Es
la revisión que debe efectuarse al niño o adolescente que desea realizar alguna
actividad física en particular, a fin de establecer la capacidad y riesgos a
los que se puede exponer, durante el desempeño de su práctica deportiva.
Sus objetivos específicos buscan establecer: la máxima participación segura, identificar los problemas médicos con riesgo de complicaciones potencialmente mortales durante la práctica, identificar las condiciones que requieren de un plan de tratamiento antes o durante la participación, identificar y rehabilitar las lesiones musculares y/o esqueléticas previas, identificar y tratar las condiciones que pueden interferir con el rendimiento físico del deportista y eliminar las restricciones innecesarias para su participación.
Esta valoración no deberá sustituir la evaluación integral de mantenimiento de la salud. Esta evaluación de preferencia debe realizarse de cuatro a seis semanas antes de que se inicie las actividades deportivas, que es un lapso adecuado que permite evaluar y tratar algunos problemas médicos encontrados y/o rehabilitar algunas lesiones antes de la participación deportiva.
De preferencia, esta evaluación debe ser realizado por un experto en medicina deportiva o el pediatra con conocimientos de la evaluación. La frecuencia en su realización es dependiente del nivel de la participación; que en especial, está relacionado con el grado escolar y, por tanto, puede efectuarse en intervalos anuales. Organismos internacionales relacionados, sugieren que debe incluir la historia clínica y exploración física completos en intervalos mínimos de cada dos años.
En la forma de llevarse a cabo, es mucho mejor cuando el examen se realiza con enfoque de estaciones diferentes, que involucra la valoración de múltiples examinadores a través de una serie de estaciones específicas para los componentes individuales, que en beneficio reditúa su eficacia en tiempo, orientación a deportes específicos, con alto rendimiento para identificar anormalidades, con el inconveniente de no ofrecer la confidencialidad y con ello el examinado puede descartar la continuidad de la revisión.
Esta valoración incluye un historial médico y familiar completo con un examen físico específico, con especial énfasis en los sistemas musculoesquelético y cardiovascular.
El historial médico es el componente más sensible y específico de esta preevaluación, para detectar las condiciones que impiden la participación en deportes, llegando a establecerse hasta en un 75% de sus datos, las condiciones que pueden restringir una participación; o bien, requerir de una evaluación adicional. Así es muy significativo la presencia de los padres del niño o adolescente, para proporcionar los antecedentes familiares de forma más completa.
La historia debe incluir antecedentes médicos generales, antecedentes de lesiones y cardiovasculares, incluidos los antecedentes familiares pertinentes. Se presta atención especial a: enfermedades previas o afecciones actualmente bajo tratamiento, cirugías previas y sus secuelas posibles, pérdida de la función en uno de los órganos pares (testículo, ojo, riñón), enfermedades relacionadas a la exposición ambiental (frio, calor), medicamentos, suplementos, terapia alternativa, uso de tóxicos, historial de vacunación, antecedentes sexuales e historia menstrual, antecedentes de variaciones de peso.
En el historial de lesiones, el examinador debe prestar atención a las lesiones comunes, que sin una adecuada rehabilitación pueden predisponer al atleta a sufrir más lesiones. Se debe de preguntar en especial sobre lesiones pasadas a nivel muscular, esqueléticas, de columna o conmociones cerebrales; la pérdida de tiempo establecida por la lesión y/o sus posibles secuelas actuales y la exclusión previa de deportes por cualquier motivo.
En la historia cardiovascular se deberá determinar antecedentes de hipertensión, soplos cardiacos, alteraciones en niveles de grasas en sangre; antecedentes de desmayos, mareos, palpitaciones o dolor en el pecho, latidos cardiacos irregulares, falta de aliento en exceso, fatiga durante realización de ejercicio, convulsiones, pruebas cardiacas anormales, cansancio y falta de aliento más rápido que en sus compañeros durante el ejercicio, ya que cualquiera de estos datos que no pueda tener una explicación o motivo específico requiere la exclusión deportiva hasta la valoración por el cardiólogo y amerita indicar la practica de ejercicio evitando las actividades extenuantes. De los antecedentes familiares interesan los de muerte súbita por problemas cardiacos, alteraciones cardiacas congénitas o adquiridas, alteraciones del ritmo cardiaco.
De los síntomas a considerar, interesan: los que involucran a sistema muscular y esquelético como dolores corporales específicos, los asociados a datos de conmoción cerebral, cardiovasculares y respiratorios de forma más significativa.
Ya en la exploración física el médico se encarga de ir valorando cada estructura corporal que pueda tener afección anatómica y/o funcional que se afecte con la práctica deportiva específica, con limitación a quienes solo tengan función de un órgano par.
