Este nombre -un
poco raro-, hace referencia a una alteración respiratoria que puede tener un
recién nacido, en forma transitoria por modificarse el mecanismo del
nacimiento. Llega a tener otros nombres, como: síndrome del pulmón húmedo o
mala adaptación pulmonar, que reflejan algunas de sus características
asociadas.
La alteración
consiste, en una persistencia de líquido fetal dentro de los más pequeños
espacios de los pulmones (alveolos), que al nacimiento deberían estar libres de
ese líquido y llenos de aire, pero al no tener la cantidad adecuada de oxígeno
en su interior, causan alteraciones en los primeros días del nacimiento. Esto
puede confundirse con otras causas de dificultad respiratoria, que tienen un
pronóstico diferente.
Para entender un
poco mejor estas características, vale la pena describir los eventos más
importantes del desarrollo pulmonar normal, dentro del vientre materno y los
cambios que se tienen que establecer antes del nacimiento; ya que algunas
personas y personal de salud, creen que esta enfermedad se debe a la falta de
presión sobre el pecho del niño, al no pasar por el canal vaginal.
Los pulmones durante
su desarrollo en el feto pasan por diferentes etapas, iniciando desde una
estructura principal troncal hueca, que al paso del tiempo va creciendo hacia
la periferia, en forma arborescente, desarrollando estructuras tubulares cada
vez más delgadas, hasta terminar en espacios con forma de sacos, que en su
superficie adquieren formas redondeadas (alveolos), con una superficie delgada
que tiene contacto íntimo con vasos sanguíneos que después -del nacimiento-, permiten
el cambio de gases.
Durante este
periodo fetal no hay aire en los pulmones; y bajo esta circunstancia, todo este
tejido pulmonar podría estar colapsado. Esta compresión, por tiempo prolongado
(en el embarazo) evitaría la capacidad elástica del pulmón; y desde luego,
limitaría su capacidad expansiva al momento del nacimiento. Para mantener un
volumen en el interior de todo el sistema de conducción y reserva respiratoria
(sacos y alveolos respiratorios), el tejido pulmonar se encarga de sintetizar
un líquido especial en su interior. Este líquido no se sabe cuándo inicia su
producción; sin embargo, se considera presente a partir de la mitad del embarazo
y tiene un papel crucial en el crecimiento y desarrollo del pulmón ya que lo
mantiene en un estado de expansión. El volumen que puede llegar a acumularse al
final del embarazo es de 50 a 100 ml.
El líquido fetal
pulmonar se influye por contracciones respiratorias espontaneas, que se
originan en la estructura principal troncal y se propagan hacia el árbol
bronquial, impulsando al líquido hacia los alveolos. Cuando las contracciones
desaparecen, el flujo se revierte y es expulsado hacia la cavidad que rodea al
feto. Estas contracciones se hacen menos frecuentes en el transcurso del
embarazo, contribuyendo a la expansión de los brotes respiratorios más
periféricos y facilitan su crecimiento al tejido circundante.
Para mantener su
volumen en forma constante, el líquido se produce en la misma proporción que se
elimina, pero al acercarse la fecha posible del parto, se inicia la disminución
progresiva de su producción. Cuando las contracciones de la matriz empiezan a
disminuir el envío de sangre al feto a partir de su placenta, la disminución
del oxígeno en el cerebro fetal, desencadena una secuencia especial de eventos
necesarios para una adecuada adaptación al nacimiento, condicionando en primer
lugar una desaparición de función formadora de líquido pulmonar, para seguir
con un proceso inverso que inicia la absorción progresiva, para dejar los
espacios libres que permitan la captura del aire al interior del sistema
respiratorio. Son varios factores y condiciones hormonales que se conjugan en
el feto, para realizar esta absorción de forma eficiente, llegándose a
identificar algunos y otros quedan aún en incertidumbre de la forma como pueden
influir. La ausencia o alteración de este proceso es el principal factor para
que la cantidad de líquido pulmonar no sea eficientemente eliminado; y en
consecuencia, sea factor para permitir que este líquido persistente afecte a la
entrada de aire en forma normal al espacio respiratorio. Este proceso se inicia
de forma normal 2 a 3 días previos al parto. Se entiende que las interrupciones
del embarazo evitan este proceso normal.
