Se
constituye como la variedad anormal de alteraciones morfológicas y/o
funcionales (síndrome) que manifiesta un bebé posterior a su nacimiento, cuando
durante el embarazo su madre tuvo consumo de drogas, que la OMS las define como
sustancias de compuestos naturales o sintéticos, que genera alteraciones en el
sistema nervioso central en funciones
como pensamientos, emociones y el comportamiento; según el tipo de sustancia y
el consumo de esta, puede generar dependencia física, psicológica o ambas. Esta
dependencia puede convertirse en un trastorno crónico y recurrente,
caracterizado por la necesidad imperiosa de dicha sustancia y la pérdida de la
capacidad de controlar la necesidad de consumo, lo cual, conlleva consecuencias
en diferentes planos de la vida (salud, trabajo, familia).
Las drogas se clasifican en dos grupos: en primer lugar, las drogas legales pueden ser como el tabaco, alcohol o la cafeína. Por otro lado, se encuentran las drogas ilegales, las cuales, están prohibidas y no pueden ser comercializadas como la cocaína, cannabis o heroína, entre otras. El consumo de drogas tiene un efecto sobre el sistema nervioso central y, según la actividad que provoque se pueden clasificar en: estimulantes, las que producen una activación del sistema nervioso, provocando así un aumento de la energía de la actividad motora. Los usuarios que consumen este tipo de droga refieren sentir sensación de euforia y disminución de fatiga o sueño, como ejemplo el café. Las depresoras, que bloquean la actividad neurológica provocando relajación, sedación o somnolencia (alcohol o heroína). Las perturbadoras, que provocan una alteración de la consciencia y generan en el individuo que las consume, una falsa percepción de la realidad. Cursa con alucinaciones que pueden ser, de tipo visual, auditiva o táctil. Estas drogas perturbadoras son las drogas de síntesis o alucinógenos.
El orden de prevalencia del consumo de estas sustancias, en la mayoría de población general, establecen: cafeína, alcohol, el tabaco, hipnosedantes, seguidos del cannabis y la cocaína, donde en forma obvia existen ciertas características específicas que llegan a influir para su consumo, como: mayor susceptibilidad biológica, comorbilidad médico-psiquiátrica, aspectos económicos, sociales, familiares y culturales, entre otros.
El consumo de sustancias adictivas durante el embarazo y sus efectos en recién nacidos es algo que preocupa, pero no se logra documentar en forma apropiada, ya que no se pueden recabar datos estadísticos suficientes como para analizarlos, debido a que es difícil obtener información por la falta de colaboración específica. Se llega a considerar que aproximadamente el 90% de las mujeres consumidoras de drogas, se encuentran en la edad comprendida de los 15 a 45 años; y de ellas, un 2-4% en estado de embarazo, han llegado a consumir alguna sustancia nociva, con posibilidad de encontrar efectos asociados en el recién nacido de 1-2 casos por cada mil nacidos.
Las drogas presentes durante el embarazo, tienen diferente capacidad para poder superar la barrera placentaria, pero la mayoría lo consigue por sus características compartidas: solubles en grasa que le permite su mayor fijación a los tejidos, baja unión a las proteínas sanguíneas, que limitan su capacidad de transformación o de eliminación y facilita su daño directo a la placenta con concentraciones progresivas en el feto, que al momento del nacimiento tiene interrumpida de forma súbita el aporte del tóxico, con variación en el tiempo para dar inicio a sus manifestaciones de abstinencia, al igual que su tiempo de contacto. Ya por sus efectos directos a nivel del tejido cerebral, modifican la función de receptores específicos que, ante su modificación súbita circulante, establecen anormalidad en su polaridad eléctrica celular, que se incrementa expresando alteraciones neurológicas muy variables. Los efectos secundarios por daño placentario durante el embarazo establecen limitación del crecimiento intrauterino, parto prematuro, rotura prematura de membranas, bajo peso al nacer, infecciones y hemorragias. La abstinencia establece daños orgánico variable a nivel neurológico, cardiovascular, digestivo, respiratorio y metabólico como los más habituales que, en forma general, se deberá de sospechar en todo recién nacido que en sus primeros días manifieste: temblor, llanto intenso y constante, vómitos, respiración agitada, temperatura elevada, frecuencia cardíaca y respiratoria incrementadas e incluso en el extremo contrario: flacidez general, somnolencia, dificultad para succión. Los síntomas se pueden presentar en las primeras dos semanas, pero son más frecuentes entre el tercer y el cuarto día, señalando en forma insistente, que será dependiente del tipo de droga consumida, cantidad y duración. Se describe a continuación los efectos más relacionados con consumo de droga específica.
La cafeína que además del café, se encuentra en las bebidas energizantes se considera con riesgo de daño fetal en concentraciones superiores a 350mg (más de 3 tazas-exprés- o dos latas de bebida energizante o dos refrescos de cola) por día. Las alteraciones se manifiestan posteriores a las primeras 24 horas de nacido, con: incremento de la temperatura, temblores de extremidades, llanto inconsolable y extremidades con tendencia a mantenerse endurecidas, frecuencia respiratoria incrementada, vómitos, disminución de frecuencia cardiaca y movimientos anormales, que pueden ser confundidos como equivalentes convulsivos. El cuadro tiene tendencia a remitir en los siguientes diez días bajo tratamiento conservador.
