El
retinoblastoma es un cáncer que se desarrolla dentro de los ojos de los niños.
Puede ocurrir en uno o ambos ojos y aparece generalmente antes de que cumplan
tres años de edad.
Aunque por
fortuna no es muy frecuente, el inconveniente es que como todo cáncer, puede
producir la muerte si no se detecta y trata en forma oportuna. En las ocasiones
que se detecta en fase avanzada puede condicionar pérdida del ojo afectado y en
el mejor de los casos, cuando se descubre de forma temprana, permite mantener
la vista y la vida del niño en forma aceptable.
El
retinoblastoma se origina dentro del ojo, en la retina de uno o ambos ojos, que
es la capa que cubre el interior del ojo y nos permite captar todas las
imágenes que vemos. Generalmente es más frecuente que afecte a un solo ojo,
pero en raras ocasiones pueden estar afectados los dos, con diferencia de
crecimiento entre ellos.
La forma de
detectarlo es relativamente sencilla, al darse cuenta los padres o el médico
que realice la revisión periódica en los primeros años del niño, que aparece “una
lucecita” o “una mancha blanca” o “una nube” dentro del ojo. Esta mancha es
parecida al reflejo que produce la luz en los ojos de los gatos durante la
noche, y de manera normal, se deberá de apreciar siempre como reflejo rojo, similar al
que vemos en las fotografías tomadas a niños que miran directamente a la
cámara.
El hallazgo de color blanco es sugestivo del cáncer.
En otras ocasiones, se manifiesta
con estrabismo, es decir con desviación ocasional o constante de uno o ambos
ojos (bizcos); en formas avanzadas habrá ojo rojo doloroso acompañado de
hinchazón y enrojecimiento de los párpados durante más de una semana, ojo
engrandecido, pupila engrandecida o deforme, y disminución de la visión.
Casi todos los
niños con retinoblastoma se diagnostican entre los 18 meses y 3 años de edad. A
veces, puede aparecer desde recién nacidos hasta niños de 8 años. Muy rara vez
(casi nunca) puede aparecer por primera vez en niños de más de diez años.
No existe ningún
factor en el medio ambiente que ocasione directamente el retinoblastoma. Este
cáncer es causado por una anormalidad en una parte muy pequeña de las células
llamados cromosomas que se encargan de
darle información a las células para que se reproduzcan, crezcan y trabajen.
Todos estos
tumores empiezan a crecer antes de que el niño cumpla dos años y pueden
continuar formándose durante los siguientes 7 años.
Es una
enfermedad que requiere de la revisión y el tratamiento por médicos especialistas
en cáncer infantil, y al ser detectado se enviará urgentemente a un hospital
donde será revisado por un oftalmólogo pediatra con experiencia en el
diagnóstico y tratamiento de este cáncer infantil, además de la participación
del oncólogo pediatra.
Hay muchas
enfermedades que pueden simular un retinoblastoma. Este es otro de los motivos
por lo que es tan importante que su hijo sea revisado por especialistas que
tengan la experiencia en el diagnóstico y tratamiento de cáncer infantil.
Es una
enfermedad bastante compleja y no debe ser tratada por un solo especialista.
Tampoco es recomendable que un especialista en enfermedades de adultos trate
cáncer infantil. Es bastante frecuente que durante el tratamiento del niño con
retinoblastoma, se reúnan dentro del hospital varios especialistas en
diferentes ramas de la pediatría para discutir las opciones del tratamiento.
Una vez que se
ha detectado el retinoblastoma es conveniente que el oncólogo pediatra determine
si hay cáncer en alguna otra parte del cuerpo por lo que pedirá un análisis de
sangre, y probablemente realizará una punción de la médula espinal para ver si
hay células de cáncer en el líquido del cerebro, y una biopsia de la médula de
los huesos. Estos exámenes se hacen con el niño anestesiado y no tendrá
molestias
El
retinoblastoma no tratado puede extenderse fuera del ojo en menos de 3 años,
aunque es muy variable la rapidez y agresividad con la que crece. En general
los retinoblastomas bilaterales crecen más rápido que los unilaterales.
Son varios los
tratamientos que el oftalmólogo puede ofrecerle a su hijo. La elección de cada
uno de ellos depende de cada paciente en particular. Sin embargo, el factor más
importante que utiliza el especialista para escoger el tratamiento es el tamaño
y localización del tumor dentro del ojo y el grado de avance de la enfermedad.
Actualmente ante
un diagnostico temprano del padecimiento es posible llegar a salvar la visión
del ojo afectado. Cuando el tumor ha crecido mucho y ocupa más de una tercera
parte del ojo, el retinoblastoma produce un daño irreversible a la retina que
hace imposible que los médicos puedan hacer que ese ojo vuela a ver. Cuando el
tumor se diagnostica pequeño, existen posibilidades de que la retina conserve su
función visual y pueda tener visión útil al terminar el tratamiento. Esto
depende de la zona de la retina en la que creció el retinoblastoma; si creció
en la fóvea (que es el área más delicada de la retina), es posible que ese ojo
vea borroso al terminar el tratamiento.
La oportunidad
de llegar a perder el ojo depende completamente de lo avanzado que esté la
enfermedad. En la actualidad es posible realizar tratamientos que destruyen el
tumor sin necesidad de quitar el ojo completamente. Desafortunadamente sólo es
posible usarlos cuando el retinoblastoma es pequeño y esto sucede en la minoría
de los pacientes.
Al tener una
etapa muy avanzada el procedimiento conocido como enucleación (extracción del
ojo), es la manera más segura y definitiva que existe en la actualidad para
tratar el retinoblastoma que ocupa más de un tercio del interior del ojo. La
radioterapia y quimioterapia en ocasiones puede conseguir que el niño conserve
su ojo por un tiempo, pero no siempre puede lograrse.
El tratamiento
es muy costoso. Sobre todo porque se requiere de medicamentos muy especiales,
de varios médicos con diferentes especialidades en cáncer infantil, de realizar
estudios en aparatos médicos de alta tecnología y de varios meses de
tratamiento.
Afortunadamente
en nuestro país existen hospitales que atienden niños con padres de diferentes
presupuestos económicos. Si usted tiene ISSSTE ó IMSS, el médico familiar lo
enviará al hospital y especialista indicado. Si no tiene ISSSTE ó IMSS, las
ciudades más grandes –como el DF, Monterrey y Guadalajara- tienen hospitales
pediátricos públicos que son muy accesibles en sus costos y basan sus cuotas en
el sueldo de los padres. Incluso, llegan a cobrar hasta una centésima parte de
lo que cobraría un hospital privado.
Recuerde que el
tiempo que transcurra la enfermedad de su hijo sin tratamiento especializado,
afecta mucho las posibilidades de curación.