Durante esta
etapa el crecimiento disminuye en forma relativa a las edades previas, precediendo
también la siguiente etapa -de la adolescencia-, en que se vuelve a tener
incremento notorio en la velocidad del crecimiento. Los incrementos de la
estatura en promedio, se mantienen constante con un ritmo de cinco centímetros
por año, mientras que la ganancia de peso, varía entre dos a dos kilos y medio
por año.
El niño de seis
años mide en promedio 110 cm y cuando inicia su adolescencia tiene en promedio
140 cm. Durante el mismo periodo su peso se duplica, pasando de unos 20 kg a
los seis años a aproximadamente 40 kg al final de la etapa escolar.
En su desarrollo
dental, al séptimo año brotan los primeros dientes permanentes y caen los
temporales, siendo sustituidos a razón de cuatro por año. Los primeros molares
brotan a los seis años, mientras que los segundos molares hasta los catorce.
Tanto a nivel
físico como psicológico, este periodo es un intervalo tranquilo relativo entre
las etapas de turbulencia de los pre escolares y los adolescentes,
constituyendo los días apacibles de la niñez. En el aspecto emocional, es el
periodo donde inician su vida independiente y las metas de comportamiento
cambian. Es imperativo inculcar en este periodo el sentido de la
responsabilidad, del deber y del cumplimiento de obligaciones y estimular el
conocimiento. Desgraciadamente, puede también aparecer el sentido del fracaso y
las reacciones de ansiedad, que pueden engendrar un sentido antisocial.
El período de
desarrollo que va de los seis a los doce años, tiene como experiencia central
el ingreso al colegio. Habiendo logrado establecer una relación básica adecuada
en la relación con los familiares, inician el proceso de la socialización
separándose de la dependencia emocional de los padres; y el niño entonces, pasa
más tiempo con su grupo de amigos, define una acusada tendencia a la separación
de sexos, que hace que la comunicación entre uno y otro sexo, se reduzcan al
mínimo. A esta edad el niño debe salir de su casa y entrar a un mundo
desconocido, donde aquellas personas que forman su familia y su mundo hasta ese
momento, quedan fuera. Su éxito o fracaso en este período, va a depender en
parte de las habilidades que haya desarrollado en sus seis años de vida
anteriores. Este hecho marca el inicio del contacto del niño con la sociedad a
la que pertenece, la cual hace exigencias que requieren de nuevas habilidades y
destrezas para su superación exitosa; y es, a través del colegio, que se le van
a entregar las herramientas necesarias para desenvolverse en el mundo adulto.
El colegio puede ser una prueba severa de si se han logrado o no las tareas del
desarrollo de las etapas anteriores, ya que el período escolar trae a la
superficie problemas que son el resultado de dificultades previas no resueltas.
Este periodo puede
ser dividido en dos etapas: la niñez mediana, que involucra de los seis a los
ocho años y la preadolescente, que incluye de los nueve a los doce años, con
mayor evidencia de cambios físicos en las mujeres de este grupo de edad.
Durante la niñez
mediana se podrán identificar como cambios sociales y afectivos, que los niños
muestran independencia de los padres y familia, comienzan a pensar en el
futuro, entienden mejor el lugar que ocupan en el mundo, ponen más atención a las
amistades y al trabajo en equipo; y desean el agrado, además de la aceptación
de amigos. En el razonamiento y su aprendizaje, ponen menos atención a sí
mismos y se preocupan más por los demás, aprenden mejores maneras de describir
sus experiencias, ideas, sentimientos y desarrollan rápidamente sus destrezas
mentales.
Para ayudar al
desarrollo de los niños durante esta etapa, se recomienda: demostrarle afecto,
reconocerle los logros sin halagos excesivos o mediante premios especiales.
Ayudar a desarrollar su sentido de responsabilidad mediante actividades
domésticas. Hablar sobre planes que le gustaría realizar en su futuro, también
sobre amigos y actividades escolares. Establecer el respeto hacia sus
semejantes y animar a ayudar a las personas necesitadas. Proponerle metas
alcanzables, para que al conseguirlas mejore su autoestima y que no dependa del
reconocimiento de los demás. Enseñarle a ser paciente y tolerante, además de
analizar en las consecuencias factibles, antes de hacer algo en particular.
