Son aberturas o
defectos de alguna estructura anatómica, que permiten la salida en grados
variables de órganos o tejidos; que en forma normal, deberían ser contenidos en
su interior.
De forma común
se aprecian como “chipotes” de consistencia diferente al resto de la superficie
a su alrededor. En su interior contienen tejidos u órganos que por presión se
puede desplazar en grados variables hacia fuera y/o hacia adentro del defecto
(orificio).
Las hernias se
pueden encontrar en diferentes partes del cuerpo, pero las más frecuentes y
fáciles de distinguir son las que se notan en la región del ombligo, espacio inguinal
y músculos del abdomen.
El origen de una
hernia tiene dos factores relacionados que incluyen: una debilidad muscular y
un evento de tensión. Cada una de estos factores puede tener condiciones que
pueden variar en su intensidad y momento de la vida en modificarse. Por esa
razón, existen hernias que se desarrollan con el paso del tiempo de forma
paulatina y existen otras que se presentan de forma súbita.
Las más comunes
se identifican desde el momento del nacimiento ante una debilidad o defecto de
desarrollo muscular en la pared principalmente abdominal. Las localizadas en la
región umbilical a pesar de su tamaño o aspecto, en la mayoría de las ocasiones
cierran de forma espontánea en el transcurso del primer año de vida.
Cuando la hernia
se desarrolla con el tiempo, puede presentarse durante la infancia o la etapa
de adolescentes, y los factores relacionados con el incremento de la tensión
pueden estar generados por aumento de peso corporal progresivo (obesidad),
cargar o levantar objetos pesados realizando esfuerzo excesivo, cuadros de
diarrea o de estreñimiento, tos persistente o esfuerzo al estornudar y en otras
ocasiones por presencia de un embarazo. En estas condiciones el esfuerzo por sí
solo no es el factor determinante ya que deberá asociar una debilidad muscular
previa.
La forma de
percibir la hernia puede ser notada por el mismo paciente o sus familiares, con
el cambio de volumen en la zona afectada. De esta forma, los padres de familia
pueden tener la sospecha inicial cuando un recién nacido al llorar, tiene
aumento de volumen de la región inguinal o del volumen testicular. En otras
ocasiones, es a través del examen físico que se realice en el niño o
adolescente, mediante maniobras de esfuerzo o de presión directa, que se podrá
poner en evidencia algún desplazamiento de tejidos que se perciba por el tacto
o la vista del explorador para confirmar su existencia.
El riesgo
potencial –de las hernias inguinales en especial-, es que su contenido de
intestinos, pueda quedar atorado en el conducto anómalo sin posibilidad de
regresar a la cavidad (encarcelamiento), y con los movimientos intestinales,
tener rotación en su interior disminuyendo el flujo de sangre a sus tejidos
(estrangulación), causando pérdida de vitalidad (destrucción) y ruptura
intestinal, para desarrollar un cuadro grave de infección que puede condicionar
la muerte del paciente. Cuando este cuadro se genera se produce dolor abdominal
progresivo intenso acompañado de datos de oclusión intestinal (vómitos, aumento
de tamaño del abdomen y ausencia de evacuaciones y/o gases). En consideración a
su riesgo de complicación en cualquier momento, se establece como prioridad,
programar en las mejores condiciones, la reparación quirúrgica a la brevedad
posible, que esperar el momento agudo o de complicación donde el pronóstico
puede ser diferente.
Se deberá de
revisar con mayor intención el canal inguinal de los recién nacidos que tengan
ya una hernia umbilical, por asociar deficiencia en el desarrollo muscular de
forma congénita, a diferencia de los recién nacidos sin ese defecto.
Las
manifestaciones en niños mayores para sospechar de las hernias inguinales,
pueden variar y puede haber: dolor en la región afectada mientras se tose, al
levantar algún objeto pesado, durante la evacuación o al agacharse. En los
varones, puede sospecharse al notar crecimiento testicular diferente al lado
contrario, y el médico mediante procedimientos de exploración o estudios
específicos podrá diferenciarlo de un acúmulo transitorio de líquido en esta
región que no requiere de procedimiento quirúrgico.
Existen otro
tipo de hernias de la cavidad abdominal y también con otros tejidos, en otras
estructuras corporales diferentes.
Los defectos del
musculo que separan pulmones con la cavidad abdominal (diafragma), pueden tener
comportamiento extremo. Una forma aguda en donde gran cantidad de vísceras
abdominales se introducen al tórax, puede hacer evidente en el recién nacido un
cuadro de dificultad respiratoria severo al momento del nacimiento, que en
primer lugar requiere se proporcione prioridad al manejo de la respiración para
permitir un desarrollo pulmonar adecuado y en forma secundaria se efectuará el
tratamiento quirúrgico.
Otro defecto del
diafragma donde solo una pequeña parte tiene debilidad, condicionará que las
manifestaciones durante la infancia confundan a familiares y médicos sobre su
presencia con otras enfermedades, hasta que se tomen estudios de gabinete que
lo hagan evidente. Las manifestaciones podrán relacionarse con dolor en pecho, sensación
rápida de llenado con los alimentos, nauseas, vómitos, dolor a la deglución,
infecciones respiratorias frecuentes, falla de crecimiento, anemia, por citar
los más comunes.
Existen otro
tipo de hernias en tejidos diferentes que generan manifestaciones variadas por
la mecánica de su localización. Como ejemplos tenemos las hernias de disco,
relacionadas con la proyección del disco que existe entre las vértebras de la
columna y causan dolores y manifestaciones sensitivas variadas por la
compresión de raíces nerviosas. Su causa en especial rara en adolescentes, por
traumatismos o desviaciones de la columna. Otro tipo de hernia es la que se
genera en estructuras cerebrales por aumento de la presión asociado a
extracción de líquido cerebral, tumor o hemorragia que desplazan al tejido
cerebral y pueden causar la muerte de forma súbita por el compromiso de la
circulación sanguínea a los tejidos cerebrales comprimidos. Otro tipo de
hernias son las secundarias a procedimientos quirúrgicos previos en donde el
tejido escapa por la zona intervenida previamente y el tratamiento requiere
nuevamente de intervención quirúrgica.
Existen
recomendaciones generales para prevenir el desarrollo de las hernias, que
deberán de practicarse para evitar su presencia. Incluyen en general la
práctica de buenos hábitos como son: comer de forma conveniente con la
suficiente cantidad de fibra para tener evacuaciones de consistencia normal.
Realizar ejercicios de forma regular para fortalecer el desarrollo muscular
(tener precaución en los adolescentes del empleo de pesas a edades tempranas),
como ejercicios abdominales, subir escaleras, sentarse derecho, trotar de forma
regular para fortalecer músculos abdominales y columna. Levantar los objetos
pesados (no mayores del 15% del peso del niño o adolescente) de forma adecuada,
doblando las rodillas de forma simétrica para auxiliar al impulso superior con
la fuerza de las piernas, y no solo con presión abdominal.
A fin de
detectar la presencia de hernias antes del nacimiento de un niño, es conveniente realizar estudios de
ultrasonido en forma regular durante el embarazo, ya que en los tiempos
actuales se puede considerar ya la reparación quirúrgica dentro del vientre
materno para que al momento del nacimiento se tenga un pronóstico favorable.
Recuerde amable
lector, que ante cualquier duda en particular sobre la posibilidad de esta
enfermedad en algún integrante de su familia, conviene la valoración personal
por su médico de confianza y la cirugía si es necesario bajo las mejores
condiciones para evitar situaciones de urgencia con pronósticos reservados
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