Durante esta temporada de frío, la mayoría de los niños tienen incrementada la recurrencia de enfermedades respiratorias. La mayoría de ellas, afecta la parte respiratoria superior (nariz, garganta, anginas, senos maxilares, oídos, cuerdas vocales y adenoides) y sus manifestaciones son específicas del sitio de inflamación involucrado, y asocian en su presentación datos generales anormales, como mal estado general, fiebre y disminución del apetito como alteraciones mas habituales. Su duración generalmente es breve cuando se inicia el tratamiento de forma temprana y adecuada.
El incremento de las infecciones respiratorias en temporada de frío, se condicionan porque el aire frío disminuye y desaparece el flujo constante de moco respiratorio, cuyo mecanismo de arrastre generalmente permite eliminar los microorganismos de estos lugares. Otro factor participativo, es la alta concentración de gérmenes que se condiciona por respirar en ambientes cerrados a las corrientes de ventilación que se cierran por la sensación de frío; y adicional, la aglomeración de mayor numero de personas en esos lugares, que liberan cada uno sus diferentes gérmenes respiratorios.
Los factores que predisponen a los niños a enfermarse, es la poca protección que tienen ellos para respirar aire frío (los cubren de muchas prendas, pero no se coloca la bufanda de forma regular y adecuada cubriendo nariz y boca); otro, es la frecuencia respiratoria que tienen que es mayor a menor edad, y por último su falta de maduración del sistema inmune (defensas) que se adquiere en los primeros dos años de vida.
Cuando existe una infección con su inflamación secundaria, en las vías respiratorias bajas (a partir de la tráquea hacia abajo), las manifestaciones además de las generales (fiebre, mal estado general y disminución del apetito) incluyen dificultad respiratoria, que se expresa con una mayor frecuencia de los movimientos respiratorios a los habituales, y esfuerzo para llevarlos a cabo, por tener que utilizar músculos respiratorios secundarios. Alteraciones por deficiencia de oxígeno, que a nivel del cerebro se puede expresar como somnolencia o bien irritabilidad con llanto persistente, y a nivel de la piel con coloración morada de la boca, de los uñas o dedos.
Los niños menores de dos años (lactantes) pueden padecer durante esta temporada una infección que afecta a un segmento de tubos que llevan el aire a los pulmones conocida como bronquiolos, que se encuentran en el intermedio de los tubos mayores –bronquios- y los alveolos. La inflamación de ellos, se le conoce como bronquiolitis y no deberá confundirse con la bronquitis que es la inflamación de los bronquios.
Por ser tubos de un calibre muy pequeño, su inflamación de la parte interna causa disminución en la capacidad de flujo del aíre y ante esa resistencia ahora, el niño se comporta con dificultad particular para poder sacar el aire de los pulmones y eso genera la dificultad respiratoria, que en ellos se expresa con quejido, hundimiento de sus costillas y parte central del pecho, movimiento anormal de su abdomen al respirar y mayor apertura de fosas nasales, además del aumento de la frecuencia respiratoria.
La evolución clásica de esta enfermedad, establece un primer cuadro, por la invasión de los virus en la mucosa respiratoria superior, con manifestaciones parecidas a cualquier resfriado común; y una vez superada esta parte anatómica, en los siguientes tres días inician de forma progresiva la dificultad respiratoria, causando también la presencia de sonidos anormales en forma de silbidos en su pecho o ruidos respiratorios comparativos a los que produce el ronroneo de un gato, mas notorio en momentos de silencio (noches). Su evolución lenta y progresiva motiva preocupación por lo general, al tercer día de inicio de la dificultad respiratoria ya que en ese momento la enfermedad afecta de forma más importante a la salud del niño, y causa preocupación suficiente en los familiares para buscar la atención necesaria, debiendo ser evaluada la necesidad de internamiento para su tratamiento. El curso siguiente generalmente es de buen pronostico, y el manejo requiere de forma invariable reposo, dieta de mayor predominio líquido, y en caso necesario aporte adicional de oxígeno. Cada paciente, requiere de la valoración individual para tener un buen resultado, y es necesaria la revisión a fin de evitar complicaciones que puedan predisponer a mayor infección agregada o complicación de la respuesta inflamatoria secundaria. Por tener causa viral, no requieren en su tratamiento el empleo de antibióticos.
La forma de evitar esta enfermedad es como en la mayoría de las enfermedades respiratorias: alimentación con leche materna exclusiva o de mayor predominio, aseo adecuado de manos y evitar besos a los lactantes en esta temporada, evitar su respiración de aire frío por tiempo prolongado (cubrir bien su boca y nariz con bufanda o cubre-bocas), no acudir a lugares públicos y no tener contacto con familiares enfermos, mantener de preferencia en su casa (aislamiento relativo) y en habitación con temperatura tibia y ventilada.
Con el inicio de alteraciones respiratorias en el menor de dos años, no se confíe por riesgo de complicarse; y en cambio, la atención temprana le dará el beneficio de la recuperación del niño y tranquilidad en los familiares.