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Rabia

 

Es una enfermedad infecciosa transmitida al ser humano por animales (zoonosis), causada por un virus que se transmite por la mordedura o contacto de heridas con saliva de animales domésticos y/o salvajes infectados.
A pesar de la eficacia y la inocuidad del tratamiento actual, cada año mueren entre 35 a 50 mil personas debido a que no son tratadas de forma apropiada. Lamentablemente es una enfermedad infecciosa que iniciadas sus manifestaciones es letal.
Esta enfermedad está presente en todo el mundo y casi el 50% de los casos, se dan en niños entre 4 a 15 años. La mayor incidencia y mortalidad se produce en zonas rurales pobres, donde la gran parte de los animales no están vacunados.
Los perros son el principal reservorio del virus. A partir de él se transmite con mayor frecuencia la rabia a los humanos en la mayor parte de los países en desarrollo. Sin embargo, donde todos los perros están obligadamente vacunados, el virus se encuentra sobre todo en murciélagos, mapaches, hurones y lobos.
El virus se transmite a través de la saliva del animal infectado generalmente mordedura o en ocasiones por lamido de zonas de piel lesionadas o con heridas. Muy raramente se transmite en forma de aerosol en cuevas contaminadas con guano de murciélago y también a personal que labore con el virus. No se transmite entre una persona y otra.   
La mordedura o arañazo de un animal rabioso, trae como consecuencia la presencia de saliva infectada con virus rábico en las células musculares, donde el virus se multiplica lentamente hasta lograr una cantidad suficiente infectante, para alcanzar las uniones nerviosas sensitivas y motoras uniéndose a receptores específicos, donde los virus se replican con mayor velocidad y capacidad de migración más rápida, para poder penetrar a las fibras nerviosas periféricas, hacia la parte inicial y central del sistema nervioso (cerebro), donde invaden estructuras específicas y causan respuesta inflamatoria grave. Los cambios que causa a los tejidos neuronales son bien definidos para poderse distinguir en el ser humano o animal que sufre esta enfermedad.
La exposición al virus no siempre resulta en desarrollo de infección y enfermedad. La susceptibilidad a la rabia después de una exposición está relacionada con varios factores incluido el tipo y ubicación anatómica de la exposición, ya que una mordedura a través de la ropa donde la saliva puede absorberse no será igual que una lamedura en la piel rota o raspada. Además, es más probable que las exposiciones que involucren la cabeza o el cuello de un paciente den como resultado una infección productiva más rápida que una exposición a una parte mas alejada del cuerpo. Otros factores incluyen: variante del virus, tamaño del inóculo viral, grado de inervación en el sitio de la mordedura y la condición inmunológica del huésped (las zarigüeyas son relativamente resistentes).
Los animales que actúan como reservorio además del perro incluyen gatos, murciélagos, mapaches, zorrillos y zorros. En los últimos 50 años, los murciélagos representan la causa por mordedura hasta en un 60% de los casos reportados, con el inconveniente que este tipo de mordedura suele no ser percibida por la víctima (45%) al tener inoculación de una sustancia anestésica que evita la percepción de malestar y le permite al murciélago dañar la piel y succionar la sangre, dejando saliva en la superficie herida. La rabia presente en otras especies menores (roedores) no permite la transmisión del virus, por condicionar una alteración paralizante al animal infectado, que le impide transmitir su carga viral infectante. Otra forma menos común es la transmitida por trasplantes.
Las manifestaciones que produce la enfermedad son variadas de acuerdo con su tiempo de evolución y las condiciones particulares de la infección.
El periodo de incubación se establece por el momento de introducción del virus, hasta su localización en los tejidos nerviosos, suele ser de entre uno y tres meses, pero puede oscilar entre pocos días y casi un año. La duración de esta etapa depende de la cantidad del inóculo, inervación de la zona afectada y la distancia del inóculo al cerebro. Durante esta etapa generalmente la enfermedad no se sospecha por desarrollar síntomas comunes o poco específicos, como: febrícula, escalofríos, malestar general, dolor muscular, fatiga, debilidad, falta de apetito, dolor de garganta, náuseas, vómitos, dolor de cabeza y en forma ocasional malestar a la luz.