En esta evaluación el médico deberá integrar también mediciones antropométricas, como peso, talla, peso corporal ideal, índice de masa corporal, composición corporal, para identificar condiciones de salud y/o alternativas de limitación deportiva (ejemplo: niños con grasa corporal menor de 7%, menores de 16 años y menos del 5% en mayores de 16 años y menos de 12% en niñas tienen limitación deportiva). En otras ocasiones, permite también establecer condiciones de metabolismo bajo con trastorno alimentario.
La evaluación de la madurez biológica puede ser útil para ayudar a los atletas a elegir un deporte en el que es probable que tenga éxito. Los atletas cuyo tamaño pequeño o inmadurez los pone en desventaja en los deportes donde el tamaño y la fuerza son críticos para el rendimiento, pueden ser alentados a participar en otros deportes hasta que se produzca su madurez. Así con una madurez biológica similar, se pueden reducir los desajustes en tamaño y fuerza en comparación con los agrupamientos basados solo en la edad cronológica. Esto tiene ventaja potenciales tanto para atletas de maduración temprana como para los de maduración tardía.
Las pruebas de laboratorio pueden quedar limitadas a solo estudios de sangre y orina por tratarse en la mayoría de los niños y adolescentes sanos, con reserva especial a modificar en quienes se sospecha de alguna enfermedad en particular.
Las pruebas de fuerza no son empleadas de rutina por tener mayor importancia los hallazgos detectados en la historia clínica o la revisión física. Las pruebas no invasivas cardiovasculares se justifican ante datos de afección cardiovascular y solicitud específica por el cardiólogo pediatra donde los próximos atletas deben ser excluidos de la participación en deportes competitivos en espera de la evaluación correspondiente.
Posterior a la realización de esta evaluación, se debe otorgar al atleta autorización completa para participar, autorización para participar con limitaciones o exclusión de participación en espera de una evaluación adicional. La mayoría de los niños y adolescentes con condiciones médicas crónicas pueden participar en un deporte en algún nivel después de una evaluación y/o tratamiento adecuados.
La recomendación del médico de jugar después del diagnóstico de un problema médico o musculoesquelético debe hacerse en el contexto de la edad y madurez del paciente, la gravedad de la lesión, la actividad deportiva, la importancia del próximo evento para el atleta (p. ej., un juego de campeonato estatal versus un partido de pretemporada), y las secuelas si el atleta se lesiona más. La salud del atleta es la prioridad absoluta.
Las restricciones y limitaciones a la participación deben discutirse en detalle para minimizar la probabilidad de mala interpretación. Los riesgos de la participación continua deben discutirse en el contexto del problema médico y el deporte elegido por el atleta. También se debe discutir el plan para una evaluación y tratamiento adicionales.
Sus objetivos específicos buscan establecer: la máxima participación segura, identificar los problemas médicos con riesgo de complicaciones potencialmente mortales durante la práctica, identificar las condiciones que requieren de un plan de tratamiento antes o durante la participación, identificar y rehabilitar las lesiones musculares y/o esqueléticas previas, identificar y tratar las condiciones que pueden interferir con el rendimiento físico del deportista y eliminar las restricciones innecesarias para su participación.
Esta valoración no deberá sustituir la evaluación integral de mantenimiento de la salud. Esta evaluación de preferencia debe realizarse de cuatro a seis semanas antes de que se inicie las actividades deportivas, que es un lapso adecuado que permite evaluar y tratar algunos problemas médicos encontrados y/o rehabilitar algunas lesiones antes de la participación deportiva.
De preferencia, esta evaluación debe ser realizado por un experto en medicina deportiva o el pediatra con conocimientos de la evaluación. La frecuencia en su realización es dependiente del nivel de la participación; que en especial, está relacionado con el grado escolar y, por tanto, puede efectuarse en intervalos anuales. Organismos internacionales relacionados, sugieren que debe incluir la historia clínica y exploración física completos en intervalos mínimos de cada dos años.
En la forma de llevarse a cabo, es mucho mejor cuando el examen se realiza con enfoque de estaciones diferentes, que involucra la valoración de múltiples examinadores a través de una serie de estaciones específicas para los componentes individuales, que en beneficio reditúa su eficacia en tiempo, orientación a deportes específicos, con alto rendimiento para identificar anormalidades, con el inconveniente de no ofrecer la confidencialidad y con ello el examinado puede descartar la continuidad de la revisión.
Esta valoración incluye un historial médico y familiar completo con un examen físico específico, con especial énfasis en los sistemas musculoesquelético y cardiovascular.
El historial médico es el componente más sensible y específico de esta preevaluación, para detectar las condiciones que impiden la participación en deportes, llegando a establecerse hasta en un 75% de sus datos, las condiciones que pueden restringir una participación; o bien, requerir de una evaluación adicional. Así es muy significativo la presencia de los padres del niño o adolescente, para proporcionar los antecedentes familiares de forma más completa.
