Es una infección
transmitida por la picadura de una especie de garrapata, que puede causar
diferente tipo de manifestaciones; de acuerdo al germen especial inoculado y al
tiempo de evolución que tenga dentro del paciente.
La enfermedad
recibe este nombre por haberse asilado la bacteria que la produce, en la
comunidad americana de Old Lyme en 1977, cuando se investigaba un brote de artritis
en niños y adultos jóvenes. Pero la enfermedad ya se describía desde finales
del siglo XIX en Europa, agregándose posteriormente otras descripciones
similares en algunas comunidades especiales de Estados Unidos y de países
asiáticos.
En inicio se
consideraba como exclusiva de algunas comunidades, que relacionan
características específicas a una determinada flora (zonas boscosas) y fauna
(venados cola blanca), pero en la medida de la descripción de más casos, se han
identificado como factores significativos al agente transmisor (garrapata del
género ixodes), que se infectan cuando pican a venados (cola blanca) o ratones,
adquiriendo el microorganismo (Borrelia burgdorferi) causante de la enfermedad;
que a su vez, tiene variantes asociados a su origen. Así la complejidad es
particular, tomando en cuenta que cada zona geográfica posee una especie
diferente de bacteria, que conlleva a diferentes manifestaciones y
complicaciones a largo plazo. Del germen, existen 18 especies, pero solo cinco
de ellas poseen importancia para el desarrollo de la Enfermedad de Lyme.
La garrapata se
infecta con la bacteria al adherirse a animales que son reservorios, como
ciervos, ratones o aves, hasta que posteriormente infectan al ser humano, al
inocular los microorganismos en las heridas de picadura, con su saliva.
El contagio
ocurre en zonas boscosas o rurales, donde por lo general, las garrapatas saltan
hacia los humanos o se ubican en la vegetación y al caminar a través de los
arbustos, se aferran a la ropa o equipo de campo, para luego alimentarse a
través de la picadura de la piel. La garrapata suelta en su saliva: sustancias
que evitan que la sangre pueda coagularse para poder succionar en forma
contínua; y otras sustancias, que evitan percibir el dolor producido por la
picadura.
El mayor número
de pacientes se encuentra en la población infantil y juvenil, por tratarse de
la población que pasa mucho tiempo expuesta al aire libre.
Es una
enfermedad poco conocida, por lo cual puede ser quizás confundida y en
ocasiones mal diagnosticada, en consideración a las diversas alteraciones que
ocasiona.
Las garrapatas
de ese tipo, son pequeñas y difíciles de ver. Tienen un tamaño variable de
acuerdo a su etapa de vida, que puede ser menor de 1 mm a máximo 2mm. Es fácil
que su picadura pase desapercibida y mucha gente que contrae esta enfermedad,
no recuerda el antecedente de la picadura. Vale aclarar, que no todas las
picaduras de esta garrapata pueden causar la enfermedad de Lyme, y garrapatas
diferentes pueden causar otras enfermedades.
Para identificar
la enfermedad, se ha clasificado en diferentes fases o estadíos.
La primera fase
conocida también como temprana localizada, se desarrolla durante los primeros
días de la picadura hasta las siguientes tres semanas de evolución. Se
manifiesta como un eritema migratorio, presente como signo inicial en el 60 a
80% de los casos. Es una reacción de la piel a la picadura de la garrapata,
desarrollando cambios de coloración específicos, en forma de diana: en la zona
de picadura se produce un ligero aumento de volumen de color rojizo, rodeado de
una parte de piel de color disminuido, que en forma de anillo se va expandiendo
hacia el exterior, marcado por una zona de color rojo más intenso que la limita
con la piel normal. Se le conoce también como “ojo de buey”. No suele doler y
tampoco generar comezón. Es difícil de detectar en personas de piel oscura o
morena, donde puede ser confundida con un simple moretón; o también ser
desapercibida, si se encuentra en el cuero cabelludo o la mayor parte del
tiempo cubierta con prendas de vestir. Esta erupción suele desaparecer aproximadamente
en un mes.
