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Epistaxis.

La palabra suena rara, pero en términos griegos significa “fluir gota a gota” y se emplea en medicina para señalar la existencia de un sangrado por fosas nasales, que por su forma de eliminar se adapta al significado referido.
En los niños es de las hemorragias más frecuentes que se llegan a referir y se presentan en niños con problemas alérgico, temporada de calor o como consecuencia de un traumatismo.
La nariz es la puerta de entrada del aire que llevamos a nuestro interior para el intercambio de gases a nivel pulmonar. Las funciones de la nariz incluyen el filtrar, purificar, humedecer y calentar el aire del exterior y en gran medida estas funciones las realiza con mucha relación a su diseño interno además de los dispositivos superficiales. Tiene en su interior vellos que se encargan de evitar que partículas grandes pasen al interior del organismo. La cantidad abundante de glándulas se encargan de producir el moco necesario para atrapar en la superficie la gran mayoría de contaminantes y partículas presentes en el aire que respiramos. La forma como se configura el interior de las fosas nasales genera turbulencias para poner en contacto el aire a un filtrado eficiente y la cantidad tan abundante de vasos sanguíneos muy superficiales que le dan la condición de funcionar en forma de un calefactor para incrementar su temperatura y humedecer su contenido.
Cuando en el exterior la temperatura ambiental es baja, en el interior los vasos sanguíneos tienen tendencia a aumentar de volumen y expandir su contenido para permitir la trasferencia de calor, por la sangre que circula en su interior hacia el aire que se encuentra dentro de las fosas nasales. Con la temperatura caliente del aire no es necesario realizar el cambio de volumen de los vasos sanguíneos ya que no es necesario calentar mucho el aire que se introduce a la nariz.
El sangrado nasal se presenta con relativa frecuencia en los niños bajo dos situaciones posibles diferentes:
El niño que tiene inflamación recurrente de su mucosa nasal por un fondo alérgico condiciona modificaciones de elasticidad a la superficie mucosa por la recurrencia de la inflamación ante la frecuencia de la respiración de la sustancia alergénica. Los vasos sanguíneos se involucran en la respuesta alérgica y por la dilatación de sus paredes, se adelgazan en su grosor, desarrollando así una potencial labilidad a lesionarse con las modificaciones superficiales y sangran.
El niño que se expone a cambios de temperatura. Con la respiración de aire caliente y seco, se deshidrata en forma progresiva la mucosa nasal, y mucho más rápido cuando el niño se introduce frecuentemente el dedo para eliminar el material acumulado. La deshidratación superficial favorece que se presente el desgarro de algunas de sus paredes vasculares generando como consecuencia el sangrado.
En la mayoría de las ocasiones la presencia del sangrado nasal alarma al niño y posiblemente también a sus familiares, por lo que en la desesperación para limitarlo se practican hábitos que en su mayoría no dan resultado adecuado.
La medida más conveniente para realizar en el momento de presentarse el sangrado es hacer presión eficiente de las fosas nasales a nivel de las alas de la nariz, en su parte cartilaginosa para cerrar ambas fosas con presión suficiente, colocando la cabeza hacia delante y abajo con el propósito de evitar que el sangrado residual lo empiece a deglutir el niño de forma constante y pueda causar sensación de incomodidad, asco o vómito. Se mantiene la presión de forma exacta por un tiempo mínimo de cinco minutos, al cabo de los cuales, se suelta la presión suavemente y se coloca la cabeza en posición normal, comprobando la ausencia de sangrado activo y quizás solo la eliminación del coagulo en forma ocasional de expectoración o vómito con acceso de tos previo.
En consecuencia a los flujos de aire de la respiración normal, a continuación el coágulo se ve influido al paso de aire en vaivén de entrada y salida, que en poco tiempo consigue ir hacer evaporar el contenido acuoso del coágulo, para cambiar a una consistencia seca, que por tracción de la zona donde se encuentra implantado, en forma secundaria, desencadena en los niños la sensación natural de comezón, resultado una nueva agresión, para dar la apariencia que el niño tiene alguna enfermedad especial, al notarse la recurrencia en intervalos variables. Así se recomienda no manipular la nariz o introducir el dedo ante la sensación de comezón o tratar de retirar la costra del sangredo. De preferencia, se empezará a aplicar humedad de forma frecuente mediante gotas de agua pura o preparados comerciales compatibles con solución fisiológica para evitar que haya sensación de comezón al momento de irse secando el coagulo y formar la costra. La dificultad mayor es al momento de dormir el niño en donde por el hecho de perder conciencia sobre el control de sus movimientos, puede tener rascado o trauma ligero nasal nocturno y desencadenar nuevo sangrado.
Ante un sangrado nasal que no cede luego de dos a tres intentos de presión de fosas, es conveniente acudir al servicio de urgencias para valorar la aplicación de un taponamiento mediante procedimientos especiales.
El sangrado nasal que se presenta de forma aislada requiere de descartar el fondo alérgico primario o bien el hábito de rascado nasal frecuente en los niños, o una inflamación nasal crónica por otro origen.
Las condiciones ambientales también son significativas ya que, en ambientes de calor seco, la deshidratación superficial de la mucosa nasal se presenta con mayor frecuencia como factor predisponente para causar el sangrado nasal.
Es posible que los familiares consideren que el niño pueda tener un problema de coagulación cuando noten la recurrencia del sangrado nasal, pero lo anterior solo puede revelar condiciones mecánicas o ambientales que no se cuidan en forma adecuada.  
Se sospechará de alteración de la coagulación, cuando además del sangrado nasal haya sangrados en otras partes corporales, como en los procedimientos dentales o algunas heridas accidentales que manifiesten tiempo prolongado para inhibir el sangrado (no más de cinco minutos es normal) o haya  evidencia de rupturas vasculares bajo la piel  (moretones o puntos rojos en la piel) o algunas mucosas (por ejemplo, lengua y ojos) comprobando también si existe antecedente en los familiares de alguien con problemas de sangrado para ofrecer como dato de información al médico que lo valore.
Ante la sospecha de un problema alérgico o de alteración de la coagulación, el médico luego de efectuar el interrogatorio y la revisión del niño, es posible que considere adecuado realizar estudio de la nariz para buscar células relacionadas con problemas alérgicos (eosinófilos) que será positivo cuando rebasen más del 3% y para considerar las alteraciones de la coagulación tomará otros estudios que analizan las características específicas de la coagulación, para enviar al hematólogo pediatra en caso de hallar alteraciones que justifiquen su estudio más apropiado para establecer su manejo y referir su pronóstico que pueda tener posteriormente.
Para evitar el sangrado nasal en época de calor, se recomienda a los niños no manipular de forma frecuente sus fosas nasales, y en especial ante actividades recreativas con respiración de aire caliente y seco, aplicar en cada fosa nasal humedad de forma adecuada con una a dos gotas de agua pura estéril o preparados comerciales especiales (normales), con intervalos de cada dos a cuatro horas.
Otras causas menos frecuentes pueden estar presentes en algunos niños y deberán ser valoradas por su médico si hay recurrencia significativa y antecedentes particulares.