El síndrome alcohólico fetal, está constituido por retraso del crecimiento intra y extrauterino; alteraciones del sistema nervioso central (retraso mental, irritabilidad, disminución del tono muscular); anomalías craneofaciales; alteraciones cardíacas y, en menor grado, genitourinarias. El síndrome de abstinencia puede aparecer tempranamente (3-12 horas de vida) y se asocia con llanto enérgico, intenso y constante, convulsiones, temperatura elevada, taquicardia y frecuencia respiratoria incrementada.
El tabaquismo se asocia a una mayor frecuencia de abortos, restricción del crecimiento intrauterino, prematurez como daño placentario, manifestando datos de abstinencia, como: irritabilidad, hipertonía, diarrea, llanto agudo con aparición en primeras 48 horas.
El consumo de cocaína en embarazo se asocia a crisis hipertensivas, pérdidas fetales y parto pretérmino. Asimismo, se ha reportado mayor frecuencia de signos y síntomas como irritabilidad, temblor, succión excesiva e inestabilidad durante las primeras 72 horas posteriores al parto.
Quienes se expusieron a opioides manifestarán en primeras horas del nacimiento o 2-3 días después del parto: irritabilidad, temblores, insomnio, bostezos, estornudos, fiebre, sudoración, escurrimiento nasal, taquicardia, hipertensión y reflejos aumentados. No habrá manifestación de abstinencia si no existió consumo materno durante el último mes del embarazo. Los hijos de madres consumidoras de benzodiacepinas y otros hipnosedantes, como los medicamentos z (zolpidem y zopiclona), se asocia a manifestaciones similares a los opioides; y también, condicionan depresión del sistema nervioso con hipotonía muscular notoria (muñeco de trapo) en primeras horas.
Por consumo de marihuana se manifiestan temblores corporales e irritabilidad en etapa lactante y a largo plazo se establece déficit de atención y alteraciones de la memoria.
Quienes se expusieron a cocaína, manifiestan alteraciones parecidas a los opiáceos, pero con mayor riesgo por influir en la circulación del feto o del recién nacido, puede haber muerte súbita, infartos prenatales, alteraciones congénitas como bridas, reducción de miembros, agenesias o displasias cerebrales, anomalías genitourinarias, malformación intestinal o desprendimiento de placenta entre las más frecuentes y de riesgo, que son alteraciones viables a presentar incluso si el consumo solo se dio en el primer trimestre.
Todas estas condiciones ameritan atención hospitalaria para proporcionar el tratamiento más adecuado, además de la vigilancia de complicaciones posibles.
Las drogas se clasifican en dos grupos: en primer lugar, las drogas legales pueden ser como el tabaco, alcohol o la cafeína. Por otro lado, se encuentran las drogas ilegales, las cuales, están prohibidas y no pueden ser comercializadas como la cocaína, cannabis o heroína, entre otras. El consumo de drogas tiene un efecto sobre el sistema nervioso central y, según la actividad que provoque se pueden clasificar en: estimulantes, las que producen una activación del sistema nervioso, provocando así un aumento de la energía de la actividad motora. Los usuarios que consumen este tipo de droga refieren sentir sensación de euforia y disminución de fatiga o sueño, como ejemplo el café. Las depresoras, que bloquean la actividad neurológica provocando relajación, sedación o somnolencia (alcohol o heroína). Las perturbadoras, que provocan una alteración de la consciencia y generan en el individuo que las consume, una falsa percepción de la realidad. Cursa con alucinaciones que pueden ser, de tipo visual, auditiva o táctil. Estas drogas perturbadoras son las drogas de síntesis o alucinógenos.
El orden de prevalencia del consumo de estas sustancias, en la mayoría de población general, establecen: cafeína, alcohol, el tabaco, hipnosedantes, seguidos del cannabis y la cocaína, donde en forma obvia existen ciertas características específicas que llegan a influir para su consumo, como: mayor susceptibilidad biológica, comorbilidad médico-psiquiátrica, aspectos económicos, sociales, familiares y culturales, entre otros.
El consumo de sustancias adictivas durante el embarazo y sus efectos en recién nacidos es algo que preocupa, pero no se logra documentar en forma apropiada, ya que no se pueden recabar datos estadísticos suficientes como para analizarlos, debido a que es difícil obtener información por la falta de colaboración específica. Se llega a considerar que aproximadamente el 90% de las mujeres consumidoras de drogas, se encuentran en la edad comprendida de los 15 a 45 años; y de ellas, un 2-4% en estado de embarazo, han llegado a consumir alguna sustancia nociva, con posibilidad de encontrar efectos asociados en el recién nacido de 1-2 casos por cada mil nacidos.