En la fase prodrómica que es casi de dos semanas, está condicionada por la afectación muscular y de unión neurológica por el virus. Hay sensibilidad alterada desde el sitio de inoculación como hormigueo, picazón, ardor, dolor, entumecimiento, cambios térmicos y en forma especial puede notarse que la zona muscular afectada: aumenta de volumen luego de realizar un golpeteo superficial, puede asociar fiebre, dolor de cabeza variable.
Ya afectando al cerebro, se manifiesta la rabia clínica que puede evolucionar en dos formas principales, una conocida como encefalítica y otra paralítica. En los humanos la forma encefalítica es más común (80%). En algunos casos asociados con mordeduras de murciélago, existen formas atípicas que solo establece deficiencias motoras o sensitivas, movimientos anormales de la extremidad mordida, parálisis de nervios craneales, movimientos musculares anormales y convulsiones.
En rabia encefalítica la presentación clásica incluye fiebre, temor al agua (hidrofobia), espasmos de la garganta e inquietud excesiva que remiten luego a parálisis generalizada, coma y muerte. La hidrofobia se produce ante la incomodidad de poder tragar el agua, que se genera a partir de una contracción molesta en la garganta, que hace desarrollar un temor abrumador al agua ante los intentos de beber, al grado que se inducen ante la vista o mención del agua que pueden desencadenar esos espasmos involuntarios. De igual forma sucede con la entrada de aire respiratorio -aerofobia- que en menor frecuencia (9%) se presentan y puede complicarse con tos, asfixia, hipo y paro respiratorio. Los músculos de la cara pueden contraerse y provocar una mueca especial; y en cuello y espalda, los músculos se contraen causando extensión máxima con espasmo muscular. Como manifestaciones de afección neurológica, se desarrolla en exceso: salivación, lagrimeo, sudoración, piel de gallina, dilatación pupilar, variaciones de temperatura (fiebre e hipotermia), alteraciones de lenguaje, taquicardia y arritmias secundarias. En su estado consciente, su alteración se expresa con excitación generalizada, inquietud, cambios de conciencia, desorientación, agitación y alucinaciones visuales o auditivas, pueden volverse agresivos y maniacos, seguidos de periodos de calma.
En la rabia paralítica, se nota una parálisis ascendente del cuerpo, mas prominente en la extremidad mordida que se propaga al resto del cuerpo, con afectación final de los músculos de la deglución y la respiración lo que conduce a su muerte.
La mayoría de los pacientes con rabia mueren dentro de las dos semanas posteriores al inicio del coma, aunque pueden tardar más con el apoyo de cuidados intensivos.
Ante toda herida causada por mordedura de animales sospechosos de rabia, se recomienda un lavado a fondo (por 15 minutos) lo mejor posible con jabón y mucha agua para evitar el riesgo de ingreso del virus, aplicación de solución antiséptica (iodo) y no cerrar la herida sin aplicar la sustancia neutralizante (inmunoglobulina) específica a su alrededor y por vía intramuscular para evitar la multiplicación viral, además de aplicar la vacuna en días específicos, que en dos semanas ya funcionará para evitar la agresión al tejido nervioso y con ello poder salvar la vida al paciente. De preferencia, se deberá de vigilar al animal agresor en las siguientes dos semanas: si desarrolla datos de rabia que confirmen el diagnostico de sospecha, se inicia tratamiento específico al paciente. Si el animal está muerto, se mandará su cabeza al centro especial de estudios, para identificar las lesiones características en su cerebro que, al confirmar, también justifican el inicio de manejo específico…es una enfermedad mortal pero prevenible.