La historia debe incluir antecedentes médicos generales, antecedentes de lesiones y cardiovasculares, incluidos los antecedentes familiares pertinentes. Se presta atención especial a: enfermedades previas o afecciones actualmente bajo tratamiento, cirugías previas y sus secuelas posibles, pérdida de la función en uno de los órganos pares (testículo, ojo, riñón), enfermedades relacionadas a la exposición ambiental (frio, calor), medicamentos, suplementos, terapia alternativa, uso de tóxicos, historial de vacunación, antecedentes sexuales e historia menstrual, antecedentes de variaciones de peso.
En el historial de lesiones, el examinador debe prestar atención a las lesiones comunes, que sin una adecuada rehabilitación pueden predisponer al atleta a sufrir más lesiones. Se debe de preguntar en especial sobre lesiones pasadas a nivel muscular, esqueléticas, de columna o conmociones cerebrales; la pérdida de tiempo establecida por la lesión y/o sus posibles secuelas actuales y la exclusión previa de deportes por cualquier motivo.
En la historia cardiovascular se deberá determinar antecedentes de hipertensión, soplos cardiacos, alteraciones en niveles de grasas en sangre; antecedentes de desmayos, mareos, palpitaciones o dolor en el pecho, latidos cardiacos irregulares, falta de aliento en exceso, fatiga durante realización de ejercicio, convulsiones, pruebas cardiacas anormales, cansancio y falta de aliento más rápido que en sus compañeros durante el ejercicio, ya que cualquiera de estos datos que no pueda tener una explicación o motivo específico requiere la exclusión deportiva hasta la valoración por el cardiólogo y amerita indicar la practica de ejercicio evitando las actividades extenuantes. De los antecedentes familiares interesan los de muerte súbita por problemas cardiacos, alteraciones cardiacas congénitas o adquiridas, alteraciones del ritmo cardiaco.
De los síntomas a considerar, interesan: los que involucran a sistema muscular y esquelético como dolores corporales específicos, los asociados a datos de conmoción cerebral, cardiovasculares y respiratorios de forma más significativa.
Ya en la exploración física el médico se encarga de ir valorando cada estructura corporal que pueda tener afección anatómica y/o funcional que se afecte con la práctica deportiva específica, con limitación a quienes solo tengan función de un órgano par.
En esta evaluación el médico deberá integrar también mediciones antropométricas, como peso, talla, peso corporal ideal, índice de masa corporal, composición corporal, para identificar condiciones de salud y/o alternativas de limitación deportiva (ejemplo: niños con grasa corporal menor de 7%, menores de 16 años y menos del 5% en mayores de 16 años y menos de 12% en niñas tienen limitación deportiva). En otras ocasiones, permite también establecer condiciones de metabolismo bajo con trastorno alimentario.
La evaluación de la madurez biológica puede ser útil para ayudar a los atletas a elegir un deporte en el que es probable que tenga éxito. Los atletas cuyo tamaño pequeño o inmadurez los pone en desventaja en los deportes donde el tamaño y la fuerza son críticos para el rendimiento, pueden ser alentados a participar en otros deportes hasta que se produzca su madurez. Así con una madurez biológica similar, se pueden reducir los desajustes en tamaño y fuerza en comparación con los agrupamientos basados solo en la edad cronológica. Esto tiene ventaja potenciales tanto para atletas de maduración temprana como para los de maduración tardía.
Las pruebas de laboratorio pueden quedar limitadas a solo estudios de sangre y orina por tratarse en la mayoría de los niños y adolescentes sanos, con reserva especial a modificar en quienes se sospecha de alguna enfermedad en particular.
Las pruebas de fuerza no son empleadas de rutina por tener mayor importancia los hallazgos detectados en la historia clínica o la revisión física. Las pruebas no invasivas cardiovasculares se justifican ante datos de afección cardiovascular y solicitud específica por el cardiólogo pediatra donde los próximos atletas deben ser excluidos de la participación en deportes competitivos en espera de la evaluación correspondiente.
Posterior a la realización de esta evaluación, se debe otorgar al atleta autorización completa para participar, autorización para participar con limitaciones o exclusión de participación en espera de una evaluación adicional. La mayoría de los niños y adolescentes con condiciones médicas crónicas pueden participar en un deporte en algún nivel después de una evaluación y/o tratamiento adecuados.
La recomendación del médico de jugar después del diagnóstico de un problema médico o musculoesquelético debe hacerse en el contexto de la edad y madurez del paciente, la gravedad de la lesión, la actividad deportiva, la importancia del próximo evento para el atleta (p. ej., un juego de campeonato estatal versus un partido de pretemporada), y las secuelas si el atleta se lesiona más. La salud del atleta es la prioridad absoluta.
Las restricciones y limitaciones a la participación deben discutirse en detalle para minimizar la probabilidad de mala interpretación. Los riesgos de la participación continua deben discutirse en el contexto del problema médico y el deporte elegido por el atleta. También se debe discutir el plan para una evaluación y tratamiento adicionales.