Educación alimentaria


Comer no significa ingerir todos los alimentos que se antojen, sino ingerir los nutrientes que requiere el organismo, por lo cual la nutrición ha tomado gran relevancia en la vida cotidiana de la población.
La edad infantil es el periodo de la vida crítico en el que se establecen los hábitos nutricionales óptimos, para conseguir el crecimiento adecuado y evitar las enfermedades relacionadas con la dieta.
Los requerimientos nutricionales varían en relación con la velocidad de crecimiento y del desarrollo; es por eso, que durante el primer año de vida y en la adolescencia, estos requerimientos son mayores que en cualquier otra época de la vida.
Para que una nutrición sea conveniente, es necesario que cumpla algunos requisitos que se consideran como elementales, que involucran: Aporte energético, para cubrir las demandas de calorías específicas en cada momento del desarrollo. Equilibrio de nutrientes, para mantener la proporción apropiada de cada componente de los alimentos. Variada, por incluir los cinco grupos principales de alimentos (cereales, leguminosas, frutas, verduras y productos de origen animal). Suficiente, para poder satisfacer la sensación de apetito sin condicionar sobredistensión de la cámara gástrica. Adecuada, por considerar las características de desarrollo biológico digestivo y también las necesidades para su peso, talla y estado de salud. Innocua, por cumplir con normas de higiene para que no sea dañina a la salud.
Es muy importante contar con la mejor educación alimentaria, ya que su conocimiento y práctica apropiada, es esencial para tener una nutrición adecuada y preventiva de muchas enfermedades; y aunque se puede aprender a cualquier edad, es imprescindible difundirla sobre todo durante la infancia.
Se propone que la educación alimentaria se desarrolle con actividades interactivas, para favorecer una formación integral en los niños durante su crecimiento. Debe incluir la asistencia de los niños para la adquisición de los alimentos, para aprender la selección apropiada que favorezca su alimentación, participar y colaborar en la preparación de la comida y aprender a realizar combinaciones apropiadas de nutrientes, para cumplir con la mayoría de los requisitos de la buena alimentación.
Los tiempos han cambiado y esta educación debe mostrar adaptaciones dinámicas apropiadas, para favorecer el concepto de nutrición adecuada. Anteriormente la alimentación se obtenía con productos agrícolas naturales, a diferencia actual de los obtenidos por modificación genética o productos ya procesados en forma previa. El cambio social, ha influido para que en años anteriores el rol de la preparación de alimentos recaía en especial en la madre, contrasta en la actualidad con la obtención de alimentos comprados a otras personas, porque las madres cubren en mayoría alguna actividad laboral. En forma importante, se agrega también la promoción publicitaria tan abundante con incremento de medios de comunicación, para consumo de productos de mala calidad nutricional, que son factores que pueden influir al desarrollo de los dos extremos anormales del estado de nutrición adecuado (sobrepeso y desnutrición).
Como principios básicos de la alimentación, se establece que cada niño tiene requerimientos variables de aporte nutricional de acuerdo con la edad, sexo y estado de salud en que se encuentre. Los nutrientes en general, por sus productos que se emplean en el organismo, pueden ser clasificados como macronutrientes, micronutrientes y elementos trazas. Los macronutrientes proporcionan carbohidratos o azúcares que funcionan como fuente inmediata de energía; proteínas, que sirven para la formación de tejidos y función de sostén, además de protección. Grasas, que actúan como depósitos de energía en reserva y aislamiento de tejidos. La proporción de cada uno de ellos para evitar problemas de alimentación deberá ser en promedio de 50-55% de carbohidratos, 30-33% de grasas y 10-15% de proteínas. Los micronutrientes lo constituyen las sales minerales (sodio, cloro, potasio, calcio, etc.) que se consumen en menor proporción, para funciones variadas en el metabolismo orgánico y los elementos traza como el cobre, oro, plata, zinc forman parte de algunas enzimas, para funciones muy específicas y sus requerimientos se cubren en forma natural en la mayoría de las ocasiones.  
Los alimentos de forma habitual contienen cantidades variables de cada uno de estos elementos, por lo que no es posible fijar una lista de acuerdo con estos componentes; en cambio, por las necesidades de su ingesta y para mantener su proporción se han establecido diferentes sugerencias para su consumo en forma apropiada. A nivel internacional, la orientación tiene en general el señalamiento del buen comer o plato del buen comer, para la preparación más adecuada de la alimentación infantil. Las recomendaciones emplean la clasificación que se presenta en tres grupos.
Grupo 1. Formado por frutas y verduras, que se deben de consumir todos los días en proporción aproximada de la tercera parte de la cantidad total, en las tres comidas al día y dos raciones complementarias a media mañana y media tarde. Contienen en especial carbohidratos, vitaminas, minerales y fibra dietética. Las verduras de las más habituales incluyen: acelgas, verdolagas, quelites, ejotes, espinacas, flor de calabaza, nopales, brócoli, coliflor, calabaza, chayote, chícharos, tomate, jitomate, hongos, betabel, chiles, zanahoria, aguacate, pepino, lechuga. En las frutas están:  guayaba, melón, papaya, toronja, lima, naranja, mandarina, plátano, zapote, ciruela, pera, manzana, mango, mamey, chabacano, uvas entre otros.
Grupo 2. Cereales y tubérculos, con mayor predominio de carbohidratos. Los cereales de preferencia integrales (sin refinar) a base de maíz, trigo, avena, centeno, cebada, amaranto, arroz y sus productos derivados (tortillas). Tubérculos como camote, papa, rábano, jengibre, ginseng, jícama, nabo, betabel, yuca.
Grupo 3. Con mayor componente de proteínas y grasas escasas, se forma por dos tipos de alimentos, los de origen vegetal (leguminosas) que incluye: frijol, lentejas, habas, garbanzo, alubias y soya. Los de origen animal como leche, queso, pollo, carne roja, huevos y mariscos.
La preparación de alimentos con calidad adecuada para los niños deberá de incluir una tercera parte de cada grupo de alimentos; de preferencia con combinación proporcional entre cereales con leguminosas, incluyendo al menos un alimento de cada grupo en cada una de las tres comidas al día. la combinación de los alimentos en la medida de lo posible mejora el valor nutritivo de la dieta. Las verduras y frutas se aconsejan que sean crudas con un proceso de lavado y desinfección adecuados, y con su cáscara para aprovechar sus minerales y vitaminas, dando preferencia siempre a las de la temporada por ser más baratas y de mejor calidad. Se deberá de aportar poca grasa, poca azúcar y poca sal en la dieta diaria, con la intención de tener menor riesgo de obesidad, diabetes y de hipertensión.  
En cuanto a la cantidad, tomar en cuenta que el tamaño de la cámara gástrica en proporción es similar al tamaño del puño de la persona, por lo que se tratará de respetar ese volumen total de alimentos sólidos, para evitar exceso en la elasticidad y al paso del tiempo deformidad del volumen, para permitir una mayor cantidad que al no gastar el exceso de calorías, se condiciona al almacenamiento en forma de grasas.
Si se considera que cada niño tiene sus particularidades, se deberá de ofrecer a cada uno, una alimentación con adecuada valoración por su médico o especialista en nutrición. Se requiere de evaluación periódica de sus efectos, para continuar o modificarla. Si hay una combinación apropiada de actividad física, alimentación y ambiente afectivo apropiados, la buena salud puede estar garantizada por mucho tiempo

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