Constituyen grupos
humanos que se oponen a la aplicación de vacunas a los niños y adolescentes,
por razones variadas. Su actitud y la disponibilidad de medios para divulgar
sus conceptos han formalizado que a nivel mundial se establezcan como un
comportamiento social (movimiento) particular.
Estos movimientos
empezaron a tener gran fuerza a partir de 1998, cuando se publicó un estudio en
el que se vinculaba a la vacuna triple viral con el autismo, pero estudios
posteriores demostraron falsedad en este dato en 2004, pero la duda ya había
crecido
La vacunación en
menores de cinco años es una de las intervenciones más eficaces y
costo-efectivas que existen para reducir la mortalidad infantil en el mundo. Se
estima que se evitan aproximadamente 2.5 millones de muertes cada año gracias
al cumplimiento de un esquema básico de vacunación. Hace 30 años que se trabaja
un esquema de vacunación en el que se previene, protege y erradican
enfermedades.
La incertidumbre
que pueden tener los padres de familia hacia las vacunas es compleja y
específica de su contexto, que varía según el tiempo, lugar y tipo de vacunas.
Se encuentra influida por factores como la complacencia, inconveniencia y la
desconfianza.
La complacencia se
refiere a la percepción de que los riesgos de la enfermedad (prevenible por la
vacuna) son bajos. La inconveniencia la justifican los familiares por las
dificultades relativas que tienen en la disponibilidad y accesibilidad de las
vacunas y la desconfianza, la establecen ante la incertidumbre que tienen a la
seguridad y eficacia de las vacunas, a los sistemas o sitios de aplicación y de
quienes promueven su aplicación (industria farmacéutica y sistemas políticos).
Durante la
consulta, el planteamiento de aplicación del esquema de vacunación puede condicionar
la negativa en los padres, especialmente por tres tipos de alternativas:
condición médica, principios religiosos y condiciones personales.
La condición
médica generalmente se debe a una afección orgánica particular, en donde la
respuesta natural del sistema inmunológico está alterada, sin una capacidad de
respuesta apropiada o por respuesta alérgica especial, que puede generar una
reacción grave posterior a la aplicación del biológico o del producto con el
que se combina.
Bajo principios
religiosos, algunos grupos especiales demeritan las vacunas porque suponen que
se produce una ruptura del equilibrio de la naturaleza de las cosas, como una
influencia externa o innecesaria (Col 2:8 “mirad que ninguno os engañe por
filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a
los elementos del mundo, y no según Cristo”).
Las posturas
individuales se basan en creencias personales, morales o situaciones sociales
que le genera la incertidumbre a la vacunación, con sus factores ya señalados
previamente. En esta actitud influye también, la corriente ortodoxa de la
homeopatía, que asegura que las vacunas alteran los miasmas (predisposición
particular que cada persona tiene a desarrollar y padecer cierto tipo de
enfermedades y síntomas específicos) del ser humano por las sustancias que
contienen.
La incertidumbre
para la aplicación de vacunas es una preocupación mundial. Un análisis de la
OMS y la UNICEF hasta junio de 2017 confirma que la incertidumbre está presente
en la mayoría de los países y aumentó de forma importante entre 2014 y 2016.
De los estudios
para pacientes con problemas de vacunación, que se pueden dividir en niños que
reciben una cantidad menor del esquema de vacunación (subvacunados) y niños que
no cuentan con alguna inmunización (no vacunados), establecen en la mayoría de
sus comunidades características especiales: generalmente los subvacunados,
corresponden a niños que viven en la pobreza, pertenecen a grupos marginados y
con una madre soltera sin un grado elevado de desarrollo escolar, que asocian
en especial factores socioeconómicos, para poder llevar a cabo la aplicación
completa del esquema y por otra parte, incertidumbre y desconocimiento sobre la
seguridad y efectos secundarios de cada una de las vacunas. En la otra parte,
del grupo de los no vacunados, los datos relacionan en especial a grupos
socioeconómicos medios y altos, padres con estudios universitarios, en edad
entre 36 a 40 años, con mucha influencia de condiciones básicamente filosóficas
e influidos por información de internet por grupos sociales.
Los grupos
antivacunas rechazan la aplicación de biológicos a partir de la preocupación
sobre la seguridad y efectos secundarios. Creen que las vacunas no funcionan y
que sus hijos generalmente no están en riesgo o que la enfermedad prevenible
por la vacunación en sí no es peligrosa. Creen que es mejor estar infectado naturalmente que
vacunado. Consideran que ellos saben lo que es mejor para sus hijos y que
deberían tener el derecho de tomar decisiones por ellos. Muestran falta de
confianza en las autoridades de salud del gobierno, la medicina organizada, los
funcionarios de salud pública y / o las compañías farmacéuticas y asocian objeciones
éticas, morales o religiosas (por ejemplo, las vacunas son una violación de la
voluntad de Dios)
En su mayoría estas
creencias son una consecuencia del éxito de los programas de inmunización
infantil. Cuando hay suficientes personas vacunadas en la población, la
protección alcanza a las personas no vacunadas debido a que los microorganismos
encuentran muchas dificultades para propagarse. A medida que la inmunización
previene con éxito más enfermedades, los padres tienen poca familiaridad con
los efectos devastadores de las enfermedades prevenibles por vacunación y no
tienen la dimensión de la gravedad cuando una epidemia de estas enfermedades se
desarrolla con sus complicaciones. Es por ello, por lo que la población no vacunada está ‘‘fuera de
riesgo’’. Para los padres que no están familiarizados con las enfermedades prevenibles por vacunación, los posibles efectos adversos suelen ser más
importantes que los posibles beneficios.
Señalan en
particular que la vacuna triple viral se relaciona con el desarrollo de autismo
en los niños por sus componentes; y que, el desarrollo del sarampión natural
protege contra el cáncer. La vacuna contra el virus del papiloma, consideran
que fomenta la actividad sexual. La vacuna contra el meningococo y la influenza
influye al desarrollo de la parálisis (Guillain Barré), la del rotavirus tiene
complicación digestiva por invaginación intestinal y la cantidad de aluminio
por vacunas aplicadas, alcanza niveles de toxicidad y relación con problemas de
autoinmunidad.
Las vacunas son
suficientemente seguras. Sin embargo, no están exentas de riesgos y tampoco son
100% efectivas. Esto sitúa en un dilema a los padres y no debe ser minimizado.
El médico debe de ser honesto con los padres, exponer y compartir de forma
entendible, clara y concreta lo que se sabe acerca de los riesgos y beneficios
de la vacuna en cuestión, intentando esclarecer cualquier malentendido o
confusión, informando y enseñando a los padres, ya sea en la consulta o
refiriéndolos a páginas de internet o a libros con información bien sustentada
y específica sobre las vacunas.
Como consecuencia
del rechazo a la vacunación, se tiene mayor riesgo de contraer una enfermedad
prevenible con sus complicaciones y mortalidad asociada a la persona que lo
padece (su hijo puede morir o quedar con secuelas); y para la comunidad, genera
un riesgo de brote de enfermedad y epidemia en los no vacunados.
Los padres deben
ser libres de educar y cuidar a sus hijos, tomando las mejores decisiones en su
nombre. Sin embargo, en algunas ocasiones, las decisiones médicas entran en
conflicto con las de los padres, y estas diferencias eventualmente serán
irreconciliables. Si se desarrolla un ambiente de
desconfianza y existen diferencias significativas entre la filosofía del médico
y los padres o persiste una mala calidad de la comunicación, se puede animar a
la familia a encontrar otra opinión médica, con apego al principio del interés
superior del niño, procurando su pleno bienestar actual y futuro...