Es el proceso
biológico que establece la aparición de piezas dentales, en la cavidad oral del
individuo durante su desarrollo. Por manifestarse en diferentes momentos del
curso de la vida, se establecen en dos variantes habituales: la primaria, con
presencia de dientes de duración temporal; y la secundaria, relacionada con los
dientes permanentes.
El brote dental
entre las diferentes especies animales, ha cambiado de una condición simple a
la compleja del ser humano. En la mayoría de los peces y reptiles los dientes
son de una forma similar y son reemplazados continuamente durante la vida. El número
es altamente variable y su lámina dental (donde se forman) aporta una fuente
constante de células madre, capaces de producir dientes por interacción con un
grupo celular específico. A diferencia de los mamíferos de hoy, los dientes no
estaban limitados a los márgenes de los maxilares y numerosos huesos de la
cavidad oral eran capaces de producir dientes. En el humano, el brote dental se asocia con los bordes maxilares.
Los cambios en
la forma dental es un proceso importante en la evolución, como adaptación a
dietas especializadas y cambios medioambientales. Los dientes de los reptiles
ancestrales, fueron de una forma cónica simple; la diversidad de la forma vista
en los mamíferos modernos, proviene de la adición de dentículos o cúspides a
los lados del cono original, que proporciona la función particular más de
triturar que de incidir.
El origen de las
piezas dentales primarias, tienen su inicio desde etapas muy tempranas de la
vida intrauterina, mostrando cambios particulares en los márgenes de la
mandíbula desde la sexta semana de vida, para seguir un proceso de
diferenciación progresiva, que se continúa posterior al nacimiento. La
diversidad de los componentes de piezas dentales se relaciona con diferentes
tipos de estimulación, para poder alcanzar sus funciones potenciales, por lo
que algunas enfermedades asociadas a los mismos estímulos, podrán hacer
sospechar su existencia, al notarse alteraciones en el desarrollo dental. La
calcificación de estas piezas dentales (temporales) está influida por las
reservas de calcio que tenga la madre durante el embarazo, mientras que los
definitivos por la calidad de lactancia. Ambos con la estimulación particular
de un grupo hormonal, favorecen al brote dental transitorio y permanente de
forma respectiva.
Los dientes de
leche, también conocidos como temporales, son tan importantes como los dientes
permanentes. Además de ayudar a los niños a masticar y hablar, estos veinte
dientes fijan unos puntos a lo largo de la mandíbula para los dientes
permanentes que aún no han crecido bajo las encías.
La justificación
de los dientes temporales se establece porque cuando nacen los bebés, sus
mandíbulas son demasiado pequeñas para acomodar el tamaño y la cantidad de
dientes adultos que tendrán. Ya en años posteriores, cuando el desarrollo de
los huesos de la cara y sus mandíbulas en forma asociada, vayan definiendo las
proporciones de etapa adulta, se podrá ir estableciendo la aparición progresiva
de los dientes de mayor duración (permanentes).
La aparición de
la dentición primaria, como fenómeno biológico que ha acompañado al hombre
desde el principio de su existencia, resulta hasta los tiempos actuales por la
mayoría de las madres, como un tema anecdótico o folklórico con un pensamiento
mágico o tradicional que puede ser motivo de incertidumbre de bienestar del
lactante para acudir a la opinión de servicios de salud, que ante deficiencias
de bases científicas pueden contribuir a la persistencia de conceptos
equivocados y malos tratamientos.
Se le relaciona
con variedad de alteraciones, que pueden incluir: llanto constante, babeo,
evacuaciones disminuidas de consistencia, elevación de temperatura, comezón de
encías, dolores en encías, trastornos del sueño, solo por mencionar los más
comunes reportados, que en forma secundaria asocian variadas terapias a lo
largo de la historia.
Es por los
antecedentes de procedimientos practicados a fin de aliviar las supuestas
molestias de la dentición, que la historia de la medicina reporta hace dos
siglos, una mortalidad de casi 10% de los niños menores de tres años asociados
al brote dental.