Entre los
factores decisivos finales, participa de forma significativa la presión
inspiratoria del bebé, en sus primeras respiraciones para poder llenar estos
espacios respiratorios. Es la única ocasión en la vida del ser humano, en que
será necesario emplear hasta 60 cm de agua para llenar los espacios
respiratorios de forma eficiente, disminuyendo en forma progresiva con los
siguientes movimientos respiratorios hasta tener el valor habitual de 2-5
(cm/agua). La entrada de aire inspirado a gran presión, es el último factor
para desplazar al líquido residual en los sacos y alvéolos respiratorios.
La persistencia
de este líquido en el sistema respiratorio pulmonar del recién nacido, es la
base para causar esta enfermedad conocida como taquipnea transitoria neonatal.
En forma natural
puede presentarse en los recién nacidos de tiempo normal de gestación y
aquellos hasta de 36 semanas de embarazo, con una frecuencia estimada de 0.5 a
2%, que se incrementa en forma notable, con los obtenidos por cesárea electiva
de 1 a 30%, siendo motivo de hospitalización para verificar su evolución y
comprobar la causa.
Se puede
considerar esta enfermedad, cuando posterior al nacimiento se nota aumento en
los movimientos respiratorios tanto en frecuencia (más de 60 respiraciones por
minuto) como en amplitud, agregando en ocasiones otros datos, como: quejido,
coloración morada de dedos o alrededor de la boca, hundimiento de las
costillas, movimientos en las fosas nasales, hundimiento del pecho, movimientos
del abdomen asociados con los torácicos. Bajo estas circunstancias similares,
pueden presentarse otras enfermedades que pueden tener una evolución más
delicada; por tanto, requiere de comprobar su evolución con remisión espontanea
en los siguientes tres días, en que logra terminar de absorberse el líquido
retenido.
Bajo
circunstancias especiales que se influyen por el sistema respiratorio afectado
por esta alteración, el curso de la enfermedad puede ser diferente, llegando a
complicarse para requerir manejo meticuloso en unidades de cuidados intensivos.
Cuando la persistencia de la frecuencia respiratoria elevada se prolonga más de
cinco días, deberá definirse el tipo de enfermedad especial, que puede ser: infección
en el pulmón (neumonía), cardiopatías, membrana hialina, aspiración de meconio,
defectos del desarrollo pulmonar, alteraciones de vasos sanguíneos.
En su
evaluación, se puede obtener una imagen de los pulmones –mediante
radiografía-que mostrará cambios especiales, para justificar la existencia de
esta enfermedad. Se puede considerar también imágenes de ultrasonido o
tomografía cuando existe la sospecha de una mala evolución. Sus complicaciones
posibles pueden incluir: infección secundaria (neumonía), infección
generalizada (sepsis) o hipertensión pulmonar.
Para su
tratamiento, se deberá vigilar estrechamente su evolución para dar apoyo en el
momento de ser necesario, con dispositivos variados de ventilación para
mantener los niveles de oxígeno en rangos normales, que se comprueba con
equipos especiales. Si la frecuencia respiratoria es muy importante, el bebé
podrá ser puesto en ayuno absoluto, administrando sus requerimientos de agua y
calorías por infusión venosa.
El pronóstico
por lo general es benigno, ya que la mayoría de los casos requiere de disminuir
el apoyo respiratorio en las 24 a 48 horas de vida, con posible alta de
hospital a las 48 o 72 horas del nacimiento.
El enfoque para
la prevención de esta enfermedad, debe ser el reducir l incidencia de las
cesáreas electivas; o por lo menos, esperar el inicio del trabajo de parto
espontáneo, con intención de facilitar la eliminación del líquido pulmonar.
Habrá que recordar que las molestias relativas del parto, tienen funciones
especiales, para un nacimiento normal.