Estos
quistes, son aumentos de volumen que se desarrollan en forma de sacos redondos
llenos de líquido, a partir de los tejidos del ovario.
Con los primeros equipos de ultrasonido se llegaban a considerar los ovarios como estructuras sin cambios en su contenido (homogéneos) pero con el desarrollo del ultrasonido, se ha comprobado que los ovarios normales de niñas pequeñas presentan estructuras redondeadas disminuidas de eco (hipoecogénicas) a las ondas ultrasónicas emitidas por el equipo, revelando formas redondeadas que corresponden a quistes, por lo que en la actualidad, suelen ser detectados de forma más frecuente y fácil, con el desarrollo de los transductores de más alta resolución, llegando a generar dudas sobre su origen, comportamiento y pronóstico por su hallazgo a diferentes edades.
La presencia de quistes puede considerarse cuando se refieren síntomas o signos asociados (p. ej., dolor o distensión abdominal, masa palpable) o identificarse mediante estudios de imagen que se realiza por otras indicaciones diferentes.
Los dos tipos más comunes de quistes ováricos (llamados quistes funcionales) que se forman durante el ciclo menstrual. Suelen ser benignos (no cancerígenos).
En los quistes foliculares el óvulo crece dentro de un diminuto saco llamado folículo. Cuando el óvulo madura, el folículo se rompe y se abre para liberarlo. Los quistes foliculares se forman cuando el folículo no se abre para liberar el óvulo. Esto causa que el folículo continúe creciendo hasta convertirse en un quiste. A menudo, estos quistes no producen síntomas y desaparecen en un plazo de uno a tres meses.
Los quistes del cuerpo lúteo se pueden generar una vez que el folículo se rompe y libera el óvulo, el saco folicular vacío se encoge y se convierte en una masa de células llamada cuerpo lúteo (por su color amarillo). El cuerpo lúteo hace que las hormonas se preparen para el próximo óvulo del siguiente ciclo menstrual. Los quistes del cuerpo lúteo se forman si el saco no se encoge. En lugar de eso, la bolsa se vuelve a sellar luego de liberar el óvulo. Luego, se acumula líquido en su interior. La mayoría de los quistes del cuerpo lúteo desaparecen después de unas pocas semanas, pero pueden crecer hasta los 10 cm de ancho. También pueden sangrar o presionar el ovario y provocar dolor.
Las lesiones ováricas quísticas pueden deberse al agrandamiento de un folículo quístico (es decir, un quiste fisiológico, también llamado quiste funcional) o en otras circunstancias a tumores ováricos benignos o malignos.
El diagnóstico diferencial varía con la edad. Aunque la mayoría de las masas quísticas en las niñas son quistes ováricos fisiológicos o tumores benignos, es necesario un diagnóstico temprano para reducir el riesgo de torsión ovárica y mejorar el pronóstico de las niñas con neoplasias malignas.
Normalmente estas imágenes quísticas ováricas, pueden clasificarse de acuerdo con su tamaño en microquistes cuando su diámetro es menor de 9 mm y macroquistes cuando el diámetro sea mayor de 9 mm. En general, se describe como quistes foliculares normales a aquellos que miden hasta 2 cm. de diámetro, en el contexto de un desarrollo hormonal concordante.
Por su contenido los quistes pueden ser considerados en otras dos variantes. Los simples son aquellos que presentan contenido líquido anecogénico homogéneo y paredes finas, a veces imperceptibles. Los quistes complejos son aquellos con contenido habitualmente ecogénico heterogéneo, a veces con nivel líquido/detritus, coágulos y/o tabiques finos en su espesor. Es habitual que el especialista en ultrasonido, le otorgue valor especial el notar la presencia de imágenes quísticas pequeñas (quistes hijos) por dentro o fuera de la pared del quiste mayor, para asegurar su origen ovárico.
Los quistes foliculares fetales se detectan incidentalmente en la ecografía prenatal. El tamaño y la apariencia se utilizan para caracterizar los quistes como probable fisiológicos o probablemente patológicos (p. ej., torsión ovárica, hemorragia).
Los posibles fisiológicos son de tipo simples: transparentes, llenos de líquido y tamaño menor de 2 cm de diámetro. Los probablemente patológicos son quistes complejos y contienen desechos, tabiques, componentes sólidos, pared no uniforme y/o quistes con un tamaño mayor de 2 cm de diámetro.
Los quistes en recién nacida son la regla y no la excepción. En su mayoría corresponden a microquistes y cerca del 15% pueden ser macroquistes para su seguimiento. Los fisiológicos a menudo se presentan como masas quísticas pélvicas o abdominales asintomáticas; dada la poca profundidad de la pelvis en la recién nacida, el quiste puede desplazarse hacia la parte media o superior del abdomen. La ecografía puede demostrar un patrón simple o complejo. Un patrón simple generalmente indica un quiste fisiológico. Un patrón complejo puede indicar torsión o hemorragia ovárica.
