Divertirse en el
agua es una agradable experiencia que puede disfrutar y compartir en esta
temporada de calor de forma conveniente, en especial si conoce y practica las
precauciones elementales de seguridad. No hacerlo en esta forma puede ser
dramático.
En nuestro país,
el ahogamiento ocupa el segundo lugar como causa de muerte por accidentes en la
población pediátrica. Las edades afectadas se ubican divididos en dos grupos:
el primero que incluye a los menores de cuatro años de edad y el otro de los 15
a 24 años de edad. Cerca de la mitad de los casos en general de la población
infantil, ocurren en los menores de cuatro años de edad, pero la mayor
incidencia se presenta en niños de uno a dos años, con mayor frecuencia entre
varones en proporción de 3 a 1.
Los sitios donde
suceden estos accidentes también varían con la edad. Para los más pequeños los
sitios más comunes son: las tinas de baño, piscinas domésticas, chapoteaderos,
cubetas, lavaderos. En el caso de los mayores es el mar, lagunas, ríos,
charcos, canales, pozos, etc.
Entre las causas
con las que se pueden asociar las muertes por ahogamiento, solo en un pequeño
porcentaje relacionan algunas enfermedades o eventos especiales, y entre ellos
se pueden señalar: golpes en la cabeza o daño en la columna por impacto de esas
estructuras con el fondo corto de agua (que se origina ante la ansiedad de
meterse rápido sin antes inspeccionar la profundidad). Otros factores asociados
en especial a los mayores de edad, son cuadros de intoxicación por alcohol o
drogas que no le permiten reaccionar de forma rápida y adecuada. En otras
ocasiones se relaciona con alguna enfermedad como: epilepsias, embolias, azúcar
baja (hipoglucemia) o enfermedades del corazón. El más frecuente en niños pequeños
es por falta de supervisión adecuada por parte de los adultos (descuido), y en
otras ocasiones: maltrato u homicidio.
La secuencia de
eventos que se presentan durante el ahogamiento es de evolución rápida. Cuando
se produce la inmersión y no hay adiestramiento previo o hay algo que
interfiera con el control corporal, el niño lucha con el líquido, que penetra
de súbito -en intento de respiración- al sistema respiratorio. En forma
secundaria -para evitar mayor entrada de agua- se produce cierre respiratorio
con espasmo de las cuerdas vocales. La ausencia de respiración (sensación de
asfixia), hace que el individuo siga luchando y tragando más líquido, hasta que
la falta de oxígeno a nivel del cerebro causa pérdida de conocimiento, y
disminuye entonces el espasmo de las cuerdas vocales, dando oportunidad al paso
de líquido a los pulmones. En otras ocasiones durante estos eventos se puede
presentar vómito con aspiración secundaria al sistema respiratorio. A este
proceso, por hallar líquido en los pulmones se le conoce como ahogamiento
húmedo y se presenta en la mayoría de las ocasiones (90%). En la parte restante
(10%), se mantiene cerrada la vía respiratoria por el espasmo de las cuerdas
vocales, sin permitir el paso del líquido a los pulmones y se le conoce como
ahogamiento seco.
En consecuencia
a esos eventos, se puede presentar la muerte por falla respiratoria
(ahogamiento); o bien, tener oportunidad de sobrevivir luego de la asfixia en
ambiente líquido (semi-ahogamiento). Al semi-ahogamiento puede continuar una
recuperación o morir en horas siguientes por complicaciones. La recuperación
puede ser completa sin daños posteriores (secuelas) o bien dejar lesiones
neurológicas permanentes.
Ante un niño o
adolescente que se advierta en proceso de ahogamiento, la actitud deberá ser de
una reacción inmediata; solicitando en primer lugar, auxilio por otras personas
para pedir ayuda profesional urgente (servicios de emergencias), sacar
inmediatamente del agua a la víctima, procurando que su cabeza esté en posición
más baja que el pecho para evitar que se ahogue mas con su propio vómito.
Comprobar si existe respiración y actividad cardiaca. Si está inconsciente pero
respira, coloque en posición de extensión su cuello y controle la respiración.
