Una
uña encarnada, también conocida como onicocriptosis, ocurre cuando la placa de
la uña crece hacia el lado de la piel lateral que la rodea y actúa como un
cuerpo extraño al introducirse en su tejido, ante su crecimiento progresivo,
causando inflamación y de forma secundaria una posible infección.
Existe también la otra alternativa de desarrollo, que establece el crecimiento del pliegue de la uña hacia el lecho ungueal, rebasando su pliegue natural. En ambos casos, se produce un malestar significativo que modifica la marcha ante la presencia de dolor intenso.
Su desarrollo se debe a una alteración en el ajuste adecuado de la lámina de la uña sobre su surco lateral. Por alguna condición previa variable, se desarrollan unas pequeñas espículas afiladas en el margen ungueal lateral que gradualmente se introducen en la piel del surco ungueal. Actúa así la uña como un cuerpo extraño al invadir esa parte de piel y, en consecuencia, se produce una respuesta inflamatoria en el área de penetración, que produce enrojecimiento, hinchazón, acumulación posible de pus (ante la destrucción del mismo tejido dañado y agregación de bacterias); y en casos de recurrencia o cronicidad, un engrosamiento de esa zona por reacción fibrosa recurrente.
La distancia normal entre el surco de la uña y su borde es en promedio de 1 mm. Una fina capa de piel cubre el surco de la uña y la protege de la irritación. Con un aumento de la presión sobre el lecho y el surco ungueales, es posible que se produzca una rotura epidérmica, con la consiguiente respuesta inflamatoria, dolor y posible infección adicional.
Las uñas encarnadas generalmente ocurren como resultado de un calzado mal ajustado. Sin embargo, esto también puede deberse a un traumatismo previo o a una forma anormal del margen de la uña. Existen distintos tipos de uñas encarnadas de acuerdo con la edad.
La de tipo neonatal ocurre como resultado de un retraso en el crecimiento excesivo del margen ungueal libre en la punta del dedo del pie que puede tratarse de manera conservadora.
En la forma infantil, generalmente asocia una condición congénita que resulta de una mala alineación de la uña grande del pie o como resultado de un engrosamiento excesivo del pliegue ungueal lateral.
En el adolescente, la causa más común es un estrechamiento del espacio en donde debe estar en forma normal la uña, lo que provoca que el extremo libre de la uña crezca hacia adentro.
Los factores que influyen para el desarrollo de esta alteración son variados, pero entre los más habituales, podemos señalar al corte de las uñas, donde cortar la uña en forma redondeada, en forma de V o demasiado corta, provocará abultamiento del tejido blando y la posibilidad de dejar un espolón de uña en el ángulo lateral difícil de eliminar, lo que resultará en una reacción inflamatoria con destrucción del tejido por presión. La forma correcta de recortar la uña es cortarla en línea recta más allá del lecho ungueal (evitar cortes muy cercanos al borde). Cuando los zapatos no ajustan de forma adecuada, la placa ungueal puede salirse de la ranura de la uña con un calzado que tiene una puntera demasiado pequeña. La presión constante sobre el lecho y el surco ungueales produce una rotura que inicia un proceso inflamatorio y eventualmente resulta en una uña encarnada.
Las deformidades que resultan de un traumatismo previo o de una enfermedad ósea asociada pueden predisponer a las uñas encarnadas.
La sudoración excesiva que puede ser común entre los adolescentes puede condicionar un ablandamiento del pliegue ungueal. Al practicar deportes, se pueden desarrollar espículas ungueales que pueden perforar fácilmente el pliegue ungueal ya ablandado adyacente. Con la obesidad, se produce una mayor profundización del surco ungueal.
El empleo de algunos medicamentos puede causar el desarrollo de exceso de tejido en el pliegue ungueal. Se relacionan con medicamentos contra virus, hongos y retinoides.
La hipermovilidad articular a través de cambios en la biomecánica del pie, aumenta la presión en la parte media del pie y la carga al caminar, así la primera articulación soporta la presión más alta y la transmite hacia la parte lejana, con desarrollo de uña encarnada en el dedo gordo.
Presencia de hongos en las uñas que en forma secundaria provocan uñas quebradizas, que pueden formar espículas laterales de forma más habitual y perforar el pliegue.
Como herencia familiar, al existir entre los integrantes familiares las uñas curvadas hacia dentro con distorsión de uno o ambos márgenes de las uñas.
Otros factores son: la infección (paroniquia) que se presenta en la parte lateral del borde de la uña, la deformidad articular hallux valgo (juanetes), algunos corredores que desarrollan uñas de consistencia más dura y los diabéticos.