Las pacientes con quistes ováricos simples o complejos pueden ser manejadas con tratamiento conservador, realizando seguimiento ultrasonográfico seriado y controles clínicos. El tratamiento quirúrgico queda reservado para pacientes con síntomas de compresión de vísceras abdominales o torácica, recién nacidas que presenten signos de obstrucción intestinal o quistes mayores de 6 cm de diámetro que no han disminuido en 4 meses. En general, es recomendable un plazo de hasta 10 meses de seguimiento.
Las niñas prepuberales presentan numerosos folículos primordiales subdesarrollados que corresponden a microquistes. De los macroquistes su incidencia a esa edad es de 2-3% generalmente de tipo funcional. La mayor parte de los quistes ováricos simples es consecuencia de la involución deficiente de un folículo estimulado por hormonas y la resolución espontánea es lo más frecuente. Cuando son activos desde el punto de vista hormonal, pueden asociar como consecuencia pseudopubertad precoz manifiesto con desarrollo mamario y sangrado vaginal. En ellas la vigilancia se realiza con seguimiento ecográfico seriado sólo cuando: el quiste es claramente de origen ovárico, es un quiste de aspecto simple, la paciente es asintomática, y marcadores de cáncer son negativos.
Como manifestaciones asociadas las niñas pueden referir dolor crónico moderado alrededor del ombligo o en alguna parte lateral del vientre. Puede asociar dificultad para la micción o evacuación o notar crecimiento abdominal. Cuando el dolor es de inicio súbito e intenso podrá sospecharse su complicación (torsión, hemorragia, etc.)
Por el riesgo de malignidad en este grupo de edad, en los quistes complejos se recomienda su resección más que observar. También tienen indicación quirúrgica las pacientes sintomáticas en que se sospecha torsión de ovario y los quistes simples que no regresan en control de 1 a 6 meses; considerando que generalmente un quiste funcional regresa o se modifica en 1 a 2 semanas.
En las adolescentes, los quistes ováricos funcionales son parte normal del desarrollo folicular durante el ciclo menstrual. Se pueden formar quistes patológicos, que habitualmente son de aspecto simple, porque un folículo no ovuló, ni involucionó o bien después de la ovulación, pueden existir quistes funcionales que se originan del cuerpo lúteo, los cuales sangran con facilidad, por lo que su aspecto es complejo y pueden alcanzan tamaños de 6 a 8 cm.
Las pacientes pueden consultar por dolor y la ultrasonografía revelar la presencia de una tumoración en ovarios, que debe considerar el médico tratante para diferenciar de otras alteraciones. Se considera que al menos el 90% se resuelve en forma espontánea, por lo que solo amerita manejo conservador con seguimiento de imagen, al menos durante tres ciclos. El tratamiento quirúrgico está reservado para pacientes que presentan síntomas o signos que permitan sospechar complicación o malignidad.
Con los primeros equipos de ultrasonido se llegaban a considerar los ovarios como estructuras sin cambios en su contenido (homogéneos) pero con el desarrollo del ultrasonido, se ha comprobado que los ovarios normales de niñas pequeñas presentan estructuras redondeadas disminuidas de eco (hipoecogénicas) a las ondas ultrasónicas emitidas por el equipo, revelando formas redondeadas que corresponden a quistes, por lo que en la actualidad, suelen ser detectados de forma más frecuente y fácil, con el desarrollo de los transductores de más alta resolución, llegando a generar dudas sobre su origen, comportamiento y pronóstico por su hallazgo a diferentes edades.
La presencia de quistes puede considerarse cuando se refieren síntomas o signos asociados (p. ej., dolor o distensión abdominal, masa palpable) o identificarse mediante estudios de imagen que se realiza por otras indicaciones diferentes.
Los dos tipos más comunes de quistes ováricos (llamados quistes funcionales) que se forman durante el ciclo menstrual. Suelen ser benignos (no cancerígenos).
En los quistes foliculares el óvulo crece dentro de un diminuto saco llamado folículo. Cuando el óvulo madura, el folículo se rompe y se abre para liberarlo. Los quistes foliculares se forman cuando el folículo no se abre para liberar el óvulo. Esto causa que el folículo continúe creciendo hasta convertirse en un quiste. A menudo, estos quistes no producen síntomas y desaparecen en un plazo de uno a tres meses.
Los quistes del cuerpo lúteo se pueden generar una vez que el folículo se rompe y libera el óvulo, el saco folicular vacío se encoge y se convierte en una masa de células llamada cuerpo lúteo (por su color amarillo). El cuerpo lúteo hace que las hormonas se preparen para el próximo óvulo del siguiente ciclo menstrual. Los quistes del cuerpo lúteo se forman si el saco no se encoge. En lugar de eso, la bolsa se vuelve a sellar luego de liberar el óvulo. Luego, se acumula líquido en su interior. La mayoría de los quistes del cuerpo lúteo desaparecen después de unas pocas semanas, pero pueden crecer hasta los 10 cm de ancho. También pueden sangrar o presionar el ovario y provocar dolor.
Las lesiones ováricas quísticas pueden deberse al agrandamiento de un folículo quístico (es decir, un quiste fisiológico, también llamado quiste funcional) o en otras circunstancias a tumores ováricos benignos o malignos.
