Desde que nacemos, dependemos del cuidado
de otras personas para sobrevivir. Sin embargo, no solo dependemos para el
cuidado físico, porque también los necesitamos para desarrollarnos como
individuos y como personas pertenecientes a una sociedad.
La educación de un niño se realiza de
forma inseparable bajo el ambiente escolar y el contexto familiar, en donde se
comparten inquietudes, intercambia información y se contribuye en la formación
de la personalidad que adquiere el niño de forma progresiva, bajo un proyecto
común y coherente de esos ambientes.
Actualmente dadas las diferentes
situaciones socio familiares, que condicionan a que los padres trabajadores no
dispongan de tiempo adecuado para la vida familiar, una de las figuras que
adquiere relevancia en la atención de los niños resultan ser los abuelos. En
cada generación nueva, la probabilidad de coexistencia entre varias
generaciones en la familia aumenta, debido a la mayor longevidad de las
personas. El aumento de la esperanza de vida propicia que haya personas mayores
con más probabilidades de ser abuelos durante más tiempo, tener mejor calidad
de vida, más tiempo disponible y mejor formación. Con estas condiciones, se
convierten en figuras importantes en la educación de los niños y su inclusión
debe tomarse en cuenta.
La identidad del niño por la convivencia
que tenga de sus abuelos se influye de la relación existente intergeneracional
(hijo-padre-abuelo), por el componente afectivo que existe entre cada generación,
que se establece espontáneamente, sin imposición.
La atención de cuidados y educación que
pueden ejercer algunos abuelos se encuentra relacionado con varios factores,
logrando señalar entre los más importantes: la paulatina incorporación de la
mujer a la vida laboral, la buena salud de los abuelos, la corta distancia
geográfica entre el domicilio de los abuelos y de los nietos, y un número menor
de nietos a los que dedicar atención.
En esta relación de abuelos con nietos, se
debe destacar que una de las contribuciones más importantes, es que, los
abuelos se ven en una posición desde la que pueden ofrecer a sus nietos una
forma de amor incondicional que, los padres debido a sus responsabilidades como
criadores primarios, tienen dificultad a ofrecer por su actividad laboral. La
experiencia de ser querido simplemente por estar vivo, es una contribución al
propio desarrollo de la autoestima y del sentido positivo de uno mismo. En
consecuencia, los individuos que son queridos y crecen alrededor de un grupo de
personas que los quieren, ofrecerán a cambio una contribución positiva a la
sociedad. Así los abuelos se benefician de sus nietos desarrollado un modelo de
compensación/privación para explicar este tipo de beneficios, desarrollan un
sentido incrementado de bienestar y de moral alta, cuando en forma contraria,
estarían desmoralizados personal, socialmente y con pérdidas materiales.
Los abuelos aportan a los nietos ese amor
no condicionado por lo que hagan, otorgándoles un valor seguro de sí mismos y a
la vez llevan a cabo la función de consentidores, siendo indulgentes con los
nietos y proporcionándoles una educación diferente a la de los padres y que a
ellos los desconcierta ya que, con los nietos generalmente no establece medidas
estrictas de comportamiento.
El rol del abuelo es muy diferente al que
se llegó a tener cuando desempeñó su papel como padre hacia su hijo. Ahora el
nieto le permite crear una nueva relación y un nuevo estatus dentro de la
familia, que puede estimular el desarrollo tanto del propio abuelo, como del
nieto y la familia como unidad.
En esta relación, para el abuelo se pueden
destacar tres etapas, que incluyen en primer lugar la capacidad para poder
ayudar a los nietos ya sea materialmente o compartiendo el conocimiento de su
experiencia; participando en la renovación biológica de la familia al poder
establecer una convivencia con un nuevo integrante de la familia que crece; y
por último la alegría de disfrutar de la compañía del nieto.