Ante la ausencia de respiración espontanea, proporcione apoyo con ventilación
boca a boca y protección del cuello lo antes posible, si se sospecha de golpe por
clavado en baja profundidad, e iniciar el manejo correspondiente de la reanimación
cardiaca y pulmonar por personal adiestrado. Solo ante carencia de personal
entrenado, se comprobará de inmediato la presencia de la actividad cardiaca
(latidos en el pecho, o pulso en el cuello), para continuar ofreciendo solo
ventilación boca a boca revisando que en cada introducción de aire, se expanda
el tórax del ahogado. Ante la ausencia de ruidos cardiacos, sentado sobre el
afectado, se extienden los brazos para apoyar las manos sobre la mitad inferior
del hueso del frente del pecho (esternón), para comprimir hasta un tercio de
volumen del pecho, en frecuencia aproximada de 15 a 20 compresiones en diez
segundos, alternando con ventilación boca a boca de 3 a 5 ocasiones por cinco
segundos, de preferencia realizándolo con dos personas en forma coordinada,
hasta la recuperación del afectado o la llegada de los servicios de emergencia.
No es adecuado intentar expulsar el contenido gástrico mediante compresión del
abdomen porque puede ocasionar reflujo y aspiración a sistema respiratorio y
mayores complicaciones.
Para evitar
situaciones difíciles, es conveniente de preferencia evitar riesgos para
generar el ahogamiento en los niños, mediante medidas preventivas, de las
cuales destacamos las siguientes:
Tomando en
cuenta que los niños muy pequeños pueden ahogarse en pequeños volúmenes de
líquido acumulado, es recomendable evitar que se encuentre descuidado cerca de
alguna cubeta con líquido, no dejarlos solos cuando se bañan y si es necesario
atender alguna llamada o atender la puerta, de preferencia conviene envolverlo
en toalla y cargarlo con uno. Mantenga
tapado el inodoro y de preferencia la puerta del baño cerrada. No los deje
solos en la tina, lavaderos, bañeras o al cuidado de su hermanito.
Con albercas,
trate de colocar una cerca o reja con altura mínima de 1.5 metros a su
alrededor, con puerta de cierre automático fuera del alcance del niño, para
evitar que los niños caigan al interior mientras corren. No sustituya la
supervisión constante mediante el empleo de chalecos salvavidas, flotadores, ó tubos
de goma. La supervisión constante incluye también a niños que supuestamente ya
saben nadar, ya que en cualquier momento pueden tener alteraciones musculares o
molestias especiales, que pueden condicionar su ahogamiento. En fiestas
infantiles donde tengan acceso a las albercas, deberán de contar con la
supervisión mínima de un adulto que los vigile de forma constante en mantener
medidas de seguridad. Evite empleo de celulares durante la vigilancia de los
niños en albercas para no distraerse y sea breve en sus comunicaciones. Al
terminar de jugar en las piscinas, recupere todos los juguetes que se
encuentren en el agua, ya que por querer rescatarlos posteriormente el mismo
niño, podrá caer al agua. Evitar la natación en las primeras 3 horas a la alimentación,
por tener congestión de sangre a nivel intestinal, que puede causar vómitos y
pérdida de conocimiento al nadar.
En presas o
lagos, comprobar de forma previa la profundidad y existencia de hierbas en su
fondo, que puedan condicionar que se hunda o se atore al pretender avanzar o
salir. En casas de visita, identificar las zonas donde se encuentren
pozos, estanques, piscinas antes que el
niño se aventure a explorar y caiga en alguno de ellos.
En la playa enseñe a
sus hijos que las corrientes y mareas pueden variar con riesgo de ser
arrastrados al interior, siempre estar atentos a los movimientos de las olas
para evitar ser derribado de forma sorpresiva. En caso de ser jalado al
interior del mar, enseñarles a nadar en forma paralela a la playa, tratar de
mantenerse a flote y hacer señales de ayuda. Evitar bajo cualquier
circunstancia estar bajo el influjo de sustancias o medicamentos que disminuyan
la capacidad de respuesta ante situaciones críticas. Recuerde en especial,
contar con el número telefónico de los servicios de emergencia.
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