Parto humanizado


Es el término que se emplea para contrastar con la atención que en forma de rutina y despersonalizada se realiza en la mayoría de centros de atención hospitalaria, en la resolución de un embarazo. Donde es posible comprobar que a las personas gestantes no se identifican por su nombre y se les imponen solo indicaciones a obedecer para la atención de su parto. También se les obliga a adoptar una postura específica (y en ocasiones, hasta se les sujeta mediante cintos) que no es cómoda para la madre; y en ocasiones, sin la justificación médica válida, se les somete a procesos invasivos o quirúrgicos para extraer al bebé.
Estos procesos referidos han condicionado a reflexionar a médicos con la sensibilidad emocional particular, para ofrecer una atención diferente sobre lo que para muchos es el evento familiar más emotivo. Se cuida solo de no caer en condiciones extremas como los partos en el agua, ríos o en naturaleza plena por riesgos especiales.
Desde el año 2000 este tipo de atención se ha ido promoviendo en la mayoría de los países, con el objetivo principal de modificar la atención hospitalaria, para crear un ambiente agradable estableciendo rutinas que rompan con el tradicional aislamiento impuesto a la mujer embarazada. Requiere de actitud ética y solidaria por parte de los profesionales de la salud y la organización de la institución. En forma asociada también deberá de incluir la adopción de medidas y procedimientos que sean benéficos para el acompañamiento del parto y del nacimiento, evitando prácticas intervencionistas innecesarias, que aunque tradicionalmente han sido realizadas, no benefician a la mujer ni al recién nacido, y que con frecuencia acarrean mayores riesgos para ambos.
Para la atención de este tipo de parto se debe establecer en forma previa, la evaluación de los riesgos potenciales que se pueden presentar con el momento previo, durante  y posterior al nacimiento (riesgo perinatal) ya que todo embarazo con factores de riesgo significativos, pueden asociar complicaciones graves o funestas. Es ante los potenciales riesgos perinatales que se deberá dar prioridad a la atención establecida por el ginecólogo y/o el pediatra, para asegurar el bienestar del binomio (madre-hijo).
Las medidas de atención humanitaria para la madre, generalmente son promovidas por el ginecólogo que incluyen varios detalles, pero entre los principales destacan: iniciar un trabajo de parto espontáneo, sin empleo de medicamentos que modifiquen su curso, permitiendo que la ruptura de las membranas sea de forma espontánea, evitando el empleo de soluciones endovenosas manteniendo el aporte con líquidos en forma natural, favorecer que la posición sea cómoda para la madre y para el nacimiento del bebé, mantenerse acompañada de un familiar (de preferencia esposo), para favorecer el desarrollo del vínculo emocional en tiempo y circunstancias similares y, evitar hasta donde sea posible las maniobras invasivas.
Se insiste, que este parto humanizado requiere de verificar que no existan factores de riesgo para el binomio, con la intención de evitar complicaciones que pueden ser anticipadas; que de acuerdo al tipo de complicación y condiciones, podrá asociar el trato asertivo con los padres para realizar los procedimientos médicos necesarios.   
El pediatra en cambio, al vincularse con el personaje principal de esta función biológica, tiene que considerar que el recién nacido es una persona especial, finita, irrepetible y trascendente que debe ser motivo de supervisión y evaluación no solo de su función biológica que va ligada a su potencial intelectual futuro, ya que en todo parto humanizado, se deberá ser consciente que se trata de un ser humano que se encuentra ya vinculado a diferentes dimensiones sociales, emocionales y espirituales, por lo que su atención debe esmerarse en atender con el equilibrio justo: la ciencia asociada con el aspecto emocional, de todo lo que representa para su familia y la sociedad.
El nacimiento humanizado involucra todas las atenciones que se le proporcionan al recién nacido a su llegada a esta vida. De preferencia, deberá: de favorecer que no se incluyan medicamentos en su periodo de expulsión materna, que se le pueda ofrecer una transición y adaptación a la vida externa de forma normal (fisiológica) sin actos que puedan ser violentos o bruscos, establecer el inicio de la lactancia materna en la primera hora del nacimiento y favorecer el desarrollo del apego o vínculo familiar.
Al momento del nacimiento se deberá de revisar que el niño cumpla con los siguientes criterios: que inicie sus movimientos respiratorios de forma espontánea con mecanismos reflejos eficientes, con lo que se evitará el empleo metódico de sondas a su boquita para aspirar secreciones acumuladas, lavado gástrico, estimulación corporal con sacudidas o incluso la clásica nalgada para estimular su reactividad (que en realidad es un estímulo doloroso que se justifica solo ante la desesperación y la ignorancia), mucho menos tomarlo como trofeo y realizar sacudidas.
Al comprobar las características normales, se debe procurar solo secarlo y arroparlo de forma suficiente para evitar su enfriamiento rápido, sin limpiar sus manos y centro de la cara, ya que mediante el olfato del líquido que lo rodea, puede orientarse en forma rápida a localizar por su búsqueda el pezón materno, cuando se le coloca sobre el abdomen de la madre. El corte del cordón umbilical puede realizarlo el padre de familia bajo la supervisión médica para involucrarlo en el apego familiar. Este corte de preferencia, deberá de realizarse en el momento que se note que deja de latir sus arterias, ya que con esta transfusión es posible que el bebé reciba aun calor especial, nutrición, protección con células y sustancias para evitar infecciones, células madres en una cantidad adicional y oxigeno complementario al que empieza a tomar del ambiente.
El contacto piel a piel que se establece de forma inmediata posterior al nacimiento- de preferencia con todo su tórax y abdomen de la madre-, junto con la lactancia, permite establecer en forma temprana, el hábitat natural que tendrá el bebé durante los siguientes doce meses, en que su cerebro podrá ir desarrollándose de forma progresiva, vinculado estrechamente con la condición emocional materna en forma importante en los primeros meses de vida y posteriormente con el padre y otros familiares.
Estos estímulos son básicos ya que desde esta etapa temprana la olfacción y el tacto dan información a una zona particular cerebral (amígdala) mientras el contacto piel a piel estimula, activa y conecta las vías que relacionan la corteza cerebral con la amígdala, como estímulo inicial para su memoria posterior.
Se debe mantener la mayor parte del tiempo el cuerpo de la madre con su hijo. La separación del niño de la madre condiciona angustia en el bebé que durante todo el embarazo ha permanecido con ella. Se produce liberación de hormonas del estrés al ser separado de su hábitat natural. Se elevan los niveles de una hormona (cortisol) con efectos secundarios como respiración agitada, descenso de azúcar (hipoglucemia), disminución de la temperatura, reflujo. Por alteración de la estimulación del hipocampo con la amígdala, se desarrollan: cólicos, alteración del ciclo sueño-vigilia, llanto incontrolable, reacciones de la piel y predisposición a infecciones.
El desarrollo de la tecnología y conocimientos nos amplían la anticipación de los problemas, pero no deben desvincularnos del aspecto humano…lamentablemente al nacimiento le estamos perdiendo su condición de milagro y/o perfección biológica.

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