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Plomo (saturnismo)


Es un metal pesado, de origen natural que se utiliza prácticamente en cualquier cosa, desde los materiales de construcción hasta las pilas, que no juega ningún papel en la fisiología humana, por lo que puede provocar graves problemas de salud, sobre todo en los niños pequeños. La intoxicación que produce se conoce como: saturnismo.  
El plomo es uno de los tóxicos ambientales e industriales más difundido. Su uso generalizado ha dado lugar en muchas partes del mundo a una importante contaminación del medio ambiente, un nivel considerable de exposición humana y graves problemas de salud pública.
Es tóxico para cualquiera, pero los bebés que todavía no han nacido y los niños pequeños son los que más se exponen a padecer problemas de salud provocados por una intoxicación por plomo. Sus cuerpos, de menor tamaño y todavía en proceso de crecimiento, los hacen más vulnerables a la absorción y a la retención de plomo.
Entre las principales fuentes de contaminación ambiental destacan la explotación minera, la metalurgia, las actividades de fabricación y reciclaje y, en algunos países, el uso persistente de pinturas y gasolinas con plomo. Más de tres cuartes partes del consumo mundial de plomo corresponden a la fabricación de baterías de plomo-ácido para vehículos de motor. Sin embargo, este metal también se utiliza en muchos otros productos, como pigmentos, pinturas, material de soldadura, vidrieras, vajillas de cristal, municiones, esmaltes cerámicos, artículos de joyería y juguetes, así como en algunos productos cosméticos y medicamentos tradicionales. También puede contener plomo el agua potable canalizada a través de tuberías de plomo o con soldadura de plomo.
La forma como el plomo puede ingresar al cuerpo de un niño se incluye desde la posible etapa intrauterina, donde la gestante con el plomo almacenado en sus huesos puede volver a circular por la sangre durante el embarazo, con el consiguiente riesgo para el feto que, de acuerdo al momento de la gestación, podrá tener daños variables que abarcan desde el aborto espontáneo, hasta el daño cerebral irreversible.
Pero la ingestión es la ruta más común de exposición al plomo para los niños, tomando en cuenta la curiosidad innata de los niños y su edad apropiada. Así la clásica vía de la mano a la boca favorece al ingreso de la tierra contaminada con plomo, que se podrá absorber luego por la mucosa intestinal. Todavía puede ser posible encontrar juguetes de plomo que, al ser chupados por el niño, favorecen a la ingesta excesiva de este tóxico. El segundo mecanismo de importancia se establece por la contaminación de agua sanitaria a partir de tubería soldada con plomo. Otras fuentes posibles incluyen pinturas en casas viejas, que se descaman y son tomadas por los niños para su exploración bucal, los esmaltes cerámicos en algunos recipientes de barro laqueados y frascos metálicos con soldadura de plomo en sus extremos (actualmente ya en desuso).
La inhalación de plomo en el aire no suele ser una fuente importante de exposición para los niños, pero puede ocurrir cuando los niños son expuestos al plomo en partículas muy pequeñas de escapes de automóviles (las gasolinas actuales no tienen plomo) y humo de la quema a cielo abierto de residuos.
Los niños con desnutrición son más vulnerables al plomo, porque sus organismos tienden a absorber mayores cantidades de este metal, al carecer de otros nutrientes, como el calcio y el hierro.
El efecto tóxico del plomo es mayor en los niños; ya que, a menor edad la cantidad proporcional de plomo que se requiera para causar daño es menor en comparación para un organismo adulto. La distribución y el sistema de eliminación dentro de su cuerpo facilitan su concentración y almacenamiento en tejidos en proceso de maduración.
El daño en etapas tempranas puede ir formando alteraciones durante todo el periodo de vida restante, llegando a encontrar que la demencia que produce, puede ser un efecto tardío ante una intoxicación temprana.
La alteración a nivel del sistema nervioso es muy significativa en los primeros dos años de vida (e incluso los primeros cinco) ya que en ese periodo el cerebro y sus nervios, tienen crecimiento, diferenciación y desarrollo especial de funciones, que resultan alterados para el resto de la vida, cuando la intoxicación se produce en estas etapas.
Las manifestaciones de intoxicación por plomo, generalmente se producen en forma crónica progresiva de acuerdo a los niveles de la sustancia en sangre. Los datos son más evidentes en relación a una mayor cantidad del plomo en el organismo. Para su referencia, pueden ser clasificados en síntomas digestivos, renales y neurológicos.
Como alteraciones digestivas, tendremos cambios de coloración en la mucosa de la boca (encías) y alteraciones como: náuseas, vómitos, ardores de estómago. Las evacuaciones pueden ser de coloración oscura, asociando dificultad para su eliminación. Cuando los niveles son muy elevados de plomo se puede hallar dolor abdominal intenso, que se atribuye a un estreñimiento e incluso puede ser confundido con infección del apéndice.
A nivel renal, pueden dar manifestaciones relacionadas con falla en su función al mostrar valores alterados de sustancias relacionadas con su eliminación. Por efecto a nivel renal y por toxicidad a las células sanguíneas, se presentan grados variables de anemia. Las cifras arteriales se modifican durante el curso de la enfermedad.
Es en el sistema nervioso donde las alteraciones son más significativas, pero también no tan conocidas para permitir su relación temprana. Cuando los niveles de plomo se empiezan a elevar, ya se puede asociar con una disminución del cociente intelectual. Lo que ha condicionado a nivel internacional que cifras menores a las consideradas tóxicas, sean consideradas para establecer manejo adecuado, antes de contar con niveles mayores que establezcan un daño mayor irreversible. Los niveles en incremento pueden ir favoreciendo la presencia de dificultades para la concentración, alteraciones del comportamiento que hace considerar a los niños en forma equivocada como autistas o en otro extremo con trastorno por déficit de atención con hiperactividad, pereza, fatiga, debilidad o dolor en músculos o huesos, parálisis de músculos extensores que causan una posición especial de la mano en estos niños, dolores de cabeza o convulsiones.
Las manifestaciones de intoxicación aguda son de instalación rápida y establecen dolor abdominal intenso, marcha con alteraciones del equilibrio, alteraciones del estado de conciencia con estupor o coma, precedido de convulsiones de difícil control. Los pacientes que logran sobrevivir a este cuadro quedan con secuelas y retraso neuromotor.
Para confirmar este tipo de intoxicación, es necesario contar con niveles de esta sustancia determinado en sangre para verificar su concentración, con recomendación a nivel internacional de establecer manejo ante valores bajos para evitar la progresión y facilitar la normalización y consecuencias a largo plazo.
En el tratamiento se incluye una sustancia de empleo hospitalario que facilita la eliminación del plomo en exceso de riesgo, dejando que el acumulado en huesos y dientes, sin exposición adicional al plomo se vaya eliminando en forma progresiva.
El calcio, el hierro y la vitamina C son partes importantes de una dieta saludable y también ayudan a reducir la absorción de plomo por parte del organismo. Es posible que el tratamiento recomiende que su hijo tome suplementos de estas sustancias, si no ingiere una cantidad suficiente en su dieta.
A todos los hermanos de un niño que padece intoxicación por plomo, se les debe realizar la prueba para evaluar la concentración de plomo en sangre. Este tipo de cuadro también es motivo de notificación epidemiológica para la investigación de las fuentes posibles de intoxicación y pesquisa de otros niños potencialmente afectados, a investigar también el daño ambiental.  
Ante la incertidumbre de síntomas… considere la valoración y la utilidad del estudio especial.