Todo niño es revisado
de forma completa desde el momento de su nacimiento, en búsqueda de
alteraciones en etapa temprana o bien asegurar el estado de salud adecuado de
sus funciones corporales.
La vista es un órgano
de los sentidos, importante para establecer relación con el ambiente para el
resto de la vida; y su revisión desde el nacimiento, puede permitir detectar
algunas alteraciones antes de evolucionar a formas tardías.
Los componentes
del ojo y sus vías nerviosas pueden ser afectados ya durante el embarazo, y al
momento del nacimiento pueden manifestar evidencia de sus alteraciones.
Así existen
enfermedades infecciosas que la madre puede padecer durante su embarazo, que
puedan generarle consecuencias en la vista del recién nacido. Es de ahí
sumamente importante que cualquier proceso que cause fiebre, y aparición de
manchitas en la piel de la mamá, sea considerada de forma significativa para
ser estudiada y tratada de manera más adecuada para evitarle daños al niño en
formación; y de forma preventiva, se debería requerir por lo menos, que antes
del embarazo tenga aplicada la vacuna contra la rubeola, y no se tenga contacto
con los gatos.
Al momento del
nacimiento todos los niños tienen los ojitos fuertemente cerrados, pero basta
solo una estimulación ligera de movimiento de su cabeza hacia adelante y atrás,
para revisar sus ojitos al momento que los abre cuando se suspende el
movimiento.
En este momento,
se pueden encontrar diversidad de alteraciones en la vista, que habrán de tomarse en cuenta para ir
revisando. A la inspección simple se podrá permitir identificar en primer lugar
la presencia del globo ocular ya que en algunas enfermedades no se forma.
También se deberá de revisar la presencia de medios transparentes en el interior
del ojo, ya que otra alteración que se puede advertir al nacimiento, es la existencia
de cataratas. El tamaño aparente del ojo en comparación con el otro, permite
sospechar de un glaucoma congénito, la coloración de un iris diferente al otro
podrá estar orientad a alguna alteración congénita, la falta de integridad del
iris con presencia de un pequeño orificio, con relación a otras alteraciones
corporales. La funcionalidad del ojo se corrobora al estimular mediante una
fuente de iluminación el ojo y notar que presenta contracción inmediata de su
pupila, y el hecho de no manifestarlo puede hacer sospechar que puede haber
déficit de visión; y finalmente, la desviación de un globo ocular que puede ser
consecuencia de alteraciones cerebrales, neurológicas o de tipo traumático por
la forma de atención del parto.
Posteriormente
en los primeros días de vida, entre las alteraciones más comunes que se
presentan en los recién nacidos a nivel de sus ojitos, es la deficiencia en el
funcionamiento de sus vías lagrimales que pueden estar obstruidas, disminuidas
de calibre o ausentes, que condicionarán lagrimeo frecuente y existencia de
infecciones recurrentes asociadas. Su tratamiento se efectuará con tratamiento
para el bloqueo a nivel nasal o bien, dilatación de las vías lagrimales por el
especialista.
En la medida que
el niño se desarrolla, si su alimentación es algo excesiva, es posible que la
posición del párpado inferior de cada ojo (por el volumen aumentado de las
mejillas), mantenga las pestañas en contacto con el globo ocular, y en forma
secundaria se presentará irritación recurrente y en forma adicional infecciones
agregadas.
Todos los niños
que hayan nacido de forma prematura y que se tuvo que proporcionar en su
tratamiento el aporte de oxígeno, deberán de ser revisados de forma temprana y
periódica, para detectar si existen alteraciones en la retina, por desarrollo
de vasos sanguíneos anómalos.
Si dentro de los
primeros 18 a 24 meses, se nota que el niño tiene tendencia a la inclinación de
su cabecita más frecuentemente hacia un lado, es posible considerar que tenga
un defecto de visión importante en el lado que no emplea y deberá de ser
atendido por el especialista en oftalmología.
La palabra
ambliopía hace referencia a la condición en la cual, uno de los dos ojos no ve
de forma adecuada, y el cerebro del niño empieza a utilizar de forma más
exclusiva la visión del lado contrario (donde ve mejor); y esta selección
establecida, puede condicionar atrofia funcional del lado enfermo. De ahí que
sea muy importante que se detecte a tiempo y sea valorado por el especialista
para darle recuperación adecuada. Todo problema de ambliopía deberá de ser
resuelto antes del quinto año de vida del niño para tener oportunidad de una
función normal ocular.
En forma
adecuada, a la edad de los seis meses el niño deberá ser revisado por el
oftalmólogo pediatra, a fin de detectar
si existen alteraciones de la visión del niño; en especial, los niños con antecedentes
familiares de problemas significativos de la visión.
Cuando los niños
tengan entre tres y cinco de años de edad, y no hayan asistido antes a revisión
por el oftalmólogo, se les deberá de orientar previamente para irlos preparando
a su examen especial, en donde se hará empleo de tarjetas, figuras, aplicación
de gotas al interior de su ojo, revisión en aparatos sofisticados, a fin de
darle un ambiente de tranquilidad y confianza para poder hacer el examen de
forma adecuada.
El estudio del
fondo de ojo, la evaluación de los campos visuales, ultrasonido ocular, presión
intraocular, o potenciales evocados son pruebas más específicas ante
alteraciones relacionadas con la visión que se realizarán por motivos
especiales ó bien, para realizar estudio completo ocular.
De forma normal
la agudeza visual, le permitirá distinguir al niño un objeto de tamaño definido
en forma clara a una distancia de seis metros (20 pies). La referencia normal
para los adultos es la relación de 20/20, pero de acuerdo a la edad de los
niños esta relación es diferente a partir de los 30 a los 72 meses, y es a
partir de los siete años en adelante que podrá tener una relación de 20/20.
Un éxito de la
visita al oftalmólogo es solo la mitad de la batalla para mejorar la vista de
su hijo, ya que la siguiente mitad consistirá en hacerlo emplear los lentes de
forma cotidiana.
Para su empleo
periódico se deberá de tomar en consideración las características de los
anteojos; que en especial, deberán de ser cómodos para el niño, por ello no
deberán de ejercer mucha presión en los puntos de contacto con su cabeza o
cara, y deberán de ajustarse de forma apropiada sin tener que estarlos moviendo
a cada rato para acomodarlos.
Es muy
importante emplear la graduación precisa ya que el no cuidarla, le condicionará
continuar teniendo defectos de visión, y alteración en su rendimiento escolar.
Trate de ir
acostumbrando al niño al empleo de los lentes, primero usándolos por periodos
cortos para ir incrementando de forma progresiva la duración de su empleo.
Hacer de sus
lentes un uso rutinario al igual que otras prendas de vestir, para colocarlos
en la mañana y retirarlos de su empleo al momento de bañarse, o de dormir.
En el mejor de
los casos emplear refuerzos positivos con palabras de estímulo, caricias,
gestos de agrado cuando se cumpla con su empleo; y al contrario, mostrar
decepción por la falta de su empleo.
Considerando la función
tan especial de la vista, es conveniente insistir que ante la duda de una
visión defectuosa en los primeros años de vida de un niño, se deberá de acudir
a la evaluación profesional especializada en forma oportuna.