Establecer reglas familiares claras para ser aplicadas en forma eficiente
(comidas, tv, sueño, etc.). Definir las conductas que son aceptables.
Participar en sus juegos y comprender las metas de aprendizaje que planean los profesores
para colaborar en sus objetivos. Felicitarlo por sus actitudes espontaneas
positivas que desarrolle. Estimular la búsqueda de información para todo lo que
no conozca. Establecer una guía apropiada para orientar y protegerlo y no solo
imponer castigos sin haber explicado antes las consecuencias de alguna falla.
Ayudarlo a enfrentar nuevos retos y resolver problemas de acuerdo a sus
condiciones. Motivar que desarrolle en alguna actividad deportiva, grupos de
ayuda o bien colecciones particulares. La convivencia con una mascota, deberá
de involucrar responsabilidades a cumplir en sus cuidados especiales.
Los
preadolescentes se caracterizan por poder establecer amistades, relaciones
fuertes y complejas con compañeros de su mismo sexo. Sienten más la presión de
los amigos de la misma edad y están más conscientes de su cuerpo, a medida que
se acerca la pubertad comenzando a preocuparse por la imagen corporal, con cambios
sobre su alimentación.
En su
razonamiento y aprendizaje, son capaces de enfrentar mayores retos académicos
en la escuela, comienzan a entender más el punto de vista de sus compañeros, amplían
su capacidad de atención y se vuelven más independientes de la familia.
Algunas
recomendaciones para ayudar al niño en esta etapa, establecen: dedicar tiempo
para hablar sobre él y sus amigos, logros y retos a conseguir. Motivarlo a
continuar participando en actividades grupales o deportivas. Ayudar a
desarrollar su propio sentido de lo bueno y lo malo. Hablar sobre posibles
actividades de peligro o de riesgo físico para que pueda tener decisiones
adecuadas. Desarrollar la responsabilidad del ahorro. Continuar estimulando
actividades domésticas y verificar su realización espontánea. Considerando el
respeto a los demás, enseñarle cómo reaccionar ante quien se comporte de forma
ofensiva. Ayudarlo a establecer y superar sus propias metas, reconociendo sus
habilidades y destrezas que gustaría de tener; y sobre la forma de cómo llegar
a desarrollarlas. Verificar el cumplimiento puntual de las reglas domésticas y
las alternativas espontáneas que pueda proponer. Emplear la disciplina para
guiar y proteger a su hijo y no como castigo ni para hacer que se sienta mal
consigo mismo. Fomentar su autoestima, comparando sus logros con él mismo y no
comparar con sus familiares, amigos o la imagen de los padres. Continuar
estimulando la lectura para adquirir nuevos conocimientos y en plan recreativo,
además de verificar su organización de tiempo para cumplir con sus tareas
escolares. Hablar sobre los cambios físicos y afectivos normales que vendrán
con la pubertad; y en especial, enfatizar la actitud y comportamiento de cada
integrante de la familia, para que se comporte con valores sociales
significativos recordando que sigue aprendiendo lo que nota en su hogar.
Para su desarrollo
físico y seguridad en estas etapas, deberá de fomentarse que tenga al menos una
hora de actividad física al día; y el tiempo delante de pantallas, no mayor a
dos horas al día. Evitar el consumo excesivo de grasas y almidones. Vigilar sus
actividades con vehículos de equilibrio empleando los dispositivos de
seguridad, enseñarlos a desplazarse en vías públicas -mediante las
señalizaciones relacionadas y características particulares del tráfico-,
sujetarlos al asiento de forma conveniente en transporte automotriz, evitar
cercanía de sustancias tóxicas, no dejarlo solo en piscinas incluso si ya sabe
nadar, conocer y ubicar a sus amigos cercanos y familiares. Fomentar durante
este periodo actividades físicas para estimular su elasticidad y evitar realizar
ejercicios para desarrollo muscular a fin de evitar limitación en su
crecimiento.