La
correlación armoniosa entre los dientes, encías y labios; con sus colores y
formas, permite identificar una sonrisa atractiva en todas las personas. Desde
la etapa infantil, esa condición atractiva, debe justificar su revisión
periódica por el especialista en odontología, para mantener su funcionalidad y
aspecto agradable, ya que, ante la existencia de enfermedad, se compromete su
aspecto y salud posterior.
Todo tejido que se encuentra relacionado con la inserción del diente al hueso, es un elemento periodontal, de los cuales se incluyen la encía, ligamento periodontal, cemento y hueso alveolar propio, que rodean y soportan a los dientes, manteniéndolos en los huesos maxilar y mandíbula. La encía es el revestimiento del periodonto y aporta tanto protección a los tejidos que se encuentran por debajo, como anclaje adicional a los dientes. El ligamento periodontal es una estructura compleja, que actúa de amortiguador entre el diente y el hueso, protegiéndolo durante la masticación para evitar trauma directo de la raíz dental sobre el mismo. El cemento de la raíz es una fina capa mineralizada que envuelve la raíz, para actuar de pegamento biológico que sujeta el diente a su hueso. Es decir, se trata de una sustancia dura que cubre y protege el diente y lo mantiene unido al ligamento periodontal. El hueso alveolar (maxilar para el superior y mandíbula para el inferior) alberga en su interior las raíces de los dientes; y a su vez, está protegido de sufrir traumas durante la masticación, por el ligamento periodontal.
En forma conjunta, la función que desempeña el periodonto consiste en sujetar los dientes en la boca, proteger el hueso que los alberga y, si se da el caso, colaborar en la regeneración de los tejidos si se crean las condiciones adecuadas para ello.
Este conjunto, ofrece mecanismos de defensas (anticuerpos) frente a las bacterias y microorganismos externos; y mecanismos de regeneración de tejidos, como el cemento radicular, a partir de células (madre) especializadas que se encuentran en el ligamento periodontal, con una elevada capacidad de auto regeneración y también, con empleo de otras células especializadas (fibroblastos) en la reparación de los tejidos dañados.
La misión del periodonto es preservar y mantener estables las piezas dentales. Cuando alguna enfermedad afecta a estructuras del periodonto, la salud y la integridad de ese soporte se altera y, los dientes corren el riesgo de caerse.
Las enfermedades periodontales afectan las estructuras de soporte de los dientes, principalmente la encía y el hueso alveolar. Son causados por colonias complejas de bacterias, que crecen en una película biológica en la superficie del diente (placa dental). Estas bacterias provocan una respuesta inflamatoria, que puede resultar en la destrucción del tejido. Tanto la gingivitis como la periodontitis ocurren en niños y adolescentes. La gingivitis es una inflamación reversible inducida por la placa dental limitada a la encía, y es común en niños desde los cinco años. La periodontitis suele ir acompañada de gingivitis, pero implica la destrucción irreversible de los tejidos de soporte que rodean el diente, incluido el hueso alveolar.
En forma normal, las encías que rodean los dientes en los niños deben aparecer de color rosa a rosa rojizo, ser firmes y resistentes. Es normal un ligero enrollamiento o redondeo alrededor del cuello del diente. La superficie de la raíz del diente debe estar cubierta por encía (con hueso subyacente), pero debe cubrirse muy poca parte de la corona. La superficie del diente a lo largo del margen gingival (línea de la encía) debe estar libre de depósitos de placa o sarro (material sólido blanquecino-amarillento) o estructuras duras (cálculos) visibles. La encía marginal debe ser suave y no debe haber sangrado.
Los familiares pueden revisar estas características de las encías de niños y adolescentes, en forma regular y frecuente, para detectar alteraciones en forma temprana, pero es más importante que se realice una revisión especializada por periodontólogo, odontopediatra u odontólogo, en intervalos de 4 a 6 meses, para detectar los signos de la enfermedad periodontal evidentes a la inspección visual, como son: placas duras blanquecinas en borde de encía o en uniones laterales dentales, agrandamiento o encías hinchadas, enrojecimientos, sangrados y/o retracción de la zona de implantación habitual de la encía, cambios en la posición de los dientes, movilidad prematura de ellos o pérdida prematura de algunas piezas dentales.
La placa blanquecina dura o el cálculo común en adultos, está presente en casi el 10 por ciento de los niños y un tercio de los adolescentes. Las ubicaciones típicas para el cálculo son la superficie lingual de los incisivos inferiores (mandibulares) y la superficie bucal de los molares superiores. Solo se puede eliminar mediante una limpieza dental profesional y no se debe permitir que permanezca en los dientes, porque proporciona un hábitat para las bacterias asociadas con la periodontitis. La limpieza dental semestral es adecuada para la mayoría de los niños, pero un pequeño número de formadores de placas grandes puede requerir visitas más frecuentes.
