Cuando una persona tiene la tonalidad de su piel en
coloración amarilla, se le considera que tiene ictericia. Este cuadro, es muy
frecuente que se presente en la etapa de recién nacido (primer mes), por la
adaptación que realizan las células de su sangre, posterior al nacimiento con
desaparición espontánea o secundaria a un tratamiento específico.
Fuera de este
periodo del primer mes de vida, la presencia de la coloración amarilla de la
piel y/o de las mucosas de las cavidades corporales, podrá tener causas
variadas que estarán relacionadas con enfermedades particulares.
La coloración
amarilla, se produce al existir acumulación excesiva de un pigmento
(bilirrubina) que se forma de la transformación química de una proteína
(hemoglobina), encargada de transportar el oxígeno en las células de la sangre
(glóbulos rojos); y que de forma normal, se modifica y elimina por el hígado a
través de la bilis.
Cualquier
alteración en los factores previamente mencionados, puede ser capaz de generar
la coloración amarilla de la piel, así como su recurrencia o persistencia,
serán la evidencia del comportamiento de la enfermedad.
Así la presencia de
la ictericia puede estar generada, por: enfermedades de los glóbulos rojos que
causan su destrucción, alteraciones en el funcionamiento del hígado que impiden
su eliminación de forma apropiada; o bien, por enfermedades que obstruyen de
forma mecánica la eliminación de la bilis.
En forma común,
cuando un niño tiene este cuadro de coloración amarilla recurrente o progresiva
en su cuerpo, puede asociar otras alteraciones relacionadas a la sustancia
anormal acumulada, como es la sensación de comezón en toda la superficie
corporal, sensación de asco a los alimentos, vómitos y de forma secundaria
deficiencia de apetito. Ya en relación a las causas específicas, el cuadro de
ictericia se puede acompañar de datos adicionales, que permiten considerar su
causa y posible comportamiento futuro.
Por la condición
que la coloración amarilla de la piel representa siempre alguna enfermedad en
especial (a reserva de la condición racial –orientales-), se justifica que debe ameritar la atención inmediata, a fin de identificar y evitar la complicación
de la enfermedad primaria. Señalamos a continuación algunas de las enfermedades
que pueden producirla, estableciendo -a manera de información general-, sus
factibles complicaciones en caso de no recibir la atención necesaria, debiendo
acudir a valoración médica para valorar la gravedad de los casos particulares.
Por destrucción de
los glóbulos rojos, tendremos asociado a la presencia de ictericia: una
coloración obscura de la orina, fiebre al momento de ruptura celular, palidez
notoria de la piel, fatiga, cansancio, detención del desarrollo y pruebas de
laboratorio donde se haga evidente fragmentos celulares destruidos, sustancias
o micro organismos que destruyan a los
glóbulos rojos, cambios en su contenido o forma celular. Dentro de estas
enfermedades se relacionan enfermedades de los glóbulos rojos, alteraciones en su
resistencia, función bioquímica alterada, tipo de hemoglobinas, intoxicaciones
especiales, parásitos como paludismo y otros menos frecuentes, transfusión de
sangres equivocadas, reacciones adversas de medicamentos y reacciones de
inmunidad alteradas (enfermedades autoinmunes). Dependiendo de la intensidad y
duración de los cuadros, puede manifestar como complicaciones: anemias de
grados variables, insuficiencia cardíaca y, en casos agudos o descompensación
crónica la muerte del afectado.
