Esta
condición establece la aparición súbita de dolor abdominal severo, localizado o
generalizado con una duración menor de 72 horas; generalmente de tipo continuo,
con afectación al estado general e incremento durante su palpación, que puede
asociarse con otros datos de origen digestivo como nauseas, vómitos y fiebre,
como manifestaciones de alguna alteración interna abdominal, que para su
resolución, puede requerir intervención quirúrgica urgente, representado por
ello, un claro motivo de atención inmediata.
En la atención primaria, el dolor abdominal constituye uno de los motivos de consulta más frecuente, tanto en su presentación de episodios agudos, como en la de dolores abdominales de manera intermitente y recurrente. Su variante aguda es un motivo de consulta muy frecuente en los servicios de urgencias pediátricas, pero la mayoría se deben a procesos leves y autolimitados, generalmente de poca gravedad; pero en los otros casos, resulta un reto especial para el médico diferenciar al niño que requiere una actuación urgente, del que se beneficiará de un tratamiento conservador, ya que el retraso diagnóstico/terapéutico puede conllevar mayor riesgo de complicaciones o aumento de morbilidad. Ante eso, es necesario evaluar en forma precisa datos muy importantes al interrogatorio y exploración para poder definirlo, señalando como elementales: características específicas del dolor, antecedentes asociados importantes, síntomas acompañantes, datos a la exploración y si el caso lo requiere, la evaluación de estudios para definir el diagnóstico y su tratamiento.
La ubicación del dolor se toma en cuenta cuando la comunicación verbal y conceptual, ya está desarrolla en forma adecuada en el menor. En la mayoría de las ocasiones, siempre se considera su localización como respuesta a inervación de las diferentes vísceras abdominales y así podrá tener tres variantes: superior (boca del estómago), media (alrededor del ombligo) e inferior (arriba de la pelvis). Ya por su percepción combinada con raíces nerviosas corporales específicas, el médico podrá definir mejor la identificación del órgano afectado, al notar si hay dolor en zonas especiales, como: parte inferior del cuello, hombros, región baja del omóplato derecho, región inguinal con procedimientos especiales que emplea en su exploración, donde habrá de notar también cambios en la intensidad ante maniobras de compresión y liberación de presión y otras, específicas de respuesta a órganos particulares.
La forma de iniciar el dolor se puede asociar a la causa primaria, así cuando el inicio es de tipo súbito e intenso, es muy posible que el origen incluya compromiso en la circulación sanguínea a algún tejido, perforación intestinal o afección mecánica con bloqueo súbito. Cuando el dolor tiene evolución gradual, es posible que su causa sea inflamatoria de algún órgano en especial, como ejemplo apendicitis o pancreatitis. Si el dolor es intermitente (aparece y desaparece) puede deberse a procesos inflamatorios intestinales y, si asocia datos de tipo cólico, podrá orientar sobre alteración inflamatoria y/o obstructiva de algún conducto digestivo como: vías biliares, vesícula, trayecto urinario como ejemplos.
En el interrogatorio complementario, el médico preguntará antecedentes que puedan asociar la causa y/o la evolución de la enfermedad, para considerar con más datos, una mayor sospecha sobre la causa específica de las siguientes alternativas: inflamatorio, oclusivo, anexial o traumático. Puede incluir preguntas sobre: exposición a sustancias tóxicas, alimentos de dudosa higiene, cantidad y calidad de alimentos previos, enfermedades o síntomas de alguna enfermedad previa o actual, familiares adicionales afectados, antecedentes del mismo tipo de dolor abdominal o similares en familiares cercanos, enfermedades crónicas del paciente y sus familiares, cuadros previos de dolor abdominal, frecuencia, evolución y recurrencia en el mismo paciente; asistencia escolar, eventos traumáticos previos, hábitos de excretas (orina y evacuaciones), prácticas deportivas, evolución y control de su desarrollo físico, cambios corporales y de comportamiento recientes, preferencias y rechazos selectivos de alimentos, intolerancia y/o alergia alimentaria, medicamentos empleados, rendimiento académico, alteraciones emocionales. Y por su edad, sus antecedentes ginecológicos.
En cuanto a las molestias que el paciente experimenta, el interrogatorio también establecerá la descripción más completa de cada síntoma para asociar a la evolución de la enfermedad. Los síntomas asociados al cuadro pueden dividirse, en: digestivos y adicionales o sistémicos. De las molestias digestivas, se deberá de ofrecer en primer lugar los detalles más abundantes en las características del dolor abdominal, que incluyen: inicio, forma de inicio, evolución, tipo de dolor, intensidad, sitio de aparición y extensión posterior, factores que lo incrementan y que lo disminuyen y otras cuestiones especiales de acuerdo con la causa de sospecha. Como complemento de las alteraciones digestivas, también se deberá investigar sobre vómito, ritmo intestinal, apetito, características de las evacuaciones, sangrados digestivos. Los síntomas que no corresponden al sistema digestivo pueden incluir: fiebre, síntomas respiratorios, urinario, ginecológicos, alteraciones neurológicas y/o sanguíneas.
