Esta palabra hace referencia al momento de la alimentación
de un niño, en que inicia el consumo de nutrientes diferentes a la leche.
En ocasiones anteriores hemos referido que la
alimentación del niño es importante de revisar en estos tiempos, en que se ha
incrementado la existencia de sobrealimentación, con sus consecuencias
secundarias: sobrepeso y obesidad.
El inicio de otros alimentos diferentes a la leche
marca el inicio de un aporte adicional de energías por nutrientes provenientes
de la naturaleza o ambiente cercano; y por esa condición, debe de estar
relacionado en forma práctica con la evaluación individual del desarrollo del
niño.
Lo habitual en nuestro medio hasta estos tiempos, es
que los familiares de mayor edad son los que influyen para el inicio de estos
alimentos; al ser quienes manifiestan de acuerdo con sus propias experiencias
vividas con sus hijos, el momento que iniciaron estas prácticas. En otras
ocasiones, esta ablactación es llevada a cabo por instituciones o guarderías en
donde en forma masiva por documentos redactados muy antiguos, se establece una
edad en general para esta práctica y no es raro notar que la mayoría lo tienen
establecido a la edad de cuatro meses y algunas redacciones menos antiguas lo
establecen a los seis meses. Estas prácticas así planteadas solo nos han dado
como resultado, los efectos nutricionales que en la actualidad ya vivimos con
sobrepeso y obesidad infantil; ante eso, es conveniente valorar los errores,
prevenirlos y corregirlos.
La práctica médica de años anteriores justificaba la
ablactación en consideración al desarrollo del niño para tener la capacidad de
no rechazar el alimento con la presencia de la deglución bien controlada y
desaparecer el reflejo de extrusión,, sostener el cuello con equilibrio
adecuado y; la presencia de algunas sustancias químicas (enzimas) que facilitan
el proceso relacionado con la digestión, para dar inicio a esta práctica ya que
actuaban como condiciones limitantes para la ablactación, señalando la edad
cronológica de los cuatro a seis meses, como el periodo viable, por incluir
esos factores ya desarrollados en su maduración biológica.
Con el avance en conocimientos de las enfermedades de
origen vascular (infartos, embolias, hipertensión), alteraciones tumorales
(cánceres), enfermedades autoinmunes (el cuerpo desarrolla defensas que atacan
a órganos del propio cuerpo) y, alérgicas (ante la presencia de una sustancia
extraña al cuerpo, se genera una respuesta inflamatoria excesiva), se
identifican ya relaciones de ellas con la práctica de la ablactación,
estableciendo que el sistema digestivo no es solamente un tubo a través del
cual se incorporan los nutrientes, ya que es un órgano que identifica en forma
adecuada a las partículas que son propias y ajenas al cuerpo, y el iniciar la
estimulación en una etapa muy temprana, puede alterar a este sistema aun
inmaduro con respuestas anormales en el futuro. Ante esto, se establece que la
maduración digestiva y la ablactación segura deberán iniciarse en forma específica
y en el mejor de las situaciones -más natural-, considerarla en relación con el
momento de la aparición de las piezas dentales en oposición (primeros dientes
arriba y abajo), como el momento espontáneo en la mayoría de los mamíferos que
puede evitar complicaciones posteriores.
Otro parámetro de referencia, para tomarse como
definición particular es el desarrollo nutricional del propio bebé, que se
establece por las condiciones de salud en el binomio (madre e hijo) y permite
tomar en cuenta que no es necesario el aporte de nutrientes adicionales a la
leche humana, mientras su desarrollo físico se encuentre en parámetros normales
y armonía apropiada de crecimiento. Bajo esta premisa, puede considerarse el
inicio de la ablactación al notar que no es suficiente el aporte exclusivo de
leche para favorecer el desarrollo armónico. En caso de tomar la iniciativa sin
este señalamiento, se corre el riesgo de iniciar con un aporte excesivo en
forma temprana al niño y con ello, acumulación de energía en forma de grasa que
inicia el desarrollo de tejido adiposo en el cuerpo, que al paso del tiempo
estará condicionado su incremento de volumen.
Es necesario recalcar entonces, que la ablactación
debe ser valorada de forma individual a cada uno de los niños para tomar una
decisión y manejo nutricional más apropiado. Por otra parte también, no se
pueden tomar decisiones en forma masiva para aplicar en la población ya que
cada individuo se comporta de forma particular. Atendiendo como sugerencia por
los organismos internacionales, que debe ser valorada para su aplicación a
partir de los siguientes seis meses de alimentación exclusiva de leche materna.
El tipo de alimentos con los que se iniciará la
ablactación es también otra situación para tomar en cuenta. Se establece de
forma adecuada, que deberá de iniciarse la alimentación en forma progresiva a
la complejidad de los nutrientes, que también así exigen participación de
diferentes sustancias digestivas del bebé; que pueden ser modificadas, si el
bebé en forma particular tiene alguna alteración que justifique modificaciones
especiales.
Se inicia por tal razón con almidones de cadena
sencilla, posteriormente alimentos con cadenas ramificadas. A continuación,
proteínas de estructura simple y posteriormente los de estructura compleja. Con
las grasas se procede de forma similar empezando por las de tipo líquido y
terminando con las de composición sólida.
En relación con los antecedentes familiares de
alergias, en estudios recientes ya se promueve de forma intencionada el aporte
temprano de los alimentos potencialmente alergénicos -asociados con la leche
materna-, para modificar el desarrollo de esa alergia específica. Ya en los
casos particulares de antecedentes familiares de enfermedades vasculares,
hormonales, autoinmunes o procesos cancerosos, se tomará consideraciones
apropiadas para establecer qué alimentos deben de promoverse y otros de evitar,
para disminuir el riesgo al lactante del inicio de estos cuadros en etapa infantil,
adolescente juvenil o incluso adulto temprano.
Como alternativa en la práctica de la ablactación, se
desarrolló también el sistema conocido como alimentación guiada por el bebé
(BLW por sus siglas en inglés) que propone dejar que el niño se alimente por su
propia iniciativa de los alimentos que se disponen de la dieta habitual
familiar, que puede llevarse a la práctica, pero requiere en primer lugar de
verificar la calidad de la alimentación familiar y nuevamente determinar las
necesidades específicas para el desarrollo del bebé, agregando como posible
riesgo eventos de ahogamiento al no tener un proceso evolutivo para el
desarrollo de la deglución de líquidos a semisólidos; y por otra parte, de
requerir el desarrollo de las piezas molares apropiadas para realizar el
proceso de masticación en forma eficiente.
Conviene por todos los señalamientos establecidos, que
usted en comunicación eficiente con el médico de supervisar la salud de su
bebé, atienda las sugerencias que el profesional establezca y aclare todas sus
dudas personales para un desarrollo adecuado.
Con la ablactación se incluye también la distribución
adecuada de los nutrientes en el transcurso del día. En cuanto al aspecto
emocional, resulta favorable no obligar al niño al consumo de sus alimentos,
para evitar experiencias traumáticas; al contrario, se deberá de permitir que
el niño se alimente con sus propias manos y perciba la consistencia, imagen,
olor y sabores para que disfrute de sus alimentos desarrollando así una
experiencia agradable para el momento de la alimentación, que podrá establecer
también horarios de hábito familiar; y de forma progresiva, con el proceso de
educación se podrá ir estableciendo el empleo de cubiertos de forma
apropiada.
Valdría la pena que las guarderías e instituciones de
atención infantil, revisaran sus prácticas y permitieran una ablactación
individual adecuada… cada niño y cada país tienen características especiales
que justifican siempre individualizar la ablactación.