La fase
siguiente corresponde a la forma temprana diseminada. Si el eritema migratorio
no se identifica y no se proporciona tratamiento específico, en las siguientes
3 a 12 semanas se puede presentar afecciones a diferentes órganos o sistemas,
por la distribución sanguínea del microorganismo, que de forma especial afectan
al sistema nervioso y al corazón. El enfermo señala como datos generales, la
presencia de: fiebre, mal estado general, fatiga y crecimientos de ganglios en
algunas partes del cuerpo.
Por alteraciones
en el sistema nervioso, puede haber parálisis de grupos musculares de la cara o
alteraciones en movimientos oculares, puede desarrollar manifestaciones que se
confunden con infección de las capas que envuelven al cerebro (meningitis),
dolores en el trayecto de algunos nervios con disminución de su sensibilidad,
función motora, adormecimientos seccionales. En el corazón condiciona
palpitaciones, sensación de cansancio a la actividad física, dolores de pecho,
desmayos, acumulación de líquido (pericarditis) o datos de insuficiencia, que
se autolimita en los siguientes diez días.
Puede haber
conjuntivitis, dolores y molestias oculares variadas; hepatitis y en la piel,
puede haber en ocasiones un nódulo de color rojo-violáceo hasta de 2.5 cm de
diámetro, en el lóbulo de la oreja y/o areola mamaria.
La etapa crónica
puede iniciar de las dos semanas a dos años después de la infección. Puede
causar alteraciones articulares, neurológicas o cutáneas. En la artritis se
afecta una articulación grande, en forma migratoria y asimétrica. En el 90% se
trata de la rodilla y el 10% es la cadera, el tobillo, codo o la muñeca,
acompañada de fiebre, con presentación recurrente en la mitad de los casos. En
ocasiones, se acompañan de inflamación de los tejidos oculares. A nivel
cerebral produce inflamación (encefalitis) con alteraciones de comportamiento,
dolor de cabeza y cambios en el patrón de sueño. En la piel, causa perdida de
la superficie normal de la piel, notándose lisa, engrosada y superficie áspera
en la zona donde se produjo la picadura; y en otras ocasiones, la piel atrófica
se nota en zonas de mayor extensión en consistencia endurecida (esclerosis).
Ante la variedad
de manifestaciones, la consideración de su presencia se debe confirmar con
estudios de laboratorio especiales, que la identifiquen de forma apropiada. Se
realiza mediante la determinación de anticuerpos que el paciente tenga
elaborados, ante su enfermedad; o bien, mediante estudios que detecten partículas
genéticas del germen.
Con altas
posibilidades de sospecha de la enfermedad o la prueba confirmatoria, el
tratamiento no deberá retrasarse; y la asistencia periódica para la vigilancia
médica, deberá de continuarse para la recuperación de la salud.
Ante la
posibilidad que los niños puedan adquirir esta enfermedad al acudir a una zona
rural o boscosa, se deberá de verificar que de preferencia antes de acudir:
cuente y utilice un repelente adecuado contra insectos, que su médico
establezca con 20-30% de DEET. A su retorno al hogar, pedirles que se bañen tan
pronto como sea posible. Revisar que no tengan garrapatas en el cuerpo o
escondidas en zonas especiales, como axilas, detrás de rodillas, cabello,
ingles. Toda su ropa deberá de colocarse en la secadora a una temperatura alta
durante una hora; o también, introducir y sacar del agua hirviente para matar
las garrapatas que ahí se pudieran encontrar. A los niños que se le encuentre
alguna garrapata adherida en su piel, se deberá de retirar mediante pinzas de
depilar, procurando tomar desde la parte más cercana a la mordedura de la piel,
para evitar la liberación de su saliva que contiene la bacteria, siendo
conveniente iniciar el tratamiento específico, pero en los casos que no se
pueda proporcionar, se le deberá vigilar durante los siguientes 30 días en
espera de posibles manifestaciones.
Es una
enfermedad poco conocida… hay que señalar sus datos para sospechar y tratarla.