Tome en cuenta que estos datos son importantes para la definición del diagnóstico. Su respuesta concreta, breve y explícita -solo con detalles significativos- que pueda darle al médico, serán favorables para abreviar el tiempo a la urgencia de su tratamiento.
Con la referencia de las características especiales del dolor, síntomas digestivos, de otros sistemas y de antecedentes previos, el médico ya puede tener alguna relación de la causa posible, pero para comprobar su sospecha diagnóstica u obtener datos adicionales, realizará la exploración y estudios del paciente de forma más directa, para definir el potencial de gravedad en el paciente, que lo orientan sobre el tipo de daño y el órgano específico afectado, además del momento de su evolución para poder establecer el tratamiento más adecuado.
Las alteraciones que pueden generar estos cuadros abdominales agudos varían de acuerdo con la edad del paciente, señalando, así como de atención urgente, en los menores de un mes de vida (recién nacidos): enterocolitis necrotizante, perforación intestinal, íleo meconial, vólvulo, malformaciones intestinales e infecciones (sepsis). Más frecuentes, sin ameritar internamiento: infección urinaria, cólico del lactante, alergia a proteínas de leche.
En los primeros dos años de vida: invaginación intestinal, vólvulo, apendicitis, torsión testicular/ovárica, hernia inguinal estrangulada, enfermedad de Hirschprung. Más frecuente y sin ameritar manejo hospitalario: infección urinaria, cólico del lactante, alergia a proteínas, gastroenteritis, trasgresión dietética, estreñimiento. En preescolares (2-4 años): apendicitis, neumonía, tumores, torsión testicular/ovárica, síndrome urémico/hemolítico, litiasis urinaria.
Grupo de escolares (4-11 años) apendicitis, neumonía, Púrpura de Henoch-Schönlein colecistitis, colelitiasis, cetoacidosis diabética, torsión testicular/ovárica, enfermedad inflamatoria intestinal. Con atención ambulatoria en este grupo de edad y el previo: infección urinaria, gastroenteritis, estreñimiento, trasgresión alimentaria. adenitis mesentérica.
En adolescentes (11-18 años) Apendicitis, enfermedad pélvica inflamatoria, enfermedad inflamatoria intestinal, colecistitis, pancreatitis, cetoacidosis diabética, neumonía, embarazo ectópico, púrpura de Henoch-Schönlein, úlcera péptica. Más frecuente y sin ameritar internamiento: dolor ovulatorio (menstrual), gastroenteritis, dolor psicosomático.
A cualquier edad, se incluye como abdomen agudo al dolor posterior a un traumatismo abdominal, déficit circulatorio, bloqueo mecánico intestinal o antecedente de cirugía previa.
Ante la existencia de dolor intenso abdominal, no es nada recomendable dar medicamento contra el dolor o movimientos intestinales… ya que complica más rápido su evolución.
En la atención primaria, el dolor abdominal constituye uno de los motivos de consulta más frecuente, tanto en su presentación de episodios agudos, como en la de dolores abdominales de manera intermitente y recurrente. Su variante aguda es un motivo de consulta muy frecuente en los servicios de urgencias pediátricas, pero la mayoría se deben a procesos leves y autolimitados, generalmente de poca gravedad; pero en los otros casos, resulta un reto especial para el médico diferenciar al niño que requiere una actuación urgente, del que se beneficiará de un tratamiento conservador, ya que el retraso diagnóstico/terapéutico puede conllevar mayor riesgo de complicaciones o aumento de morbilidad. Ante eso, es necesario evaluar en forma precisa datos muy importantes al interrogatorio y exploración para poder definirlo, señalando como elementales: características específicas del dolor, antecedentes asociados importantes, síntomas acompañantes, datos a la exploración y si el caso lo requiere, la evaluación de estudios para definir el diagnóstico y su tratamiento.
La ubicación del dolor se toma en cuenta cuando la comunicación verbal y conceptual, ya está desarrolla en forma adecuada en el menor. En la mayoría de las ocasiones, siempre se considera su localización como respuesta a inervación de las diferentes vísceras abdominales y así podrá tener tres variantes: superior (boca del estómago), media (alrededor del ombligo) e inferior (arriba de la pelvis). Ya por su percepción combinada con raíces nerviosas corporales específicas, el médico podrá definir mejor la identificación del órgano afectado, al notar si hay dolor en zonas especiales, como: parte inferior del cuello, hombros, región baja del omóplato derecho, región inguinal con procedimientos especiales que emplea en su exploración, donde habrá de notar también cambios en la intensidad ante maniobras de compresión y liberación de presión y otras, específicas de respuesta a órganos particulares.
La forma de iniciar el dolor se puede asociar a la causa primaria, así cuando el inicio es de tipo súbito e intenso, es muy posible que el origen incluya compromiso en la circulación sanguínea a algún tejido, perforación intestinal o afección mecánica con bloqueo súbito. Cuando el dolor tiene evolución gradual, es posible que su causa sea inflamatoria de algún órgano en especial, como ejemplo apendicitis o pancreatitis. Si el dolor es intermitente (aparece y desaparece) puede deberse a procesos inflamatorios intestinales y, si asocia datos de tipo cólico, podrá orientar sobre alteración inflamatoria y/o obstructiva de algún conducto digestivo como: vías biliares, vesícula, trayecto urinario como ejemplos.
