Es la enfermedad
que condiciona cambios inflamatorios en las encías, que se identifica por los
cambios en su color, forma y textura, llegando a tener un color más rojizo o
rojo azulado, asociado con aspecto hinchado, superficie lisa y brillosa, con
manifestación de sangrado al menor estímulo mecánico y aliento desagradable en
forma persistente. Cuando se presenta de forma aguda, interfiere con la
alimentación, desarrollo físico y la vida social del niño y del adolescente.
Esta enfermedad
en caso de no recibir tratamiento, tiene la posibilidad de afectar las
estructuras internas que fijan los dientes, condicionando su inestabilidad y
posible pérdida de pieza dental.
Es un
padecimiento muy frecuente entre la población infantil, llegando a encontrarse
en proporciones que afectan de un 50 a 75% en los diferentes grupos geográficos
de niños mayores de cinco años, que establecen la alternativa de considerar,
que por cada cuatro niños habrán dos o tres afectados.
Por distinción
de sexos, afecta de forma similar y no hay predominancia específica. Existen
condiciones variadas que la establecen, como: culturales, geográficas y
socioeconómicas. Se relacionan de forma más directa con factores específicos,
como son: la higiene dental y relacionada al anterior, la acumulación de una
placa bacteriana sobre la superficie de la encía en contacto con el diente.
Las encías en
forma normal, se caracterizan en el niño por tener un color rosa pálido
parecido más al color de la piel de la cara que al de los labios, debiendo de
notarse que se encuentra firmemente adherida a la superficie de la pieza
dental. En el caso de los dientes transitorios, la encía se encuentra cercana a
la superficie del diente en comparación con los permanentes donde se encuentran
en una implantación más baja, con mayor separación. Tienen aspecto voluminoso,
con aspecto aplastado y llenan de forma completa el espacio existente entre las
piezas dentales cuando son transitorias. En las piezas permanentes que no son
tan bulbosas (son alargadas), las encías en el espacio interdental tienen
aspecto delgado y es posible que se pueda formar un espacio diminuto a través
de ellas.
Las encías en
los niños de tres años, pueden tener unas irregularidades superficiales que se
conocen como punteado cuando son muy pronunciadas. A los diez años de edad, las
encías tienen un punteado de aproximadamente 3 mm de ancho. El color rosado se
debe a la cantidad de tejido que cubre a los vasos sanguíneos que se encuentran
en su interior.
La enfermedad de
las encías, suele generarse a partir de la acumulación progresiva de bacterias
que en forma de una capa invisible y pegajosa de gérmenes (placa), se
desarrolla sobre los dientes y las encías. Esta placa de bacterias libera
sustancias dañinas a estos tejidos, produciendo irritación y respuesta
inflamatoria secundaria.
Cuando se
inflaman las encías, lo primero que se distingue es el cambio de coloración a
un rojo más intenso, al incrementar el contenido de sangre en los vasos
sanguíneos de la encía. Por esta acumulación sanguínea, también se modifica el
volumen de la encía mostrándose hinchada dando un aspecto brillante y tenso. En
el borde de la encía que está en contacto con la pieza dental, se produce una
especie de bolsa, que además tendrá la oportunidad de poder acumular desechos y
como consecuencia mayor invasión y proliferación de microbios. La encía empieza
a desplazarse y deja de proteger a la pieza dental. El proceso infeccioso que
va alcanzando tejidos más profundos, puede llegar a modificar la consistencia
de cemento dental y en consecuencia, se pierde estabilidad y posiblemente la
pieza dental en forma final. Otro riesgo, es la migración de bacterias al resto
del cuerpo.
Esta inflamación
de acuerdo a su extensión puede ser identificada como localizada o bien,
generalizada si afecta a todas las piezas dentales de una arcada en particular.
Existen
diferentes tipos de gingivitis, que a continuación se describen en forma
general algunas de sus características. La más común que se establece es la
simple, que corresponde al momento del brote dental de las piezas temporales.
Se caracterizan por abultamiento de encías que puede ameritar empleo de
anestésicos locales o incluso remedios caseros sencillos y desaparece al brotar
las piezas dentales. En ocasiones, se asocia con evacuaciones de aspecto
diarreico, por la cantidad de saliva que llegan a estimular.
La incidencia
mayor de la inflamación de las encías se presenta en el grupo de edad de los
seis a siete años, que es el momento en que se inicia la erupción de los
dientes permanentes, causado por la acumulación de restos de alimentos y placa
bacteriana alrededor de la corona del diente, que brota afectando en especial a
los molares primero y segundo con mayor frecuencia.
En general, la
mayoría de las ocasiones el problema parte de una deficiencia en los hábitos de
higiene bucal, que permite el acúmulo de sustancias dañinas al cuerpo como
productos con alta cantidad de azúcares, presentes en el consumo habitual de
los niños como golosinas o refrescos, además de productos adicionales dañinos
como sustancias ácidas (refrescos de cola, frituras, etc.), algunos
medicamentos y en ocasiones la presencia de cuerpos extraños que impidan la limpieza
de forma normal, como dispositivos dentales como brackets y en los adolescentes
el consumo de tabaco (fumado o masticado).
En otras
ocasiones, existen factores que disminuyen la respuesta orgánica contra la
infección, como enfermedades asociadas. Entre ellas podemos mencionar: cambios
hormonales durante la pubertad, ciclos menstruales, embarazo o diabetes.
Deficiencias nutricionales como desnutrición, mala absorción. Alteraciones en
respuestas celulares, como en leucemias, tumores, inmunodeficiencias congénitas
(desde el nacimiento) o adquiridas (sida, tratamientos especiales con
inmunosupresores o esteroides). Deficiencias circulatorias como cardiopatías,
alteraciones en las formas de los glóbulos rojos.
También pueden
producirse por factores independientes del desarrollo de la placa
dentobacteriana, ante enfermedades que afectan directamente a las encías como
tejidos, por ejemplo: infecciones por virus del herpes, hongos, bacterias
especiales.
Se presentan
también asociados a enfermedades específicas, como en el paciente con síndrome
de Down, problemas renales, queratosis, fibromatosis.
La prevención de
esta inflamación de encías, se lleva a cabo con revisión dental profiláctica
desde etapas tempranas que debe incluir tiempo previo al brote dental (6
meses), para iniciar hábitos de higiene y de vigilancia de forma adecuada,
además de proporcionar una dieta adecuada que no incluya sustancias dañinas a
las piezas dentales; y en especial, el hábito de cepillado en relación al
consumo de alimentos y empleo adecuado del hilo dental. Se involucran en la
atención de estos pacientes, a los especialistas en salud dental: odontólogos,
odontólogo pediatra, periodoncista; y en caso de enfermedades asociadas: el
pediatra o sub especialistas correspondientes de acuerdo a la enfermedad
(endocrinólogo, hematólogo, oncólogo, genetista, gastroenterólogo,
nefrólogo).
Considerando su
frecuencia tan elevada entre la población infantil, en donde la mayoría de las
ocasiones no tiene las manifestaciones tan evidentes para ser detectada por los
familiares, se recomienda acudir a una valoración dental en forma temprana
(antes que broten las piezas dentales) y establecer el hábito higiénico de un
cepillado dental bien asesorado, al igual que el empleo regular del hilo dental.
Si hay dolor y mal aliento no habrá que esperar que se aflojen los dientes o
que la infección se disemine…