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Úlceras bucales


Es una enfermedad inflamatoria sobre la superficie mucosa de la boca, caracterizada por la presencia de excavaciones redondeadas que causan dolor de tipo ardoroso intenso, y puede repetir en una frecuencia variable. En los niños, limita la alimentación de forma más evidente, cuando su edad es menor.
Estas úlceras se diagnostican y tratan frecuentemente de forma incorrecta; o en otras ocasiones, simplemente se ignoran. Se confunden fácilmente con una enfermedad viral (herpes) y ante su gravedad, número y/o recurrencia. pueden condicionar incertidumbre hasta su identificación específica.
Como manifestación común, se caracterizan por aparición súbita con sensación importante de ardor o dolor en el sitio de su localización, que en forma secundaria limita la alimentación del niño; llegando incluso. al extremo de impedir la deglución de su propia saliva. A la revisión de la zona afectada, se notará una excavación redondeada que de acuerdo a su causa, podrá tener enrojecimiento periférico o coloración variada en su fondo, además de acompañarse de otros datos específicos que orientan a su causa.
Es natural que los padres se angustien ante el dolor y la ausencia de ingesta que manifiesta el niño, por lo que su asistencia a evaluación profesional, generalmente se hace prioritaria. Lamentablemente, por su duración natural el cuadro suele prolongarse más allá de las expectativas del familiar, que ante la falta de respuesta en corto tiempo termina por buscar nuevas alternativas de evaluación y tratamiento; coincidiendo su remisión espontánea, con la consideración particular del familiar que: el último médico fue el más eficiente de todos los consultados.
En la mayoría de las ocasiones este cuadro es considerado solo como secundario a una infección. Desafortunadamente, por la referencia de los valores de temperatura que se registran, justifican al médico de primer contacto el tratamiento con antibióticos (por creer que la fiebre elevada siempre está causada por bacterias); que en ocasiones, puede complicar el cuadro al modificar el equilibrio microbiano en el paciente. Otros, considerando que el cuadro es de tipo viral emplean medicamentos antivirales, que solo tienen eficiencia para limitar la extensión del cuadro, cuando la enfermedad corresponde a un tipo especial de virus; y en particular, en los primeros días de iniciado el cuadro.  
Las causas de estas alteraciones pueden ser variadas, por lo que requieren de una revisión completa en los datos de interrogatorio, exploración física y en ocasiones, de estudios especiales para su identificación específica. Pueden ser causadas por virus, enfermedades reumáticas, dérmicas, sanguíneas, digestivas, por medicamentos y por causas desconocidas.
Por virus, pueden ser producidas por el virus del herpes y de la inmunodeficiencia. Estas causas asocian en forma adicional grados variables de fiebre y mal estado general. En los primeros días de evolución, las lesiones de la boca tienen la forma pequeños globos con contenido líquido (vesículas) que en los siguientes días, se rompen para dejar un aspecto puntiforme sin enrojecimiento periférico, pero con reacción inflamatoria extensa de la mucosa afectada, con duración variada de una a tres semanas.
Las asociadas con otras enfermedades tendrán además de las úlceras en la boca, otras alteraciones especiales con los sistemas afectados a base de inflamación de sus componentes (ojos, rodillas, piel, diarrea, etc.). Cuando la enfermedad se relaciona con la sangre, hay alteración en la cantidad y características específicas de las células sanguíneas en sus estudios de laboratorio. Las que se relacionan con los medicamentos, tendrán reacción con ronchas que desaparecen al suspender el medicamento.
Las úlceras que no tienen una causa conocida constituyen un grupo especial, por su comportamiento y la duración variable además de las recurrencias frecuentes que llegan a tener. De este tipo de trastornos, son dos los principales que pueden causarlo. La primera corresponde a la estomatitis aftosa recurrente y la otra, se le llama síndrome FAFA porque asocia fiebre periódica, aftas, faringitis y crecimientos ganglionares.
En estas dos últimas alteraciones la causa específica no se identifica, pero sus mecanismos por los que se desarrollan, incluyen: factores asociados a la respuesta inflamatoria y al sistema inmunológico.
La estomatitis aftosa recurrente, tiene los antecedentes que un familiar la padece y además de que el niño pudo haber padecido una a dos semanas antes de una infección viral o bacteriana. Se describen como mecanismos predisponentes: lesiones previas (cepillado, curaciones, etc.) alteración emocional, desnutrición, deficiencia de vitamina B12 o zinc, mala absorción intestinal, menstruación, reacción alérgica y exposición a toxinas (nitratos del agua). Se considera su inicio desde la infancia, con ausencia de otras enfermedades asociadas. Las lesiones son superficiales, cubiertas con una membrana amarilla o blanquecina, rodeada de un halo enrojecido, dolorosas con sensación de quemadura o dolor, con tamaños que pueden ser de pocos mm a 1 cm. con duración promedio de dos semanas, y solo mayor a dos semanas, las que tienen un tamaño mayor de 10mm. Esta enfermedad no asocia fiebre, dolores musculares o articulares, tos, vómitos, náuseas, dolores de cabeza, diarrea, dolor abdominal o crecimiento ganglionar.   
El síndrome FAFA muy frecuentemente se confunde con la etiología viral, pero se diferencía por la fiebre periódica y el crecimiento de ganglios (nodulaciones bajo la piel) en tamaño notorio, sin una respuesta adecuada al tratamiento antiviral y con recurrencias periódicas.
Esta enfermedad, compromete el consumo de líquidos con deshidratación asociada y también limita la ingesta de nutrientes, por lo que es importante establecer en su manejo oportuno, medidas que mejoren la ingesta y en especial que modifiquen la sensación de ardor o dolor por las úlceras presentes. Como medida elemental, se sugiere ofrecer los alimentos en mayor contenido líquido, en fracciones pequeñas y espaciadas para permitir su tolerancia. Ya para mejorar la sensación de ardor o dolor, se recomienda ofrecer cada uno de esos líquidos o nutrientes, en temperatura fría para modificar o desaparecer la sensación ardorosa. En caso de no haber respuesta adecuada a estas sugerencias, conviene aplicar la terapéutica más conveniente que establezca el médico.
Esta enfermedad atendida en primera instancia por el pediatra, puede derivar su evaluación a otros especialistas si se considera relacionado a causas particulares. Puede recibir evaluación por: infectólogo, dermatólogo, gastroenterólogo, hematólogo y por anestesiólogo (pediatras) si el manejo del dolor lo justifica.
Si su niño de uno a tres años tiene fiebre, llanto intenso y salivación constante, la causa más frecuente es producida por el virus del herpes y podrá recibir manejo con antiviral específico, si se encuentra en los primeros días de evolución, con recomendaciones especiales para su alimentación. Menos frecuente la causa podrá ser diferente y requiere de una evaluación detallada para asociar a la causa específica. Ante la sospecha de alguna asociación en especial, es vital la atención sub especializada para el manejo más adecuado y temprano, a fin de evitar complicaciones en su evolución futura…