El abuelo favorito de los nietos en la
mayoría de los casos pertenece a la línea materna, con edad comprendida entre
50-60 años, vive en la misma ciudad que su nieto, y normalmente es quien lo ve
a diario o al menos varias veces por semana.
Las actividades que con mayor frecuencia
realiza el abuelo con su nieto son principalmente: ver televisión, cuidarle,
explicarle cosas, cantar, bailar, jugar, contarle cuentos e historias, llevarle
al colegio, escuchar música y ayudar en algunas travesuras.
Los niños por su parte en la mayoría de
las ocasiones perciben a los abuelos como consentidores, indulgentes,
compañeros de juego, contador de cuentos, transmisor de conocimientos y
valores, comprensión, entendimiento, historiador, enlace con el pasado, ayuda
en momentos de crisis y modelo de ocupaciones. Los describen como personas con
quienes mantienen un estrecho vínculo afectivo y comparten momentos de
diversión siendo más flexibles que los padres a la hora de establecer normas.
El rol de cada abuelo puede en forma
general ser clasificado en cinco estilos diferentes. Abuelos formales: poseen
un comportamiento rígido y tradicional. Están interesados en sus nietos, cuidan
de ellos con mucha frecuencia y muestran control y autoridad en ausencia de los
padres. Abuelos buscadores de diversión: poseen un estilo relajado y no
autoritario y contemplan el contacto con sus nietos como actividades de ocio.
Abuelos cuidadores: asumen
responsabilidades y cuidados. Se trata de un estilo bastante común debido al
creciente número de familias separadas y/o en las que ambos trabajan fuera de
casa. Reserva de sabiduría familiar: ofrecen información sobre la historia de
la familia. Este estilo es asociado normalmente al abuelo varón. Abuelos
distantes: el contacto con sus nietos se produce con poca frecuencia. Entre
estas variantes es posible que los padres, puedan identificar en donde se
pueden ubicar los abuelos según el trato hacia los nietos.
Por medio de cuestionarios, los abuelos
son percibidos por los nietos. como: la persona que ayuda en su crecimiento y
maduración. Es un sostén frecuente que proporciona afecto por mostrar interés
en las inquietudes y sentimientos. Ofrece confianza para el desempeño de sus
actividades en plan de ayuda incondicional; y fantasía, que les permite formar
en la imaginación ambientes con mayor cantidad de detalles.
Cuando por acción u omisión, o de manera
deliberada o negligente, se priva injustamente a los menores de estas
relaciones, en definitiva, se les está arrebatando algo que les pertenece por
derecho propio (de los menores), se les está alejando de su ecosistema básico,
lo que sin duda les debilitará en su formación, con tendencia a que de mayores
hagan aquello que han visto, con lo que el perjuicio familiar en cierta forma
se perpetua. Los progenitores, como personajes principales de la escena
familiar, no sólo deben contribuir a la formación de la identidad individual de
sus hijos con el respeto a sus opiniones y modo de ser, sino que deben también
proporcionar a éstos estabilidad y continuidad. Las rupturas y las ausencias
deben paliarse con normalidad, con adaptación. En las relaciones nietos
abuelos, si falta la justa causa, todo es adaptación (de padres, menores y
abuelos) arriesgando que la adaptación en el niño conlleve trastornos en el
desarrollo de su conducta a futuro de forma anómala.
Cuando también se abusa de la relación
familiar para solicitar los cuidados del niño y no existe disponibilidad por
parte de sus abuelos, puede convertirse en una relación tensa de inconformidad
que puede precipitar al maltrato infantil y disminución de autoestima del niño.
Si se presenta una limitación estricta de atención o de la relación
abuelo-nieto, habrá desarrollo de conductas depresivas expresadas en formas
particulares de acuerdo con cada extremo de la vida… los niños tienen derecho
de disfrutar la relación con sus abuelos y ellos disfrutarán del bienestar de
ayudar y compartir la alegría de sus nietos.
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