Por temporadas especiales es posible que en diferentes localidades, se haga uso como actos de diversión por los niños o en funciones públicas espectaculares, el empleo de explosivos y fuegos artificiales; y lamentablemente bajo circunstancias de riesgo, pueden ser motivo de heridas o lesiones entre los participantes o asistentes, que requieren de internamiento para su atención en centros hospitalarios.
Pueden
condicionar una diversión aceptable cuando se cuidan recomendaciones
elementales, pero también pueden llegar a ser recuerdos dolorosos, cuando se
emplean de forma descuidada al producir daños irreversibles como son las
mutilaciones o la pérdida de la vida.
Es durante esta
temporada que las instituciones de salud, reciben con mayor frecuencia a los
pacientes infantiles con lesiones traumáticas relacionadas con el empleo de
juegos pirotécnicos, generalmente con mayor proporción en edades de diez y catorce
años, por exceso de confianza y en los menores de cinco años por ignorancia o
descuido de los familiares mayores.
Como los
factores que determinan con mayor frecuencia el evento dañino, son los padres
de familia quienes tienen mayor responsabilidad en estos accidentes, al
proporcionar los recursos para su adquisición, asociándose con la falta de
orientación adecuada para un empleo seguro.
Es natural en el
niño su tendencia arrogante a desafiar el peligro en formas diferentes, y en la
sensación de la explosión violenta o la manipulación al fuego puede encontrar
una diversión placentera al sentirse dueño de poder controlar esos eventos.
Ellos pueden
disfrutar del sonido que genera un dispositivo explosivo o de comprobar su
capacidad destructiva, cuando los hace detonar en recipientes cerrados para ver
hasta que distancia pueden salir expulsados. Su curiosidad natural no tiene
límites, pero con el empleo de la pólvora se vuelve una situación adicional de
riesgo.
Para evitar los
accidentes con estos dispositivos, es necesario contar siempre con la
vigilancia de un adulto capacitado en su empleo adecuado y con nociones del
riesgo apropiados en este material explosivo, ya que en muchas ocasiones se
documenta en los casos de los accidentes, que el adulto que lo acompañaba nunca
llegó a imaginar las consecuencias; o bien, es una persona ignorante de los
alcances que puede tener la pólvora.
Los fuegos
artificiales pueden ser una parte emocionante en las fiestas, y se pueden
disfrutar de los cuetes, cohetones, toritos, castillos, luces de bengala,
bombas de colores, lluvia de fuego y más de toda la variedad existente, pero
ningún padre o niño deberá de aprender acerca de los peligros de una manera
dolorosa.
En esta ocasión
daremos referencia de algunas medidas para prevenir los accidentes con
explosivos o fuegos artificiales en los niños.
En todo momento,
los niños con empleo de fuegos artificiales, siempre deberán estar acompañados
de un adulto que supervisará en todo momento el empleo de los explosivos, ya que
si lo consideramos hasta excesivo: un niño con el empleo de una luz de bengala,
puede sufrir quemaduras serias al generarse fuego a partir de una chispa que se
desprende, en contacto con prendas de vestir que sean susceptibles de
incendiarse, e inclusive el propio pelo del niño. Se deberá de contar a la mano
de una manta extensa que se pueda aplicar para bloquear el desarrollo de fuego,
y no sea de material flamable.
Se deberá de
enseñar a los niños procedimientos de seguridad, como el hecho sencillo de detenerse
ante el inicio de una flama en alguna parte de la ropa, ya que al correr por el
miedo, con el movimiento pueden extender las flamas sobre el cuerpo o la tela,
y a continuación, tirarse y rodar para bloquear el desarrollo del fuego con el
contacto del suelo (tierra); y en forma ideal, tener a la disponibilidad agua
para su empleo en forma abundante.
Adquirir de
preferencia material con instrucciones detalladas y control de calidad
aceptable, ya que estarán fabricados con dispositivos que limiten sus riesgos
de accidentes. Si se adquieren de una fabricación artesanal con producción en
masa, es muy posible que tengan defectos en algunas de sus partes y con ello,
pueden permitir la salida de pólvora, o calidad defectuosa de encendido, mala
colocación de mechas, lugares inapropiados para su almacenamiento donde se haya
modificado las propiedades explosivas. Aunque se invierta más en la adquisición
de productos comerciales, se justifica en evitar un daño a la salud en los
niños, en comparación con el supuesto ahorro en la compra de productos baratos
con calidad deficiente y riesgo mayor.
Nunca emplear
los dispositivos en lugares cerrados, por el riesgo de poder iniciar un fuego
con el material disponible dentro de la habitación como: cortinas, alfombras, periódicos,
revistas, leña, solventes o pinturas, etc.
Tener cuidado
con el empleo de la onda explosiva ya que es común en algunos niños, que se
diviertan colocando encima del explosivo algún recipiente, para notar la
distancia a la que se proyecta con su explosión; con el riesgo que al estar
cerca, pueda resultar lastimado por el impacto del proyectil; o bien, con la liberación
de esquirlas metálicas o de losa (a partir de la explosión) se le pueden
incrustar en alguna parte corporal. La intensidad de la explosión por sí misma
al estar muy cerca, es capaz de producir daño auditivo transitorio o permanente
de acuerdo a diferentes circunstancias.
De preferencia todos
los espectadores (generalmente amiguitos), deberán estar fuera del alcance de
los efectos de la explosión antes de prender alguno de los dispositivos con
pólvora compactada, ya que al momento de activarse la mecha, es posible que en
la carrera de huida, alguno pueda caerse y sufrir otras consecuencias. También
se deberá de tomar en consideración la posible ubicación de otras personas o
niños en especial en ambientes oscuros, por riesgo de aventar el artefacto a un
lugar donde se encuentren personas o niños que no pudieron ser vistos antes del
lanzamiento y ser ellos quienes sufran el accidente. En espectáculos públicos
respetar las vallas de seguridad.
No colocar
fuegos artificiales cerca de la cara, ya que pueden causar incendio en prendas
de material sintéticos, o en el cabello o listones de adorno.
Se recomienda
también no volver a intentar prender juegos que funcionaron mal al inicio, por
tener una mecha más corta que dará una explosión más anticipada, con posible
destrucción de tejidos cercanos. Todo ese material que no explotó o prendió de
preferencia deberá desecharse en una cubeta de agua.
No llevar
amontonados los explosivos en las bolsas, ya que con una cantidad mínima de
calor o fricción pueden explotar y en conjunto causar un daño mayor.
Evitar la
extracción de la pólvora en dispositivos que no funcionaron, para luego hacerla
explotar mediante aplastamiento con piedras, por riesgo de lesiones por
quemadura, explosión de las mismas piedras o por el fuego y calor intensos e
inmediatos.
Es conveniente
emplear guantes gruesos para evitar quemaduras y lentes de mica para proteger
los ojos de daños que se puedan generar con estos juegos.
De preferencia
no tener perros al momento de tirar explosivos, por riesgo que sea recogido por
el animal y llevado al dueño al confundir el tipo de juego. Algunas mascotas
pueden comportarse de forma agresiva ante la amenaza potencial del fuego o de
la explosión; y en particular, algunas aves pueden morir por el impacto de la
onda explosiva.
Hay temporadas donde es habitual este tipo de diversiones para convivir con la familia, pero es necesario disfrutarlas de forma responsable, evite
usted tener que recordarla para siempre por una falta de responsabilidad conveniente.
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