Posterior a
comprobar en los primeros días de vida de un recién nacido, sus condiciones
normales, se debe ofrecer información adecuada a los padres, para continuar la
atención de su hijo bajo pautas apropiadas de cuidados generales, a fin de
evitar el empleo de práctica tradicional o de costumbres familiares, que por
conceptos erróneos, pueden tener consecuencias desafortunadas en la evolución
de los recién nacidos.
La alimentación
del bebé debe ser a base de leche humana, con aporte del seno en frecuencia
libre y por periodo mínimo de succión de quince minutos en total de ambos
senos, con el objetivo de estimular la producción de leche en los primeros tres
a cinco días. Durante este periodo, es natural que la mamá tenga una producción limitada de leche por el
antecedente del parto –con pérdida variable de sangre- y su adaptación inicial a la lactancia. La
cantidad producida de leche puede variar de 25 a 30 ml por día en forma
inicial, pero en la medida de mantener la estimulación en los siguientes días,
la incrementa hasta 30-50ml por toma generalmente a partir del quinto día.
Durante esos días es muy importante dar confianza a los padres para esperar
lactancia normal en siguientes días.
La cantidad de
leche en los primeros días es una cantidad insuficiente para cubrir sus
requerimientos de líquidos, pero el niño en mecanismo de adaptación obtiene los
líquidos necesarios, del exceso de líquido corporal que tiene al nacimiento y,
por otra parte, el aporte de calorías que requiere en complemento también las
obtiene a partir de una grasa corporal que se localiza principalmente en su
espalda. Se entiende luego, que todos los niños en sus primeros diez días de nacido
tienen registro de peso menor del nacimiento por este consumo. Solo casos
especiales justificarán el empleo temporal (3-5 días máximo) de fórmula, para
evitar descompensación orgánica, sin abandonar la estimulación al seno. Para
avalar la cantidad de alimento ingerido por el bebé, se toma en cuenta la
cantidad de micciones y evacuaciones realizadas en el transcurso del día,
además de la sensación de bienestar o sueño luego de la succión.
Para evitar
problemas de la succión o lesión del pezón, se debe vigilar siempre que el bebé
coloque su boca en forma centrada a la areola materna.
La ropa que se
colocará al bebé deberá relacionar con la temperatura ambiental para evitar
exceso o deficiencia. Su control térmico se relaciona con una piel más delgada
que en otras edades y con una evaporación de calor más rápida. Ante la duda,
sobre la cantidad de prendas, se revisará su temperatura normal (36.0-36.5gc).
Para considerar la necesidad de prendas, debe tomarse en cuenta la temperatura
ambiental. Si es menor de 22 grados, es necesario colocar prendas para mantener
su calor en forma inversa proporcional (menor temperatura más ropa) y con
temperatura por arriba de 25 grados, es conveniente dejar ropa ligera al niño. No
deberá tener cintas que sean riesgo para enredar alguna parte corporal. Tampoco
contar con botones pequeños que puedan tragar o emplear imperdibles (seguros)
que los puedan lastimar. Guantes y calcetines se pueden poner ante la condición
natural de tener estas partes frías por su circulación sanguínea especial. Para
el egreso hospitalario, se colocará un cobertor para cubrir del ambiente
externo, permitiendo que lo tenga colocado con diferencia mínima de diez
minutos, para mantener una temperatura de aire ambiental adecuada que, ante la
respiración de aire frío, pueda condicionar congestión nasal y también para
evitar respirar una mayor proporción de contaminantes hospitalario y externo,
procurando que no pasen más de diez minutos en ambientes abiertos.
De preferencia
para su transporte al egreso, deberá de realizarse mediante porta bebé o con la
silla especial para su transporte en el vehículo de motor, que se colocarán en
la parte posterior de los asientos delanteros, para evitar algún riesgo si se
presenta algún accidente. Se evitará que lo cargue la madre, porque en
ocasiones tienen mareo o desmayos. (ella debe salir en silla de ruedas).
