana) en desarrollar la enfermedad.
En los niños menores de tres años, la enfermedad es inespecífica con fiebre con duración entre uno a cinco días, con inflamación de su nariz y garganta además de tos ligera que suele confundirse con otros cuadros respiratorios superiores virales.
En la mayoría de los niños mayores, se presenta como un cuadro parecido a un catarro, con la particularidad que condiciona decaimiento notorio que hace disminuir la actividad física habitual del niño, fiebre de inicio repentino con valores hasta de 40 a 41ºC, acompañado de dolor de cabeza intenso (en especial por detrás de los ojos y como si pulsara el dolor), dolor a la presión de los globos oculares, enrojecimiento ocular, debilidad, dolor en las articulaciones y en los músculos, vómitos o ganas de vomitar, alteraciones en la percepción del sabor de los alimentos o de las bebidas. La calentura puede estar anticipada por la sensación de dolor de espalda intenso (como si estuviera rota) y en algunas ocasiones se puede acompañar de diarrea y alteraciones respiratorias. Entre el primer y segundo día puede aparecer manchas enrojecidas en la piel que al desaparecer en los siguientes días, deja una descamación fina asociada en forma previa con sensación de comezón generalizada. La temperatura a su vez, luego de dos a cinco días de duración disminuye a valores normales, para volver a repetir en ocasiones por otros tres días.
La variedad hemorrágica se presenta en forma más habitual, asociada con aquellos niños que ya han tenido antecedente de infección previa por dengue; o los lactantes cuya madre le transfirió anticuerpos contra el dengue durante el embarazo. Por criterios de la OMS se establece que deberá de contar con los siguientes requisitos: fiebre de varios  días de evolución, manifestaciones de sangrado activo o por lesiones en la piel (puntos hemorrágicos, moretones, etc.), plaquetas (células especiales en la sangre relacionadas con la coagulación) en valores bajos (menores de cien mil) y evidencia de alteración en la permeabilidad de los vasos sanguíneos. Otra variedad del dengue es el estado de choque por dengue en el que a las condiciones previas, se agrega falla en la circulación sanguínea con alteración de la reactividad del niño, palidez, presión arterial baja.
De preferencia ante la incertidumbre del posible cuadro que se presente en alguno de los niños o adolescentes, conviene acudir a la valoración médica correspondiente, para descartar el tipo de cuadro y de preferencia, planear la vigilancia y comprobar la remisión. Es posible que se tengan que realizar estudios de sangre para comprobar la condición particular, y una vez definida la enfermedad, se deberá de notificar a las autoridades sanitarias a fin de establecer estudio y cerco epidemiológico adecuado para evitar la extensión de la enfermedad a otros susceptibles en la comunidad.
Para su tratamiento no hay un medicamento específico, pero no es necesario cuando las condiciones nutricionales y de inmunidad son adecuadas, para que el organismo limite el cuadro. Se aclara solo que estos pacientes ante el riesgo de presentar hemorragias, no deberán de recibir medicamentos para la fiebre que puedan incrementar el riesgo de hemorragia. Requieren de reposo y aporte de líquidos en cantidad apropiada.

Para evitar la adquisición de la enfermedad, se requiere eliminar todo residuo que pueda servir de criadero de los mosquitos, instalar mosquiteros en las casas, emplear ropa en prendas largas, de ser necesario emplear un repelente indicado por el médico a fin de evitar reacciones especiales en los niños, limitar actividades al aire libre por la mañana y tardes a fin de evitar el momento de picaduras. Solicitar información de la enfermedad si se pretende viajar a alguna población de riesgo. Las personas enfermas deberán emplear pabellones para evitar ser picados para seguir transmitiendo la enfermedad y ante la duda… acudir a valoración médica y no emplear remedios caseros.