Las drogas presentes durante el embarazo, tienen diferente capacidad para poder superar la barrera placentaria, pero la mayoría lo consigue por sus características compartidas: solubles en grasa que le permite su mayor fijación a los tejidos, baja unión a las proteínas sanguíneas, que limitan su capacidad de transformación o de eliminación y facilita su daño directo a la placenta con concentraciones progresivas en el feto, que al momento del nacimiento tiene interrumpida de forma súbita el aporte del tóxico, con variación en el tiempo para dar inicio a sus manifestaciones de abstinencia, al igual que su tiempo de contacto. Ya por sus efectos directos a nivel del tejido cerebral, modifican la función de receptores específicos que, ante su modificación súbita circulante, establecen anormalidad en su polaridad eléctrica celular, que se incrementa expresando alteraciones neurológicas muy variables. Los efectos secundarios por daño placentario durante el embarazo establecen limitación del crecimiento intrauterino, parto prematuro, rotura prematura de membranas, bajo peso al nacer, infecciones y hemorragias. La abstinencia establece daños orgánico variable a nivel neurológico, cardiovascular, digestivo, respiratorio y metabólico como los más habituales que, en forma general, se deberá de sospechar en todo recién nacido que en sus primeros días manifieste: temblor, llanto intenso y constante, vómitos, respiración agitada, temperatura elevada, frecuencia cardíaca y respiratoria incrementadas e incluso en el extremo contrario: flacidez general, somnolencia, dificultad para succión. Los síntomas se pueden presentar en las primeras dos semanas, pero son más frecuentes entre el tercer y el cuarto día, señalando en forma insistente, que será dependiente del tipo de droga consumida, cantidad y duración. Se describe a continuación los efectos más relacionados con consumo de droga específica.
La cafeína que además del café, se encuentra en las bebidas energizantes se considera con riesgo de daño fetal en concentraciones superiores a 350mg (más de 3 tazas-exprés- o dos latas de bebida energizante o dos refrescos de cola) por día. Las alteraciones se manifiestan posteriores a las primeras 24 horas de nacido, con: incremento de la temperatura, temblores de extremidades, llanto inconsolable y extremidades con tendencia a mantenerse endurecidas, frecuencia respiratoria incrementada, vómitos, disminución de frecuencia cardiaca y movimientos anormales, que pueden ser confundidos como equivalentes convulsivos. El cuadro tiene tendencia a remitir en los siguientes diez días bajo tratamiento conservador.
El síndrome alcohólico fetal, está constituido por retraso del crecimiento intra y extrauterino; alteraciones del sistema nervioso central (retraso mental, irritabilidad, disminución del tono muscular); anomalías craneofaciales; alteraciones cardíacas y, en menor grado, genitourinarias. El síndrome de abstinencia puede aparecer tempranamente (3-12 horas de vida) y se asocia con llanto enérgico, intenso y constante, convulsiones, temperatura elevada, taquicardia y frecuencia respiratoria incrementada.
El tabaquismo se asocia a una mayor frecuencia de abortos, restricción del crecimiento intrauterino, prematurez como daño placentario, manifestando datos de abstinencia, como: irritabilidad, hipertonía, diarrea, llanto agudo con aparición en primeras 48 horas.
El consumo de cocaína en embarazo se asocia a crisis hipertensivas, pérdidas fetales y parto pretérmino. Asimismo, se ha reportado mayor frecuencia de signos y síntomas como irritabilidad, temblor, succión excesiva e inestabilidad durante las primeras 72 horas posteriores al parto.
Quienes se expusieron a opioides manifestarán en primeras horas del nacimiento o 2-3 días después del parto: irritabilidad, temblores, insomnio, bostezos, estornudos, fiebre, sudoración, escurrimiento nasal, taquicardia, hipertensión y reflejos aumentados. No habrá manifestación de abstinencia si no existió consumo materno durante el último mes del embarazo. Los hijos de madres consumidoras de benzodiacepinas y otros hipnosedantes, como los medicamentos z (zolpidem y zopiclona), se asocia a manifestaciones similares a los opioides; y también, condicionan depresión del sistema nervioso con hipotonía muscular notoria (muñeco de trapo) en primeras horas.
Por consumo de marihuana se manifiestan temblores corporales e irritabilidad en etapa lactante y a largo plazo se establece déficit de atención y alteraciones de la memoria.
Quienes se expusieron a cocaína, manifiestan alteraciones parecidas a los opiáceos, pero con mayor riesgo por influir en la circulación del feto o del recién nacido, puede haber muerte súbita, infartos prenatales, alteraciones congénitas como bridas, reducción de miembros, agenesias o displasias cerebrales, anomalías genitourinarias, malformación intestinal o desprendimiento de placenta entre las más frecuentes y de riesgo, que son alteraciones viables a presentar incluso si el consumo solo se dio en el primer trimestre.
Todas estas condiciones ameritan atención hospitalaria para proporcionar el tratamiento más adecuado, además de la vigilancia de complicaciones posibles.