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El manejo domiciliario de las infecciones intestinales


Durante la temporada de lluvias y de calor, es posible el incremento de enfermedades infecciosas que afectan el sistema digestivo, mucho más en los niños.
La particularidad para que los niños sean los más afectados, está condicionado por su escaso desarrollo de respuesta inmune que permite a los microbios desarrollarse de forma mayor invasiva; a diferencia de la población de mayor edad, quienes por experiencias pasadas de esas enfermedades en su etapa infantil, han desarrollado mecanismos especiales para poderse defender y evitar su incremento o invasión, al contar ya con anticuerpos que fueron creados en infecciones previas y son quienes limitan la extensión de la enfermedad.
El sistema digestivo, en forma simple para su comprensión, puede ser comparado como un tubo especializado en la absorción de nutrientes para el organismo y también un sistema de desecho de los productos inútiles o perjudiciales al organismo. Para esa función de absorción se cuenta con una serie de sustancias que facilitan la digestión de los alimentos, y permiten ir rompiendo los nutrientes en partículas más pequeñas para poder absorberlas finalmente a través del tubo digestivo, y mandarlas por la circulación sanguínea al hígado donde se transforman en sustancias que nutren a cada célula o bien sirven para formar tejidos o mantener los que se encuentran en uso para evitar su desgaste. En la otra parte, elimina los desechos de aquellos alimentos que no se utilizan y también por sus paredes intestinales, se encargan de eliminar algunas sustancias que se forman en el cuerpo y pueden ser eliminadas por esta vía de desecho.
Cuando un microorganismo invade a este sistema digestivo, la alteración inicial puede ser invasión de los virus al interior de las células o bien la proliferación de bacterias en la superficie digestiva, liberando sustancias tóxicas, agrediendo a la integridad de las células  por la destrucción directa de cada una de las células o mecanismos que alteran el funcionamiento de los tejidos. Los parásitos a su vez, pueden competir en la absorción de los nutrientes y algunos otros invadir el intestino para alimentarse en la parte inferior con los pequeños vasitos de sangre.
El sistema digestivo, reconoce de forma temprana esta agresión y de inmediato causa una respuesta de defensa, que es la reacción inflamatoria en el sitio de la lesión y como consecuencia de ello (comparativo a cualquier inflamación en otra parte del cuerpo, en forma externa y visible más evidente) produce aumento de volumen, enrojecimiento, dolor variable y disminución o pérdida de la función, que en el caso de la función digestiva es disminución en la absorción y modifica la forma de eliminación de productos. Con estas dos últimas alteraciones, se caracterizan o identifican los síntomas primarios y generales de la infección intestinal, como son: disminución del apetito, nauseas (sensación de asco a los alimentos), vómitos, dolor abdominal, elevación de la temperatura, mal estado general, decaimiento de la actividad natural, y evacuaciones frecuentes y de consistencia líquida (diarrea)