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Mordedura por mascotas


Es difícil determinar la frecuencia de mordeduras de mascotas que se presentan, ya que en la mayoría de las ocasiones no se cuenta con un registro adecuado, al no acudir los afectados a la atención hospitalaria correspondiente.
Así bajo una estimación aproximada se considera que constituyen el 1% de las consultas en los servicios de urgencias pediátricas. Los perros ocasionan el 90% de las mordeduras por animales en niños, seguidos por gatos y roedores. En la mayoría de los casos se producen lesiones leves, pero ocasionalmente son graves, pudiendo determinar la muerte. Como daño adicional pueden presentarse complicaciones infecciosas, secuelas estéticas y daño psico emocional, elevando los costos sanitarios.
Muchos padres asumen que es más probable que a los hijos los muerdan animales desconocidos o salvajes; pero de hecho, la mayoría de mordidas son causadas por animales que los niños conocen, inclusive la mascota de la familia.
Las mordeduras de gatos y perros pueden ocurrir sin provocación, pero las mordidas provocadas, como perturbar a los animales mientras comen, son más comunes. Los animales más viejos con frecuencia son menos tolerantes a las perturbaciones, especialmente por los niños. La mayoría de las mordeduras de perros involucran a un perro que pertenece a la familia o amigo de la víctima; y aproximadamente, la mitad ocurre en la propiedad del dueño de la mascota.
Las mordeduras no provocadas por animales salvajes o enfermos (más notablemente por perros, gatos, mapaches, zorros, zorrillos y murciélagos) plantean aún más las preocupaciones subyacentes, sobre la probabilidad de exposición a la rabia.
Las mordeduras de perro, típicamente causan una herida de tipo aplastante debido a sus dientes redondeados y mandíbulas fuertes. Un perro adulto puede ejercer 200 libras por pulgada cuadrada (psi) de presión. Algunos perros grandes son capaces de ejercer 450 psi (por orden puede señalarse: mastín, rottweiler, pastor alemán). Dicha presión extrema, puede dañar estructuras profundas como huesos, vasos, tendones, músculos y nervios; de forma más dramática el daño es mayor en los niños de menor edad.  
Los dientes afilados y puntiagudos de los gatos, generalmente causan heridas punzantes y laceraciones que pueden inocular bacterias en los tejidos profundos. Las infecciones causadas por mordeduras de gato, generalmente se desarrollan más rápido que las de los perros. Otras mordeduras de mamíferos domésticos son menos comunes.
Los hurones domesticados son responsables de varios casos documentados de ataques no provocados en niños pequeños y bebés. Las mordeduras de zorros, mapaches, zorrillos, murciélagos, perros y gatos se han relacionado claramente con la exposición a la rabia. Las mordeduras de monos, particularmente macacos, son motivo de preocupación debido a la posibilidad de transmisión del virus herpes B, un virus que causa una infección mortal en humanos. Las mordeduras de mamíferos herbívoros grandes, generalmente tienen un elemento de aplastamiento significativo debido a la fuerza involucrada. Los roedores pueden causar infecciones especiales a vigilar.
Las mordeduras de la mano generalmente tienen un alto riesgo de infección, debido al suministro de sangre relativamente disminuido en algunas estructuras en la mano y sus particulares condiciones anatómicas, que dificultan la limpieza adecuada de la herida. En general, cuanto mejor es el suministro de sangre y cuanto más fácil es la herida para limpiarla  (comparando entre una mordedura de perro con una de gato), menor es el riesgo de infección (el gato puede producir una infección con datos poco conocidos).  
Una preocupación importante en todas las heridas por mordedura, es la infección subsiguiente causada por bacterias; y más raros, virus. Con respecto a las mordeduras de perro, al menos 64 especies de bacterias se encuentran en la boca canina, y muchas infecciones resultantes son polimicrobianas. Otras especies se distinguen por inocular gérmenes específicos que pueden producir enfermedades especiales.
No cabe duda señalar que las mordeduras de animales, son temidas en mayor grado ante el riesgo de poder desarrollar la rabia, que tiene una mortalidad muy alta.
Generalmente las mujeres son más frecuentemente afectadas por mordedura de gatos, mientras que los hombres resultan más afectados por mordeduras de perros. En los niños el grupo de edad de mayor frecuencia de mordeduras, lo establecen los niños de cinco a nueve años, ameritando hospitalización quienes tienen menor edad. Existen factores que influyen a incrementar la mortalidad para las mordeduras por perros, que incluyen: limitación para poder evitar el ataque del animal, como el caso de los niños muy pequeños o aquellos que tengan discapacidad especial. Que el niño o adolescente mordido padezca de deficiencia en su respuesta inflamatoria o inmunológica. No tener alguna relación particular con el animal atacante. Animales sin esterilizar. Animal que se tiene en un lugar lejano o aislado de la interacción humana. Abuso y negligencia contra el animal.
Las heridas pueden tener aspectos diferentes según los grados de lesiones que se hayan producido. Si su hijo está sangrando por una mordida de un animal, aplique presión firme y continua al área por cinco minutos o hasta que el sangrado se detenga. Luego lave con cuidado la herida con agua y jabón, y consulte con su médico.
Si la herida es muy grande, o si no puede detener el sangrado, continúe aplicando presión y llame al médico para averiguar a dónde llevar a su hijo para que reciba tratamiento. Si la herida es tan grande que los bordes no se unen, probablemente necesitará suturarse (cocer con hilo especial). Aunque esto ayudará a reducir las cicatrices, en una mordida de animal la sutura aumenta la probabilidad de una infección, por lo que es frecuente que en heridas de cara, ante riesgo importante de tétanos o de rabia, es preferible dejar las heridas abiertas y recetar antibióticos. Primero habrá que salvar la vida y posteriormente con cirugía reconstructiva se podrán quitar las cicatrices.
Al momento de acudir a la valoración médica, se deberá identificar de preferencia los siguientes datos: Hora y lugar del evento. Tipo de animal y su estado (es decir, estado de salud, historial de vacunación contra la rabia, comportamiento, paradero). Posible origen de la mordida, es decir, si es una mordida provocada por molestar al animal o como acto defensivo del animal, o si se trata de una mordida sin aparente provocación (por animales salvajes) o accidental. Tratamientos o medidas realizadas antes de su traslado y conocer el historial del paciente, para descartar que no tenga una enfermedad que pueda favorecer al desarrollo o complicación de la evolución de la mordida. Muy importante: señalar si cuenta con vacuna contra el tétanos, en especial para los casos donde la herida es penetrante (como la mordedura de gatos).
Si el médico considera que el riesgo de rabia es alto, inmediatamente se debe aplicar inyecciones de la vacuna contra la rabia para prevenir la enfermedad. Si el animal que mordió es un perro o gato saludable, se recomendará observar al animal por diez días y empezar el tratamiento para su hijo, solo si el animal muestra alguna señal de rabia. Si el animal es salvaje, comúnmente identificado como un riesgo de rabia, si se le captura, generalmente se sacrifica de inmediato, para poder examinar el cerebro y determinar si estaba infectado con rabia, con notificación siempre a los servicios de salud.
Algunos niños que han sufrido mordedura de alguna mascota, también pueden mostrar señales de trauma mental, conocido como “trastorno por estrés postraumático” en las semanas y meses después del incidente. Pueden sentir miedo, incluso ansiedad por volver a ser mordido. Es posible que se aferren a sus padres. Tal vez no quieran jugar afuera, tengan problemas para dormir, tengan pesadillas y/o mojen la cama, por lo que deben ser tratados por asesoría psicológica. Para evitar esto… no confíe de su mascota.