En la actualidad
existe en la mayoría de los padres de familia, una conducta muy permisiva para
facilitar a sus hijos medios sedentarios de diversión; a cambio, de no requerir
su vigilancia tan estrecha y evitar consumo de tiempo en sus actividades
personales. Cada niño que desde temprana edad se interesa por los videos
juegos, refleja la falta de interés que pueden tener sus padres para su estado
de salud futuro.
En un modelo de
sociedad idealizada, la práctica del deporte en forma regular desde la
infancia, constituye una inversión garantizada de salud a corto, mediano y
largo plazo. El desarrollo de una mejor capacidad física y cardio respiratoria,
permiten asegurar que la función de bombeo y aporte de oxígeno suficiente a los
tejidos en crecimiento, tendrán una maduración y funcionalidad en plan de
excelencia, si se asocian con el aporte de nutrientes de forma eficiente.
Existe también
un grupo de padres de familia, que se muestran interesados en que sus hijos
realicen algún tipo de actividad física regular para fomentar el estado de
salud adecuado, pero sin una orientación nutricional adecuada, hay riesgo que sea
nocivo para esa población infantil. Así como existe la preocupación: que al
niño en su práctica deportiva cuente con ropa y equipo adicional adecuado,
también debería asociar la preocupación para tener la orientación nutricional
específica adecuada.
El ejercicio
regular a través del deporte y el juego común, son importantes para la salud de
los niños y adolescentes. Una alimentación saludable apoya los buenos hábitos
de ejercicio y es importante para el desarrollo de músculos y huesos.
La nutrición es
significativa en los niveles diarios de energía y mantiene altos los niveles de
energía antes, durante y después del ejercicio. Esta alimentación para el
deportista niño es muy diferente al del adulto, por lo que el consejo a partir
de los nutriólogos debe ser especial para el niño. En otro extremo, el
desconocimiento de una alimentación especial, por parte de entrenadores y los
padres para sus hijos en práctica de un deporte, puede condicionar un bajo
rendimiento deportivo, consumo calórico sin prevención o reposición adecuadas,
exceso de calorías con desarrollo de sobrepeso y obesidad; y con aporte de
complementos y vitaminas, posibles efectos de intoxicación.
El niño
deportista suele utilizar la grasa como fuente de energía en una proporción
mayor. Sus reservas de glucógeno (un almidón de reserva principalmente en el
hígado formado por azúcares) son menores y su capacidad para el metabolismo de
los azúcares es más limitado que en el caso de los adultos. Por esto, se
justifica conocer las condiciones particulares del niño, antes de iniciar
alguna práctica deportiva especial.
Dependiendo de
diferentes factores como el estado nutricional inicial, el grado de
entrenamiento, el tipo de fibras musculares predominantes y otros factores
especiales, los azúcares son empleados preferentemente en los deportes de alta
intensidad y de corta duración, mientras que las sustancias grasas se emplean
en los de baja intensidad y de larga duración, lo cual permitirá ir
estableciendo nutrientes más adecuados.
La mayor parte
de las actividades deportivas en los niños como futbol, básquet, natación,
atletismo de velocidad, gimnasia y baile, dentro de la rutina escolar (no de
competición) no son de resistencia, y utilizan como fuente de energía un
proceso con alto consumo de oxígeno (metabolismo aeróbico) con fuente inicial
de energía a partir de la grasa y, a
medida que la actividad progresa, sigue con el glucógeno almacenado en los
músculos. Cuando se agota el glucógeno muscular y la actividad física progresa
de intensidad baja a intensidad alta, el músculo comienza a utilizar como
fuente de energía al glucógeno almacenado en el hígado, con un proceso que
ahora tiene disminuido el aporte de oxígeno (vía anaeróbica). Estos ejercicios
de resistencia como ciclismo y actividades de competencia que emplean
metabolismo anaeróbico, de forma inevitable limitan el desarrollo muscular y
establecen una afección de consumo (condicionando un aspecto adelgazado) en los
niños.