Por alteraciones en
el funcionamiento del hígado, puede haber asociado a la coloración amarilla:
aumento en el tamaño del hígado, o al paso de tiempo, disminución relacionada
con insuficiencia del funcionamiento hepático, dolor localizado en la región
del hígado, aliento descompuesto, sangrados variables, cansancio o sueño
frecuente, cambios en la consistencia del hígado. Entre las enfermedades que
pueden establecerlo se mencionan en forma más frecuente y con pronóstico
favorable a la hepatitis viral (A), ya que las otras hepatitis pueden tener un
curso de recurrencias y daños posteriores continuos, el absceso hepático que
incluye una zona de acumulación de pus, que al momento de ruptura puede
condicionar un cuadro grave. Intoxicaciones con productos naturistas, por
metabolismo excesivo continuo para la eliminación de los alcaloides en su
presentación natural (concentrada y con química original). Reacción a
infecciones en otras partes corporales, manifestando una ictericia de
intensidad leve y recuperación adecuada ante la remisión de las infecciones
primarias. Efectos secundarios a algunos medicamentos o antibióticos, que suele
ser relativamente común en el niño que no es dosificado de forma adecuada a su
edad o peso. Infecciones adicionales que afectan al hígado que pudieron ser
adquiridos desde el vientre materno y tener periodos de reactividad o reposo.
Enfermedades del metabolismo de la bilirrubina, donde existirán antecedentes
familiares de cuadro similar; o bien, antecedentes de consanguinidad en los
padres. Acumulación de otros tóxicos que pueden afectar a la función del
hígado, por ejemplo con la acumulación del cobre. En este tipo de padecimientos
es necesario realizar pruebas generales del funcionamiento hepático y algunas
muy específicas para determinar la causa primaria, con seguimiento de sus
valores reportados para tener mejor idea del pronóstico en su comportamiento.
Los procesos de
obstrucción mecánica, se distinguen de otras causas porque junto con la
coloración amarilla de la piel y mucosas, se asocia la orina en coloración
oscura que contrasta con la coloración blanquecina de las evacuaciones, al no
haber eliminación de la bilis al sistema digestivo, que es la determinante de
la coloración normal de las evacuaciones. Entre este tipo de enfermedades, se
consideran desde el nacimiento las malformaciones digestivas, que pueden
incluir: obstrucciones del tubo digestivo por falta de desarrollo intestinal,
deficiencia en el desarrollo de las vías biliares como las más importantes. Ya
en etapa posterior al nacimiento, puede haber obstrucción del sistema biliar
por la presencia de cálculos biliares, inflamación biliar por infecciones
asociadas, obstrucción por parásitos (lombrices), obstrucción por compresión
externa debida a masas tumorales (cánceres) o anormalidades en la formación de
secreciones que afectan también a la bilis (bilis espesa o fibrosis quística).
En las últimas dos
condiciones que pueden generar la ictericia (por alteración del hígado o por
procesos obstructivos) la coloración amarilla puede variar a un tono verdoso,
por acumulación mayoritaria de una bilirrubina ya modificada por el hígado, que
genera este tipo de coloración, que es mucho más evidente con procesos
obstructivos biliares. La alteración del hígado se complica a futuro con
insuficiencia de este órgano.
Como se puede distinguir, hay
variedad de causas que pueden establecer la coloración amarilla de la piel y no
solo se deberá de pensar siempre en hepatitis o la recurrencia de la hepatitis;
ya que de forma común, cuando un niño ha padecido un cuadro de hepatitis (tipo
A o epidémica) queda protegido de su recurrencia, ante la eficacia de sus
anticuerpos formados con la infección activa o con la vacunación. Bajo este
argumento, es válido reconsiderar la causa de una ictericia recurrente en un
paciente y debe motivar al médico a realizar un interrogatorio abundante, para
poder establecer alguna respuesta relacionada con el desarrollo de la
enfermedad; y con la sospecha del padecimiento posible, justificar la
realización de estudios específicos para confirmar o descartar. Si es de su
competencia, ofrecerá el tratamiento necesario; y en caso contrario, podrá
sugerir al especialista o sub especialista más conveniente para un tratamiento
con mejor experiencia (gastroenterólogo, cirujano, gastroenterólogo pediatra,
cirujano pediatra, reumatólogo, reumatólogo pediatra, hematólogo, hematólogo
pediatra, etc.) y que dará mayor tranquilidad para resolver el caso particular
o al menos, evitar mayores complicaciones si solo es necesario controlar el
cuadro.