La cuna deberá
tener dimensiones de 75-100 cm de longitud, con 30 cm mínimo de altura, cerrada
en sus partes laterales o con barras con separación máxima de 5cm para evitar
que alguna parte de su cuerpo pueda quedar atorada. El dormir con el niño en la
cama, brinda la ventaja del contacto corporal que es conveniente en los
primeros dos meses de vida.
Su habitación
deberá tener clima adecuado (22 a 25 grados) y deberá contar con medios físicos
que puedan modificarlo (ventanas,
puertas) además de una orientación especial para evitar la entrada directa de
luz solar o corrientes intensas de aire. No deberá incluir ventiladores de
hélices por incrementar las partículas microscópicas en el ambiente, de
preferencia deberá incluir humidificación y filtro para evitar alteración
respiratoria. Es recomendable agregar en la habitación el termómetro ambiental
para supervisar la temperatura de forma apropiada y en periodos regulares. Su
color debe ser en tonos suaves a base de colores primarios ya que en los
primeros meses no tienen capacidad para poder distinguir figuras o paisajes
específicos o motivos infantiles particulares. La iluminación debe ofrecerse en
forma indirecta y de una intensidad baja, ya que por inmadurez de su nervio
óptico puede alterarse con luz intensa, además de tener el instinto natural de
buscar con sus ojitos, la fuente de iluminación. En las primeras dos semanas la
luz nocturna será tenue para permitir su sueño tranquilo y al momento de dar de
comer, no requieran los padres otro tipo de iluminación adicional. Después de
dos semanas, se recomienda mantener la habitación a oscuras para ir
condicionando en su cerebro la alternancia normal del día y la noche que le
estimularán funciones hormonales especiales. La exposición al sol conviene
aportar de diez a quince minutos entre las diez y once de la mañana en los
primeros diez días, sobre su superficie corporal descubierta cuando el color
amarillo de su piel no llegue más allá de su abdomen, para evitar daño cerebral.
En medidas
higiénicas el baño diario o hasta periodos de 48 horas, son recomendables para
evitar la acumulación excesiva de gérmenes y para fomentar la presencia de
flora natural que influya sobre su estimulación al sistema inmunológico
superficial. Se emplearán jabones neutros o de avena. Por la sensibilidad en la
cara, no se recomienda el empleo de jabón y se debe limpiar solo con agua pura.
No se deberá realizar tallado enérgico en los pliegues porque puede causarse
irritaciones. En el cuero cabelludo, es recomendable realizar un tallado
enérgico con las uñas o un cepillo de cerdas plásticas rígidas para retirar el
material graso que pueda acumularse en forma progresiva y causar inflamación.
El aseo del cordón
umbilical es diario con intervalos de cada ocho a doce horas para evitar que
los gérmenes puedan proliferar en especial en la zona de unión de la piel con
mucosa del ombligo. Se realiza con agua y jabón, sin aplicar soluciones con
yodo, merthiolate o alcohol que pueden modificar su cicatrización. Se debe
revisar que no manifieste mal olor en forma diaria y si se asocia con
secreción, deberá de limpiarse con mayor frecuencia. Su tiempo normal de caída
ocurre durante las primeras dos semanas, con un sangrado mínimo.
El corte de uñas debe
realizarse con tijeras o cortaúñas en forma recta sin formar ángulos en los
extremos, que al crecer puedan incrustarse sobre la piel causando molestia
intensa. Si se liman, se recomienda el movimiento solo hacia abajo para evitar
desgarro de la uña.
Durante los
primeros días, el sueño es muy frecuente posterior a su alimentación con
presencia en ocasiones de movimientos esporádicos que no son repetitivos.
Ante dudas en
estas primeras dos semanas, se acudirá a evaluación anticipada. Su cita de
control habitual después del nacimiento deberá efectuarse al completar sus dos
semanas…
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