El diagnóstico diferencial varía con la edad. Aunque la mayoría de las masas quísticas en las niñas son quistes ováricos fisiológicos o tumores benignos, es necesario un diagnóstico temprano para reducir el riesgo de torsión ovárica y mejorar el pronóstico de las niñas con neoplasias malignas.
Normalmente estas imágenes quísticas ováricas, pueden clasificarse de acuerdo con su tamaño en microquistes cuando su diámetro es menor de 9 mm y macroquistes cuando el diámetro sea mayor de 9 mm. En general, se describe como quistes foliculares normales a aquellos que miden hasta 2 cm. de diámetro, en el contexto de un desarrollo hormonal concordante.
Por su contenido los quistes pueden ser considerados en otras dos variantes. Los simples son aquellos que presentan contenido líquido anecogénico homogéneo y paredes finas, a veces imperceptibles. Los quistes complejos son aquellos con contenido habitualmente ecogénico heterogéneo, a veces con nivel líquido/detritus, coágulos y/o tabiques finos en su espesor. Es habitual que el especialista en ultrasonido, le otorgue valor especial el notar la presencia de imágenes quísticas pequeñas (quistes hijos) por dentro o fuera de la pared del quiste mayor, para asegurar su origen ovárico.
Los quistes foliculares fetales se detectan incidentalmente en la ecografía prenatal. El tamaño y la apariencia se utilizan para caracterizar los quistes como probable fisiológicos o probablemente patológicos (p. ej., torsión ovárica, hemorragia).
Los posibles fisiológicos son de tipo simples: transparentes, llenos de líquido y tamaño menor de 2 cm de diámetro. Los probablemente patológicos son quistes complejos y contienen desechos, tabiques, componentes sólidos, pared no uniforme y/o quistes con un tamaño mayor de 2 cm de diámetro.
Los quistes en recién nacida son la regla y no la excepción. En su mayoría corresponden a microquistes y cerca del 15% pueden ser macroquistes para su seguimiento. Los fisiológicos a menudo se presentan como masas quísticas pélvicas o abdominales asintomáticas; dada la poca profundidad de la pelvis en la recién nacida, el quiste puede desplazarse hacia la parte media o superior del abdomen. La ecografía puede demostrar un patrón simple o complejo. Un patrón simple generalmente indica un quiste fisiológico. Un patrón complejo puede indicar torsión o hemorragia ovárica.
Las pacientes con quistes ováricos simples o complejos pueden ser manejadas con tratamiento conservador, realizando seguimiento ultrasonográfico seriado y controles clínicos. El tratamiento quirúrgico queda reservado para pacientes con síntomas de compresión de vísceras abdominales o torácica, recién nacidas que presenten signos de obstrucción intestinal o quistes mayores de 6 cm de diámetro que no han disminuido en 4 meses. En general, es recomendable un plazo de hasta 10 meses de seguimiento.
Las niñas prepuberales presentan numerosos folículos primordiales subdesarrollados que corresponden a microquistes. De los macroquistes su incidencia a esa edad es de 2-3% generalmente de tipo funcional. La mayor parte de los quistes ováricos simples es consecuencia de la involución deficiente de un folículo estimulado por hormonas y la resolución espontánea es lo más frecuente. Cuando son activos desde el punto de vista hormonal, pueden asociar como consecuencia pseudopubertad precoz manifiesto con desarrollo mamario y sangrado vaginal. En ellas la vigilancia se realiza con seguimiento ecográfico seriado sólo cuando: el quiste es claramente de origen ovárico, es un quiste de aspecto simple, la paciente es asintomática, y marcadores de cáncer son negativos.
Como manifestaciones asociadas las niñas pueden referir dolor crónico moderado alrededor del ombligo o en alguna parte lateral del vientre. Puede asociar dificultad para la micción o evacuación o notar crecimiento abdominal. Cuando el dolor es de inicio súbito e intenso podrá sospecharse su complicación (torsión, hemorragia, etc.)
Por el riesgo de malignidad en este grupo de edad, en los quistes complejos se recomienda su resección más que observar. También tienen indicación quirúrgica las pacientes sintomáticas en que se sospecha torsión de ovario y los quistes simples que no regresan en control de 1 a 6 meses; considerando que generalmente un quiste funcional regresa o se modifica en 1 a 2 semanas.
En las adolescentes, los quistes ováricos funcionales son parte normal del desarrollo folicular durante el ciclo menstrual. Se pueden formar quistes patológicos, que habitualmente son de aspecto simple, porque un folículo no ovuló, ni involucionó o bien después de la ovulación, pueden existir quistes funcionales que se originan del cuerpo lúteo, los cuales sangran con facilidad, por lo que su aspecto es complejo y pueden alcanzan tamaños de 6 a 8 cm.
Las pacientes pueden consultar por dolor y la ultrasonografía revelar la presencia de una tumoración en ovarios, que debe considerar el médico tratante para diferenciar de otras alteraciones. Se considera que al menos el 90% se resuelve en forma espontánea, por lo que solo amerita manejo conservador con seguimiento de imagen, al menos durante tres ciclos. El tratamiento quirúrgico está reservado para pacientes que presentan síntomas o signos que permitan sospechar complicación o malignidad.