Por frecuencia, se establece como el problema más común de las uñas y la de los pies se ven afectadas con mucha mayor frecuencia que de las manos, siendo los márgenes laterales del dedo gordo los más frecuentemente afectados, sin predominio de raza y con mayor afectación a hombres en proporción de 3:1, reportada como más común a medida que los niños comienzan a soportar más peso en los pies y a usar zapatos.
Se sospecha por los familiares al notar que el afectado se queja de dolor variable de intensidad tolerando en forma inicial, pero ante el incremento excesivo, acuden en forma tardía señalando progreso a dolor intenso mientras camina o carga algún peso, notando un dolor agudo localizado al lecho ungueal del dedo afectado además de cambios inflamatorio. En niños sin deambulación puede solo existir llanto intenso y recurrente como manifestación exclusiva que jutifica revisar sus dedos.
Por el tiempo de evolución, la forma de manifestar la alteración puede presentar diferentes condiciones. En forma inicial solo se distingue enrojecimiento asociado con mínima inflamación y con dolor leve a la presión realizada. Ya en la etapa intermedia se incrementa el enrojecimiento y la inflamación, agregando datos de infección local y secreción de material líquido importante. En la última etapa hay presencia de engrosamiento de la piel afectada y tejido en proceso de cicatrización.
Una uña encarnada provoca diversos grados de inflamación en el tejido circundante y esto puede predisponer a la infección si no se trata bien. Si se descuida, la formación de abscesos (paroniquia) puede extenderse y provocar osteomielitis, infección sistémica y septicemia; Incluso puede ser necesaria la amputación del dedo para un tratamiento definitivo.
El
tratamiento no quirúrgico en la etapa inicial consiste en remojar el dedo
afectado en agua tibia y jabón durante diez minutos, seguido de la aplicación
de un ungüento antibiótico tópico en el pliegue ungueal afectado al menos dos
veces al día. A los pacientes y cuidadores se les enseñan consejos y técnicas
para el cuidado de las uñas, que incluyen evitar el calzado ajustado y el corte
excesivo de uñas. Se les recomienda cortar la uña de manera que las esquinas libres
de la uña sean visibles y distintas, en lugar de intentar darles forma en un
borde redondo y liso y correr el riesgo de dejar una punta afilada de la uña en
la esquina medial o lateral. En etapas especiales de evolución, el tratamiento
quirúrgico puede ser la avulsión completa o parcial de la uña que se puede
realizar en forma ambulatoria y con personal experto. La condición especial que
lo predisponga como causa, se debe corregir o controlar. En lactantes se sugiere limitar el crecimiento
de la uña mediante empleo de lima, con movimiento exclusivo hacia abajo para
evitar su desgarro ante su fragilidad.
Su pronóstico es excelente en el apego al tratamiento específico con curación completa. En cuanto a su evolución se modifica el pronóstico, solo de acuerdo con la infección agregada, que con descuido puede causar formación de abscesos (paroniquia) o incluso invasión al hueso (osteomielitis) infección sistémica (sepsis) y/o amputación de ser necesario.
Existe también la otra alternativa de desarrollo, que establece el crecimiento del pliegue de la uña hacia el lecho ungueal, rebasando su pliegue natural. En ambos casos, se produce un malestar significativo que modifica la marcha ante la presencia de dolor intenso.
Su desarrollo se debe a una alteración en el ajuste adecuado de la lámina de la uña sobre su surco lateral. Por alguna condición previa variable, se desarrollan unas pequeñas espículas afiladas en el margen ungueal lateral que gradualmente se introducen en la piel del surco ungueal. Actúa así la uña como un cuerpo extraño al invadir esa parte de piel y, en consecuencia, se produce una respuesta inflamatoria en el área de penetración, que produce enrojecimiento, hinchazón, acumulación posible de pus (ante la destrucción del mismo tejido dañado y agregación de bacterias); y en casos de recurrencia o cronicidad, un engrosamiento de esa zona por reacción fibrosa recurrente.
La distancia normal entre el surco de la uña y su borde es en promedio de 1 mm. Una fina capa de piel cubre el surco de la uña y la protege de la irritación. Con un aumento de la presión sobre el lecho y el surco ungueales, es posible que se produzca una rotura epidérmica, con la consiguiente respuesta inflamatoria, dolor y posible infección adicional.
Las uñas encarnadas generalmente ocurren como resultado de un calzado mal ajustado. Sin embargo, esto también puede deberse a un traumatismo previo o a una forma anormal del margen de la uña. Existen distintos tipos de uñas encarnadas de acuerdo con la edad.
La de tipo neonatal ocurre como resultado de un retraso en el crecimiento excesivo del margen ungueal libre en la punta del dedo del pie que puede tratarse de manera conservadora.
