Cuando en un
niño en etapas tempranas de su vida, no se le detecta una infección urinaria; y
por tanto, no se proporciona el tratamiento correspondiente, se corre el riesgo
que ese niño desarrolle complicaciones importantes en el futuro, a un plazo no
determinado, por las condiciones que se puedan ir generando a favor o en contra
de esas complicaciones.
Esas complicaciones,
pueden ser el desarrollo de presión arterial elevada, formación de pus
alrededor de alguno de los riñones, infección recurrente en los riñones,
deformidades renales; e incluso, la insuficiencia renal que requiere como
tratamiento definitivo el trasplante renal.
Considerando por
tanto esas complicaciones, tan importantes en la salud de un niño o del adulto,
es necesario que las infecciones urinarias sean detectadas de forma conveniente,
desde la primera ocasión que aparezcan para poder ofrecer un buen tratamiento,
así como asegurar con el control posterior que no tenga recurrencia, para
evitar las complicaciones señaladas.
De forma simple,
podemos mencionar que el sistema urinario se forma por los riñones que filtran
la sangre para eliminar el exceso de líquidos y algunos desechos, desembocan a
un conducto (uréter), que lleva la orina hasta la vejiga urinaria, en donde se
almacena de forma progresiva (cuando el niño ya tiene capacidad de retenerla),
para eliminarse al exterior a través de la uretra que es más corta en las niñas
por razones anatómicas.
De manera
natural las vías urinarias posteriores al riñón, son espacios virtuales que se
abren o expanden en la medida que la orina desciende o se acumula. Se le conoce
como vías urinarias bajas a partir de la vejiga urinaria hacia el exterior; y
altas en particular, a los riñones.
Las bacterias
tienen oportunidad de ingresar a las vías urinarias por dos formas: una por
medio de la sangre (descendente) llegan de forma más directa a los riñones, y
la forma ascendente en donde por medio de las evacuaciones y contaminación de
genitales, pueden ir “subiendo” hacia esos espacios.
Como mecanismo
de defensa, existe el flujo constante de la orina, que por medio del
deslizamiento urinario “limpia”, de forma eficiente el trayecto urinario de
estos gérmenes, y los factores celulares y de anticuerpos que impiden el
desarrollo de la proliferación bacteriana.
Los mecanismos
que favorecen al desarrollo de infección urinaria en una edad temprana de la
infancia, se relacionan entonces con alteraciones anatómicas (malformaciones
urinarias) que no permiten un mecanismo de limpieza adecuado, deficiencias
nutricionales o inmunológicas, y de forma más común la deficiencia de hábitos
higiénicos como el retardo de la limpieza, con la persistencia de evacuaciones
cercanas a la región genital, cambio de pañales con manos sucias y la limpieza
de evacuaciones de atrás hacia delante.
Por esta última
condición señalada, son las niñas quienes en sus primeros meses de vida, pueden
llegar a desarrollar infecciones urinarias de forma más frecuente comparada con
los hombres. Si a esto, agregamos que estos lactantes no tienen forma fácil de
comunicar sus molestias; entonces, es posible que los lactantes con infección
urinaria puedan ser confundidos en su expresión de irritabilidad, con otras
enfermedades y en el peor de los casos a tratamientos equivocados, o remedios
empíricos de los familiares dando oportunidad de ir desarrollando sus temidas
complicaciones a futuro.
En niños
mayores, la oportunidad de señalar molestias (ardor) al momento de orinar,
facilita relacionar la infección urinaria (conocida también como “mal de
orín”).
En los menores
de dos años, se podrá sospechar cuando el bebé manifieste sesiones recurrentes
o periódicas de llanto intenso y no se detecten alteraciones inflamatorias en
alguna parte de su cuerpo, en especial en sistemas respiratorios, digestivo o
de la piel.
Cuando el cuadro
deja de ser una manifestación aguda (menor de una semana), el niño “se hace
tolerante” a la sensación ardorosa durante la micción; y como consecuencia, da
la apariencia de haberse recuperado de la molestia de días anteriores, pero la
persistencia de la infección urinaria y la cronicidad del cuadro inflamatorio,
ahora evita que el niño pueda tener su desarrollo de forma normal; y por tanto,
su incremento de peso se detiene, mucho antes que su desarrollo de estatura.
Es conveniente
de preferencia, que ante los datos de irritabilidad (llanto frecuente y
constante) sin causa aparente, acuda al médico para considerar la posibilidad
de una infección urinaria, se revise de forma directa los genitales, procurando
encontrar datos inflamatorios; o bien, realizar estudios correspondientes para
confirmar.
Una vez
establecido el diagnóstico y completado el tratamiento, es muy importante
realizar controles posteriores de estudios de orina, para descartar la
recurrencia de la infección urinaria, que puede estar relacionada quizás con
malformaciones de vías urinarias, o deficiencias inmunológicas particulares,
que al identificarse en esta etapa temprana podrán mejorar el pronóstico futuro
de esos niños.
De todas las
malformaciones existentes, las de vías urinarias son las más frecuentes en la
población en general. Muchas de ellas son compatibles con la vida y la función
urinaria de forma adecuada, pero otras pueden ser factores que condicionen la
recurrencia de procesos inflamatorios en vías urinarias; y por tanto, requieren
de ser tratadas a la brevedad posible.
Cuando una
infección es recurrente, puede generar la formación de cicatrices en el
trayecto urinario o en los riñones, que tendrán facilidad posterior para volver
a causar infecciones recurrentes, cálculos renales, deformidades de trayecto
urinario o presión arterial elevada.
Como forma
preventiva para evitar esta enfermedad, se recomienda cambios de pañales o limpieza
frecuente de evacuaciones, realizando movimiento de limpieza siempre en
dirección hacia la espalda y hacerlo con manos limpias. Consumo frecuente de
líquidos, y evitar que el niño se aguante las ganas de orinar. Además, emplear
prendas íntimas que favorezcan la ventilación de región genital y que no sean
ajustadas. Evitar que el niño tenga manipulaciones genitales con manos sucias
Se recomienda,
que si usted duda en sus hijos de alguna posible infección urinaria, acuda con
su médico de confianza para que se efectúe el estudio específico, que es el
urocultivo cuantitativo con antibiograma para poder dar un tratamiento
adecuado, (el examen general de orina solo es eso: una descripción general) y
seguir el control posterior para descartar cronicidad o factores que lo
favorezcan. El podrá recomendar en caso necesario su asistencia con el
pediatra, cirujano pediatra o el urólogo pediatra en caso de ser necesario.
Todo es válido
ante el significado que establece la salud adecuada de su hijo…