La gingivitis simple se caracteriza por la inflamación de la encía sin perder su sitio de inserción. Es el problema periodontal más frecuente en la infancia. Es poco común en niños pequeños con dentición primaria temprana. Está presente en hasta la mitad de la población a la edad de cuatro a cinco años. La prevalencia de la gingivitis aumenta con la edad, alcanzando un máximo cercano a 100 % en la pubertad (aproximadamente a los 10 años en las mujeres y a los 13 años en los hombres). Después de la pubertad, la prevalencia se reduce al 50 % y permanece relativamente constante hasta la edad adulta.
La inflamación responsable de la gingivitis se produce en respuesta a las bacterias que viven en biopelículas en el margen gingival y en el surco gingival. Se resuelve cuando la placa se elimina de manera constante. Algunos factores locales son predisponentes, como: la erupción de los dientes primarios y permanentes, respiración bucal crónica, aparatos de ortodoncia, desnutrición, infecciones virales, situaciones de estrés, alteraciones del sueño y cambios hormonales durante la pubertad. Como manifestación adicional puede haber sangrado de encías o supuración, asociando ingesta disminuida.
La periodontitis se caracteriza por inflamación gingival acompañada (e irreversible) de pérdida de tejidos conectivos de soporte, dando como resultado la migración hacia la punta del diente de la unión de la encía a la superficie del diente y el desarrollo de una cavidad en esa unión (bolsa periodontal). Su cuadro en especial se clasifica en atención a su gravedad y la forma de evolución. La mayoría de los adultos padecen de esta afección, pero se identifica que, hasta una quinta parte de ellos, tiene su inicio de alteraciones durante la adolescencia.
La periodontitis que afecta en forma especial a incisivos y molares con una progresión rápida es una forma diferente que afecta en particular la población pediátrica. Se caracteriza por una pérdida aislada y bilateral de inserción y hueso alrededor de los incisivos y molares permanentes jóvenes. Esta pérdida de inserción ocurre rápidamente, típicamente a una tasa tres veces mayor que la pérdida en la enfermedad de inicio en adultos. La forma más común en la infancia. es la de lenta evolución y de intensidad leve a moderada, por lo que puede pasar desapercibida ante la falta de manifestaciones asociadas (sensibilidad a temperatura de alimentos, dolor, ingesta disminuida), pero con facilidad para el especialista, al notar dimensiones en la profundidad de bolsa gingival.
Otra forma particular de periodontitis en niños se asocia con enfermedades sistémicas, por lo que su presencia puede permitir la sospecha de enfermedades, como: diabetes mellitus, neutropenia, síndrome congénitos específicos. En otras ocasiones, alguna enfermedad puede causar manifestaciones similares a la periodontitis, como algunos cánceres (leucemia, histiocitosis) o alteraciones metabólicas (deficiencia de fosforo).
…la sonrisa sana de su niño justifica su evaluación periódica con su especialista dental.
Todo tejido que se encuentra relacionado con la inserción del diente al hueso, es un elemento periodontal, de los cuales se incluyen la encía, ligamento periodontal, cemento y hueso alveolar propio, que rodean y soportan a los dientes, manteniéndolos en los huesos maxilar y mandíbula. La encía es el revestimiento del periodonto y aporta tanto protección a los tejidos que se encuentran por debajo, como anclaje adicional a los dientes. El ligamento periodontal es una estructura compleja, que actúa de amortiguador entre el diente y el hueso, protegiéndolo durante la masticación para evitar trauma directo de la raíz dental sobre el mismo. El cemento de la raíz es una fina capa mineralizada que envuelve la raíz, para actuar de pegamento biológico que sujeta el diente a su hueso. Es decir, se trata de una sustancia dura que cubre y protege el diente y lo mantiene unido al ligamento periodontal. El hueso alveolar (maxilar para el superior y mandíbula para el inferior) alberga en su interior las raíces de los dientes; y a su vez, está protegido de sufrir traumas durante la masticación, por el ligamento periodontal.
En forma conjunta, la función que desempeña el periodonto consiste en sujetar los dientes en la boca, proteger el hueso que los alberga y, si se da el caso, colaborar en la regeneración de los tejidos si se crean las condiciones adecuadas para ello.
Este conjunto, ofrece mecanismos de defensas (anticuerpos) frente a las bacterias y microorganismos externos; y mecanismos de regeneración de tejidos, como el cemento radicular, a partir de células (madre) especializadas que se encuentran en el ligamento periodontal, con una elevada capacidad de auto regeneración y también, con empleo de otras células especializadas (fibroblastos) en la reparación de los tejidos dañados.
La misión del periodonto es preservar y mantener estables las piezas dentales. Cuando alguna enfermedad afecta a estructuras del periodonto, la salud y la integridad de ese soporte se altera y, los dientes corren el riesgo de caerse.
Las enfermedades periodontales afectan las estructuras de soporte de los dientes, principalmente la encía y el hueso alveolar. Son causados por colonias complejas de bacterias, que crecen en una película biológica en la superficie del diente (placa dental). Estas bacterias provocan una respuesta inflamatoria, que puede resultar en la destrucción del tejido. Tanto la gingivitis como la periodontitis ocurren en niños y adolescentes. La gingivitis es una inflamación reversible inducida por la placa dental limitada a la encía, y es común en niños desde los cinco años. La periodontitis suele ir acompañada de gingivitis, pero implica la destrucción irreversible de los tejidos de soporte que rodean el diente, incluido el hueso alveolar.