En la forma infantil, generalmente asocia una condición congénita que resulta de una mala alineación de la uña grande del pie o como resultado de un engrosamiento excesivo del pliegue ungueal lateral.
En el adolescente, la causa más común es un estrechamiento del espacio en donde debe estar en forma normal la uña, lo que provoca que el extremo libre de la uña crezca hacia adentro.
Los factores que influyen para el desarrollo de esta alteración son variados, pero entre los más habituales, podemos señalar al corte de las uñas, donde cortar la uña en forma redondeada, en forma de V o demasiado corta, provocará abultamiento del tejido blando y la posibilidad de dejar un espolón de uña en el ángulo lateral difícil de eliminar, lo que resultará en una reacción inflamatoria con destrucción del tejido por presión. La forma correcta de recortar la uña es cortarla en línea recta más allá del lecho ungueal (evitar cortes muy cercanos al borde). Cuando los zapatos no ajustan de forma adecuada, la placa ungueal puede salirse de la ranura de la uña con un calzado que tiene una puntera demasiado pequeña. La presión constante sobre el lecho y el surco ungueales produce una rotura que inicia un proceso inflamatorio y eventualmente resulta en una uña encarnada.
Las deformidades que resultan de un traumatismo previo o de una enfermedad ósea asociada pueden predisponer a las uñas encarnadas.
La sudoración excesiva que puede ser común entre los adolescentes puede condicionar un ablandamiento del pliegue ungueal. Al practicar deportes, se pueden desarrollar espículas ungueales que pueden perforar fácilmente el pliegue ungueal ya ablandado adyacente. Con la obesidad, se produce una mayor profundización del surco ungueal.
El empleo de algunos medicamentos puede causar el desarrollo de exceso de tejido en el pliegue ungueal. Se relacionan con medicamentos contra virus, hongos y retinoides.
La hipermovilidad articular a través de cambios en la biomecánica del pie, aumenta la presión en la parte media del pie y la carga al caminar, así la primera articulación soporta la presión más alta y la transmite hacia la parte lejana, con desarrollo de uña encarnada en el dedo gordo.
Presencia de hongos en las uñas que en forma secundaria provocan uñas quebradizas, que pueden formar espículas laterales de forma más habitual y perforar el pliegue.
Como herencia familiar, al existir entre los integrantes familiares las uñas curvadas hacia dentro con distorsión de uno o ambos márgenes de las uñas.
Otros factores son: la infección (paroniquia) que se presenta en la parte lateral del borde de la uña, la deformidad articular hallux valgo (juanetes), algunos corredores que desarrollan uñas de consistencia más dura y los diabéticos.
Por frecuencia, se establece como el problema más común de las uñas y la de los pies se ven afectadas con mucha mayor frecuencia que de las manos, siendo los márgenes laterales del dedo gordo los más frecuentemente afectados, sin predominio de raza y con mayor afectación a hombres en proporción de 3:1, reportada como más común a medida que los niños comienzan a soportar más peso en los pies y a usar zapatos.
Se sospecha por los familiares al notar que el afectado se queja de dolor variable de intensidad tolerando en forma inicial, pero ante el incremento excesivo, acuden en forma tardía señalando progreso a dolor intenso mientras camina o carga algún peso, notando un dolor agudo localizado al lecho ungueal del dedo afectado además de cambios inflamatorio. En niños sin deambulación puede solo existir llanto intenso y recurrente como manifestación exclusiva que jutifica revisar sus dedos.
Por el tiempo de evolución, la forma de manifestar la alteración puede presentar diferentes condiciones. En forma inicial solo se distingue enrojecimiento asociado con mínima inflamación y con dolor leve a la presión realizada. Ya en la etapa intermedia se incrementa el enrojecimiento y la inflamación, agregando datos de infección local y secreción de material líquido importante. En la última etapa hay presencia de engrosamiento de la piel afectada y tejido en proceso de cicatrización.
Una uña encarnada provoca diversos grados de inflamación en el tejido circundante y esto puede predisponer a la infección si no se trata bien. Si se descuida, la formación de abscesos (paroniquia) puede extenderse y provocar osteomielitis, infección sistémica y septicemia; Incluso puede ser necesaria la amputación del dedo para un tratamiento definitivo.
Su pronóstico es excelente en el apego al tratamiento específico con curación completa. En cuanto a su evolución se modifica el pronóstico, solo de acuerdo con la infección agregada, que con descuido puede causar formación de abscesos (paroniquia) o incluso invasión al hueso (osteomielitis) infección sistémica (sepsis) y/o amputación de ser necesario.