Así la actividad
física que deben desarrollar los niños durante su educación primaria y
secundaria, debería ser más recreativa que competitiva, para favorecer una
maduración corporal básica adecuada; y en etapa posterior, capacitación
anaeróbica para un mejor rendimiento a prácticas prolongadas o requerimientos
de esfuerzos. En esta secuencia, se cuida mejor la integridad y rendimiento
físico para fomentar el talento deportivo.
Los principios
nutricionales en el deporte, parten de que las necesidades deben cubrirse
aumentando en su justo grado las cantidades individuales de una dieta
equilibrada, dado que van a depender del grado de intensidad, de la actividad
deportiva, del género, tamaño, composición corporal y del estado de madurez
puberal.
En general, la
dieta del niño que realiza deporte debe proveer de energía y nutrientes en
cantidad suficiente, para: reponer y mantener las reservas del glucógeno
hepático y muscular, garantizar el crecimiento, mantener una adecuada
composición corporal y cubrir los requerimientos de nutrientes esenciales.
Dadas las diferentes tazas metabólicas entre el tejido graso y el muscular, el
peso no es el mejor orientador sobre las necesidades nutricionales y es mejor
considerar la composición corporal.
Durante el
ejercicio, el cuerpo suda para refrescarse. Esto es especialmente importante en
niños y adolescentes, porque sus cuerpos pueden calentarse muy rápido y
necesitan ser enfriados. Debido a esto, es importante beber agua regularmente
en las 24 horas previas a una sesión planificada de actividad física. Esto
incluye beber de 200 a 500 ml de agua dos o tres horas antes del ejercicio. Dependiendo
de la intensidad del ejercicio y la temperatura, su hijo debe beber 125 ml a
300 ml de líquidos cada 15 a 20 minutos. No deberían esperar hasta tener sed
para comenzar a beber. Una manera fácil de revisar su estado de hidratación es
observar el color de la orina. La de color amarillo claro a claro significa que
ha obtenido suficientes líquidos, pero de amarillo a amarillo oscuro significa
que necesita beber o reponer más agua.
Se recomiendan
bebidas deportivas que contengan carbohidratos y electrolitos, solo durante el
ejercicio intenso que dure más de una hora. Para mantenerse hidratado y con
energía, durante entrenamientos más largos o actividades que tienen lugar en
clima cálido y húmedo, su hijo debe tomar 125 ml a 300 ml de esas bebidas
deportivas cada 30 minutos o por cada hora de ejercicio.
Asegúrese de que
su hijo tenga suficiente combustible para hacer ejercicio. Deben comer al menos
tres horas antes de la actividad física y un "refrigerio antes del
ejercicio" al menos una o dos horas antes de la actividad, para permitir
suficiente tiempo para digerir los alimentos y minimizar las molestias
estomacales.
Elija alimentos
ricos en carbohidratos (como frutas y granos enteros). El cuerpo absorbe este
tipo de energía rápidamente. Elija alimentos que sean bajos en fibra para
facilitar la digestión y evitar malestares estomacales. Elija alimentos moderados
en proteínas y grasas. Elija alimentos que le resulten familiares a su hijo.
Dele a su hijo alimentos nuevos para probar solo los días en que no están entrenando
o compitiendo.
Los
carbohidratos que se consumen solos, tienden a darle un impulso de energía, que
dura aproximadamente una o dos horas. Sin embargo, comer un bocadillo que
combine carbohidratos y proteínas le proporcionará energía que dura hasta tres
o cuatro horas.
En cuanto a
complementos nutricionales o vitaminas, se deben proporcionar solo si con las
condiciones previas o el tipo de actividad, pueden verse mejorados con su ingesta. Algunos
productos claramente establecen, que: quedan a responsabilidad de quien los
indica o quienes los consumen. Otros productos contienen estimulantes, que
pueden causar daños diversos… recuerde buscar mejor una orientación experta,
para el beneficio futuro de sus hijos y darles la oportunidad de progresar en el
deporte.