En forma normal, las encías que rodean los dientes en los niños deben aparecer de color rosa a rosa rojizo, ser firmes y resistentes. Es normal un ligero enrollamiento o redondeo alrededor del cuello del diente. La superficie de la raíz del diente debe estar cubierta por encía (con hueso subyacente), pero debe cubrirse muy poca parte de la corona. La superficie del diente a lo largo del margen gingival (línea de la encía) debe estar libre de depósitos de placa o sarro (material sólido blanquecino-amarillento) o estructuras duras (cálculos) visibles. La encía marginal debe ser suave y no debe haber sangrado.
Los familiares pueden revisar estas características de las encías de niños y adolescentes, en forma regular y frecuente, para detectar alteraciones en forma temprana, pero es más importante que se realice una revisión especializada por periodontólogo, odontopediatra u odontólogo, en intervalos de 4 a 6 meses, para detectar los signos de la enfermedad periodontal evidentes a la inspección visual, como son: placas duras blanquecinas en borde de encía o en uniones laterales dentales, agrandamiento o encías hinchadas, enrojecimientos, sangrados y/o retracción de la zona de implantación habitual de la encía, cambios en la posición de los dientes, movilidad prematura de ellos o pérdida prematura de algunas piezas dentales.
La placa blanquecina dura o el cálculo común en adultos, está presente en casi el 10 por ciento de los niños y un tercio de los adolescentes. Las ubicaciones típicas para el cálculo son la superficie lingual de los incisivos inferiores (mandibulares) y la superficie bucal de los molares superiores. Solo se puede eliminar mediante una limpieza dental profesional y no se debe permitir que permanezca en los dientes, porque proporciona un hábitat para las bacterias asociadas con la periodontitis. La limpieza dental semestral es adecuada para la mayoría de los niños, pero un pequeño número de formadores de placas grandes puede requerir visitas más frecuentes.
La gingivitis simple se caracteriza por la inflamación de la encía sin perder su sitio de inserción. Es el problema periodontal más frecuente en la infancia. Es poco común en niños pequeños con dentición primaria temprana. Está presente en hasta la mitad de la población a la edad de cuatro a cinco años. La prevalencia de la gingivitis aumenta con la edad, alcanzando un máximo cercano a 100 % en la pubertad (aproximadamente a los 10 años en las mujeres y a los 13 años en los hombres). Después de la pubertad, la prevalencia se reduce al 50 % y permanece relativamente constante hasta la edad adulta.
La inflamación responsable de la gingivitis se produce en respuesta a las bacterias que viven en biopelículas en el margen gingival y en el surco gingival. Se resuelve cuando la placa se elimina de manera constante. Algunos factores locales son predisponentes, como: la erupción de los dientes primarios y permanentes, respiración bucal crónica, aparatos de ortodoncia, desnutrición, infecciones virales, situaciones de estrés, alteraciones del sueño y cambios hormonales durante la pubertad. Como manifestación adicional puede haber sangrado de encías o supuración, asociando ingesta disminuida.
La periodontitis se caracteriza por inflamación gingival acompañada (e irreversible) de pérdida de tejidos conectivos de soporte, dando como resultado la migración hacia la punta del diente de la unión de la encía a la superficie del diente y el desarrollo de una cavidad en esa unión (bolsa periodontal). Su cuadro en especial se clasifica en atención a su gravedad y la forma de evolución. La mayoría de los adultos padecen de esta afección, pero se identifica que, hasta una quinta parte de ellos, tiene su inicio de alteraciones durante la adolescencia.
La periodontitis que afecta en forma especial a incisivos y molares con una progresión rápida es una forma diferente que afecta en particular la población pediátrica. Se caracteriza por una pérdida aislada y bilateral de inserción y hueso alrededor de los incisivos y molares permanentes jóvenes. Esta pérdida de inserción ocurre rápidamente, típicamente a una tasa tres veces mayor que la pérdida en la enfermedad de inicio en adultos. La forma más común en la infancia. es la de lenta evolución y de intensidad leve a moderada, por lo que puede pasar desapercibida ante la falta de manifestaciones asociadas (sensibilidad a temperatura de alimentos, dolor, ingesta disminuida), pero con facilidad para el especialista, al notar dimensiones en la profundidad de bolsa gingival.
Otra forma particular de periodontitis en niños se asocia con enfermedades sistémicas, por lo que su presencia puede permitir la sospecha de enfermedades, como: diabetes mellitus, neutropenia, síndrome congénitos específicos. En otras ocasiones, alguna enfermedad puede causar manifestaciones similares a la periodontitis, como algunos cánceres (leucemia, histiocitosis) o alteraciones metabólicas (deficiencia de fosforo).
…la sonrisa sana de su niño justifica su evaluación periódica con su especialista dental.
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