Con este nombre
se les identifica a un grupo de parásitos intestinales, que tienen forma de
gusanos blanquecinos con tamaño variable de 4 a 6 mm, que viven en el intestino
grueso y por su migración al exterior, causan de forma predominante comezón de
intensidad variable en la región anal.
Su distribución
más frecuente corresponde a las poblaciones con clima cálido, afectando en
especial a los niños con grupos de edades menores de nueve años, siendo los
niños entre cuatro a seis años, los que lo manifiestan y transmiten de forma
más frecuente.
Este tipo de
parásitos no son exclusivos de una condición socio-económica particular y
tampoco tiene relación especial con la convivencia con mascotas.
Estas lombrices,
tienen distribución mundial y son capaces de infectar a todo tipo de personas
(no solo niños). No tienen capacidad de poder infectar animales domésticos, ya
que son exclusivos del ser humano. No habrá mascota particular de quien se
considere pueda transmitir esta enfermedad, ya que el contagio se realiza entre
seres humanos.
La forma de
adquirir esta enfermedad, es debida a la ingesta de los huevecillos que en
forma microscópica tienen oportunidad de ser digeridos por el sistema
digestivo. Entran por la boca y llegando al intestino delgado terminan de madurar,
se abren de su contenido liberando las larvas que avanzan hacia el intestino
grueso, donde se incrustan con sus cabezas sobre la mucosa intestinal.
En promedio de
uno a dos meses posteriores, la hembra tiene la capacidad de poder desplazarse
del interior del intestino grueso, hasta el área externa que se encuentra
alrededor del recto (región anal), en donde deposita sus huevos, que por irritación
de la región es capaz de producir como manifestación, la sensación de comezón.
Cuando el niño
se rasca el área donde percibe la sensación de comezón, los huevos en forma microscópica
con su capacidad de adherencia, se pegan a sus deditos, que en contacto con la
boca, pueden volver a generar un nuevo ciclo de vida para la persistencia de la
parasitosis.
En otras
ocasiones, el huevo se puede adherir a otro tipo de superficies o de objetos,
ya sea en forma directa por el contacto con la región anal; o en forma
indirecta, con los dedos contaminados que pueden transmitirlos en forma secundaria,
donde las condiciones del ambiente pueden permitir su sobrevivencia, en las
siguientes dos a tres semanas. La diversidad de objetos en contacto con esta región
infectada, pueden ser múltiples, pero entre los más habituales podemos citar:
sábanas, areneros (en parques y escuelas), toallas, pupitres y mesas de
comedores escolares, ropa de vestir (en especial ropa interior y las pijamas)
juguetes, tazas de baño, lavabos, cubiertos y utensilios de cocina, alimentos y
vasos.
Es a partir de
estos objetos o superficies, donde otros miembros de la familia pueden llegar a
contaminarse al adherirse de forma fácil por sus manos, que sin aseo adecuado
podrán condicionar el ingreso potencial del parásito a un nuevo sistema
digestivo.
En ocasiones,
por no generar muchas manifestaciones inflamatorias notorias en el interior del
intestino grueso, es muy posible que los niños o familiares afectados no
manifiesten otros datos adicionales a la sensación de comezón alrededor del
ano; por tanto, existen varias personas que padecen esta infección sin saberlo.
El signo más
frecuente, es la sensación de comezón alrededor del ano que es más frecuente en
el transcurso de la noche. Debido a que puede no interferir con el sueño, es
posible que esta comezón no se perciba en forma evidente por el enfermo. En otras
ocasiones, puede modificar el ritmo del sueño, causando inquietud durante el
mismo.
La sensación de
comezón se produce más por las noches, debido a que la hembra se mueven en el
trayecto del intestino grueso para salir al margen a depositar sus huevos, que
por las características de adherencia y de irritación superficial secundaria,
generan la sensación de comezón característica.
En niñas en forma
adicional, la enfermedad puede incluir invasión a región genital, causando la
existencia de flujo y en edades mayores, una posible inflamación pélvica. Por otra
parte, cuando la región anal es lastimada por la intensidad del rascado, se
puede agregar infecciones bacterianas en la piel lastimada, que genera zonas de
enrojecimiento y en otras ocasiones formación de acúmulo de pus (abscesos).
La existencia de
otras alteraciones digestivas como dolor abdominal, disminución del apetito,
distensión, dolores durante evacuación, cambios en contenido y consistencia de
la evacuación; son variables en su expresión y dependientes de la extensión o
cantidad de los parásitos, además de la respuesta inflamatoria de quien lo
padece. La enfermedad se puede hacer difícil identificarla, al considerar solo
alguno de estos datos y no existir la referencia de la comezón anal.
Para tener la
certeza de este cuadro, es suficiente con revisar la región anal del afectado,
para identificar las pequeñas lombrices blanquecinas, que se encuentran
distribuidas en esa zona. En especial unas dos a tres horas después que se haya
dormido el niño, pero también pueden encontrarse en la primera hora que se haya
despertado. Dan apariencia de pequeños hilos blancos adheridos, con dificultad
leve para su retiro.
En caso de no
estar presentes al momento de su revisión, la alternativa para confirmar la
enfermedad, es tomar como muestra para el laboratorio mediante una cinta
adhesiva, los huevecillos al contacto de la región anal, para revisar en forma
inmediata al microscopio en donde se pueden identificar.
Si la ropa
interior es de color oscuro, puede ser relativamente fácil poder distinguir las
lombrices. Se pueden en ocasiones, advertir en las evacuaciones que el niño
elimina, como estrías blanquecinas muy cortas. Puede investigarse también la
presencia de los huevecillos debajo de las uñas de los niños por las mañanas
ante su rascado nocturno.
En ocasiones
especiales, se ha asociado esta enfermedad con una reacción inflamatoria
importante del intestino grueso, que puede confundirse con enfermedades
inflamatorias de causa inmunológica o infecciones bacterianas graves.
El tratamiento
con el desarrollo de nuevos medicamentos, puede en la actualidad ofrecer
diferentes esquemas cortos, que incluso puede ser de un solo día para repetir a
las dos semanas, a fin de eliminar las larvas antes que inicien la liberación de
huevos nuevos.
Se recomienda de
preferencia en este tipo de parásitos, el tratamiento a todos los integrantes
de la familia, ante la alta posibilidad que se encuentres afectados y no manifiesten
datos relacionados, además de ofrecer garantía adicional que no habrá
reinfección posterior, por algún integrante que pueda transmitir de nuevo la
enfermedad.
El medicamento
hace desaparecer todas las lombrices que existan en el intestino, pero la
sensación de comezón puede persistir hasta por una semana adicional, por lo que
en ocasiones, puede indicarse cremas especiales o medicamento adicional. Si la
presencia de los parásitos causa mucha inflamación intestinal, las molestias de
la colitis, pueden ser un dato adicional a esperar que remita en consecuencia
de una cicatrización normal.
Como medidas
preventivas para evitar esta enfermedad, se recomienda el lavado frecuente de
las manos después de ir al baño, jugar y antes de comer, mantener las uñas cortas
y limpias, además de una limpieza eficiente de las zonas compatibles donde se
pueda encontrar los huevecillos como ropa interior, de cama, pijama, tazas de
baño y toallas como los más importantes. Estas prendas donde se sospecha la
persistencia de los huevecillos, de preferencia se debe evitar sacudirlas ya
que con esta maniobra, se consigue solo propagar los huevos a otras partes
cercanas. Se recomienda que se sometan a enjuague con agua hirviente, para
destruirlos. De forma muy especial, se
debe evitar que los niños se rasquen la región anal y/o se coman las uñas.