La dentición es
un fenómeno natural. Como promedio se acepta que los primeros dientes broten,
alrededor del sexto mes y que los que inicialmente aparezcan sean los dos centrales
(incisivos) inferiores. Al cabo de entre 4 y 8 semanas, suelen seguir los cuatro
dientes incisivos superiores (centrales y laterales). Aproximadamente un mes
más tarde, aparecerán los incisivos inferiores laterales. Los siguientes
dientes que salen son los molares de leche (o muelas, ubicadas en la parte
posterior de la boca y que utilizamos para triturar los alimentos) y, por
último, salen los caninos (los dientes puntiagudos). La mayoría de los niños
tienen sus 20 dientes de leche aproximadamente cuando cumplen tres años. Si su
bebé manifiesta alteraciones en el momento y orden de piezas dentales,
justifica evaluación especial para descartar otras alteraciones.
Es posible
también que al nacimiento, unos niños ya tengan alguna pieza dental. Se calcula
que uno de cada 2,000 a 3,500 niños nace con piezas dentales (dientes natales)
o le brotan dentro de los primeros 30 días de vida (dientes neonatales) y no
representa ningún problema, salvo que pueda causar ahogamiento, erosión de la
mucosa opuesta, de la lengua o del pezón, en cuyo caso habría que valorar la
necesidad de su retiro.
El retraso
generalizado en la erupción se asocia con problemas especiales que pueden
incluir problemas hormonales especiales, además de asociaciones con otras
alteraciones (síndromes) diversas, como la trisomía 21 (síndrome de Down) y el síndrome
de envejecimiento prematuro. La erupción retrasada localmente, se asocia en
ocasiones con alteraciones de tipo esquelético.
Ante el babeo y
posible irritación de las encías, se recomienda limpieza adecuada de la zona
relacionada con la boca, para evitar el efecto irritante de la saliva. Para
disminuir la sensación molesta de sus encías, puede aplicarse mordederas en
temperatura fría para desgastar la encía en forma progresiva y calmar la
sensación incómoda con el frío. El empleo de gel para las encías, en forma frecuente
puede asociar convulsiones. Otras alteraciones que manifieste el bebé, deben
descartar enfermedades diferentes. Limpie las
encías de su bebé diario con una gasa o pañito limpio y húmedo; o bien,
cepílleselas suavemente con un cepillo de cerdas suaves para lactantes, solo
con agua (¡sin pasta dental!). En cuanto aparezcan los primeros dientes,
cepílleselos con agua y pasta de dientes que contenga flúor, utilizando una
cantidad muy reducida.
De preferencia,
en consideración a la evaluación adecuada de la erupción dentaria, se
recomienda llevar al bebé con el odontopediatra, para atender las
recomendaciones que en forma individual amerita recibir cada niño en este
proceso, y no llevar medidas empíricas que puedan causar algún daño. Ya durante
el proceso de brote, puede requerir de evaluación específica y medidas
preventivas, para determinar la anatomía y funcionalidad futura. Es de suma
importancia señalar que esta asistencia preventiva, permite realizar prácticas
para evitar procesos infecciosos, anticipar brotes anómalos, favorecer
oclusiones funcionales importantes para la masticación, lenguaje y aspecto
estético por evitar deformaciones bucales o faciales futuras.
Alrededor de los
seis años, es el momento en el que los dientes de leche se van a aflojando y se
caen solos para dejar espacio a los permanentes. Es un proceso que puede durar
varios años, hasta que la mandíbula se desarrolla. En muchas ocasiones, es
normal que los dientes de leche y los definitivos convivan durante un tiempo.
La supervisión por el especialista dental, seguirá anticipando problemas y
evitando de esa forma intervenciones incómodas. Los padres durante estas
evaluaciones, aprenderán a cuidar las piezas dentales, realizar el cepillado de
forma adecuada además del empleo de hilo dental para garantizar una
funcionalidad natural y prolongada…