En el interrogatorio complementario, el médico preguntará antecedentes que puedan asociar la causa y/o la evolución de la enfermedad, para considerar con más datos, una mayor sospecha sobre la causa específica de las siguientes alternativas: inflamatorio, oclusivo, anexial o traumático. Puede incluir preguntas sobre: exposición a sustancias tóxicas, alimentos de dudosa higiene, cantidad y calidad de alimentos previos, enfermedades o síntomas de alguna enfermedad previa o actual, familiares adicionales afectados, antecedentes del mismo tipo de dolor abdominal o similares en familiares cercanos, enfermedades crónicas del paciente y sus familiares, cuadros previos de dolor abdominal, frecuencia, evolución y recurrencia en el mismo paciente; asistencia escolar, eventos traumáticos previos, hábitos de excretas (orina y evacuaciones), prácticas deportivas, evolución y control de su desarrollo físico, cambios corporales y de comportamiento recientes, preferencias y rechazos selectivos de alimentos, intolerancia y/o alergia alimentaria, medicamentos empleados, rendimiento académico, alteraciones emocionales. Y por su edad, sus antecedentes ginecológicos.
En cuanto a las molestias que el paciente experimenta, el interrogatorio también establecerá la descripción más completa de cada síntoma para asociar a la evolución de la enfermedad. Los síntomas asociados al cuadro pueden dividirse, en: digestivos y adicionales o sistémicos. De las molestias digestivas, se deberá de ofrecer en primer lugar los detalles más abundantes en las características del dolor abdominal, que incluyen: inicio, forma de inicio, evolución, tipo de dolor, intensidad, sitio de aparición y extensión posterior, factores que lo incrementan y que lo disminuyen y otras cuestiones especiales de acuerdo con la causa de sospecha. Como complemento de las alteraciones digestivas, también se deberá investigar sobre vómito, ritmo intestinal, apetito, características de las evacuaciones, sangrados digestivos. Los síntomas que no corresponden al sistema digestivo pueden incluir: fiebre, síntomas respiratorios, urinario, ginecológicos, alteraciones neurológicas y/o sanguíneas.
Tome en cuenta que estos datos son importantes para la definición del diagnóstico. Su respuesta concreta, breve y explícita -solo con detalles significativos- que pueda darle al médico, serán favorables para abreviar el tiempo a la urgencia de su tratamiento.
Con la referencia de las características especiales del dolor, síntomas digestivos, de otros sistemas y de antecedentes previos, el médico ya puede tener alguna relación de la causa posible, pero para comprobar su sospecha diagnóstica u obtener datos adicionales, realizará la exploración y estudios del paciente de forma más directa, para definir el potencial de gravedad en el paciente, que lo orientan sobre el tipo de daño y el órgano específico afectado, además del momento de su evolución para poder establecer el tratamiento más adecuado.
Las alteraciones que pueden generar estos cuadros abdominales agudos varían de acuerdo con la edad del paciente, señalando, así como de atención urgente, en los menores de un mes de vida (recién nacidos): enterocolitis necrotizante, perforación intestinal, íleo meconial, vólvulo, malformaciones intestinales e infecciones (sepsis). Más frecuentes, sin ameritar internamiento: infección urinaria, cólico del lactante, alergia a proteínas de leche.
En los primeros dos años de vida: invaginación intestinal, vólvulo, apendicitis, torsión testicular/ovárica, hernia inguinal estrangulada, enfermedad de Hirschprung. Más frecuente y sin ameritar manejo hospitalario: infección urinaria, cólico del lactante, alergia a proteínas, gastroenteritis, trasgresión dietética, estreñimiento. En preescolares (2-4 años): apendicitis, neumonía, tumores, torsión testicular/ovárica, síndrome urémico/hemolítico, litiasis urinaria.
Grupo de escolares (4-11 años) apendicitis, neumonía, Púrpura de Henoch-Schönlein colecistitis, colelitiasis, cetoacidosis diabética, torsión testicular/ovárica, enfermedad inflamatoria intestinal. Con atención ambulatoria en este grupo de edad y el previo: infección urinaria, gastroenteritis, estreñimiento, trasgresión alimentaria. adenitis mesentérica.
En adolescentes (11-18 años) Apendicitis, enfermedad pélvica inflamatoria, enfermedad inflamatoria intestinal, colecistitis, pancreatitis, cetoacidosis diabética, neumonía, embarazo ectópico, púrpura de Henoch-Schönlein, úlcera péptica. Más frecuente y sin ameritar internamiento: dolor ovulatorio (menstrual), gastroenteritis, dolor psicosomático.
A cualquier edad, se incluye como abdomen agudo al dolor posterior a un traumatismo abdominal, déficit circulatorio, bloqueo mecánico intestinal o antecedente de cirugía previa.
Ante la existencia de dolor intenso abdominal, no es nada recomendable dar medicamento contra el dolor o movimientos intestinales… ya que complica más rápido su evolución.