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Consecuencias de la obesidad

 

La obesidad se ha convertido en uno de los problemas nutricionales más importantes durante los últimos años y a medida que aumenta su prevalencia, también se incrementa sus consecuencias asociadas, por lo que es imperativo que se ofrezca una atención temprana y oportuna, desde su detección a nivel familiar y en la atención médica primaria, para anticiparse a las consecuencias a nivel de la salud física y mental, tanto a corto como a largo plazo.

Ante la diversidad de criterios, para definir al paciente obeso durante la etapa infantil y adolescente -por manifestar cambios particulares de su desarrollo-, es necesario establecer por una evaluación médica especializada, al índice de masa corporal mayor al valor estadístico del percentil 95, o peso para la altura mayor al 120% del ideal.

Organizando las consecuencias en relación con el tiempo, éstas pueden ser establecidas en tres diferentes momentos: inmediatas, intermedias y consecuencias a largo plazo.

Aunque para la mayoría de los niños, las complicaciones de la obesidad infantil no se hacen evidentes durante décadas, las consecuencias metabólicas de la obesidad ya pueden ser evidentes en los niños pequeños. Incluso un niño pequeño, si es severamente obeso, puede sufrir una morbilidad grave. Antes de la edad adulta, el niño obeso puede desarrollar cálculos biliares, hepatitis, apnea del sueño y aumento de la presión intracraneal. De hecho, hay pocos sistemas de órganos que la obesidad no afecta en la infancia. De igual preocupación son las burlas, la discriminación y la victimización de los hijos obesos.

Como alteraciones ortopédicas, la presencia de placas de crecimiento no fusionadas y los huesos cartilaginosos más suaves de los niños, puede establecer desplazamientos por el exceso de peso en los niños obesos. A nivel de la cadera pueden manifestar dolor en la región inguinal o parte media del muslo, seguido posteriormente de limitación de la marcha o afección bilateral. En la parte superior de la pierna, ese desplazamiento de partes óseas puede causar deformidad con aspecto incurvado, por debajo de la rodilla. Esas alteraciones cuando ya están avanzadas requieren de tratamiento quirúrgico.

A nivel neurológico, se postula que el aumento de presión intraabdominal -por la obesidad-, provoca una mayor presión toráxica y presión de llenado cardiaco que, a su vez, causa una mayor resistencia al retorno de la sangre venosa del cerebro al corazón, generando en consecuencia, aumento de la presión intracraneal (pseudotumor cerebri) que, generalmente se manifiesta con: dolores de cabeza, vómito, visión borroso o doble.

En sistema respiratorio, el aumento de reactividad bronquial además de una disminución de la tolerancia al ejercicio en niños obesos, son factores que influyen para una incidencia mayor de asma en ellos. Los trastornos del sueño representan otra condición pulmonar de la obesidad infantil, con falta de respiración regular (apnea del sueño). Por deficiencia en concentraciones de gases respiratorios, los pacientes obesos pueden desarrollar síndrome de Pickwick, que se caracteriza por periodos incontenibles de somnolencia extrema (pueden caer dormidos mientras están de pie) ya que la cantidad de grasa corporal condiciona respiraciones rápidas y poco profundas, para el intercambio de gases (oxígeno y bióxido de carbono) en forma adecuada.

A nivel digestivo, se incrementa el riesgo de desarrollar cálculos biliares al existir mayor eliminación de colesterol en las sales biliares, con probabilidad de asociar o no síntomas relacionados (dolor abdominal intenso localizado, vómito, etc.). La asociación con la resistencia a la insulina establece a nivel hepático, una mayor acumulación de grasas que afectan a su función, produciendo daños similares a los producidos por el consumo de alcohol, que en caso de no atenderse puede causar respuesta inflamatoria que, de acuerdo con el grado de evolución y duración del cuadro, puede evolucionar a tejido anormal fibroso (insuficiencia) o afección cancerosa.

En el sistema hormonal, la obesidad altera la sensibilidad de las células a la insulina, generando resistencia a su efecto, que en esta forma tiene dificultad para poder ingresar el azúcar (glucosa) a las células, favoreciendo al desarrollo de la diabetes mellitus por resistencia a la insulina, con manifestaciones clásicas en una minoría (20%) de los afectados. Otro efecto a nivel hormonal es el incremento de hormonas masculinas en las mujeres que afectan a su ciclo menstrual. La obesidad asocia la aparición del primer sangrado menstrual a una edad más temprana (antes de los diez años). En el síndrome de ovario poliquístico -que afecta al ciclo menstrual con ausencia o disminución de sangrado- además de la obesidad, se asocian otros datos como acné, proliferación vellosa (incluye desarrollo de bigote), manchas en pliegues y resistencia a la insulina.

A nivel social la infancia media es un período crítico para el desarrollo de la imagen corporal y la autoestima. Su relación con familiares y amigos en condición de obesidad les afecta para su estado emocional futuro. Existen estudios de niños que, a la edad de seis años, consideran a los obesos como flojos, mentirosos, tramposos, tontos, descuidados, sucios, feos y además los niños obesos son clasificados por otros niños, como los amigos menos deseados. Se considera que la autoestima baja en la proporción que incrementa la grasa corporal. El miedo a la gordura afecta el estado emocional en especial durante la adolescencia, que puede ser factor para los trastornos alimentarios y también afectar su rendimiento académico.

Las consecuencias a mediano plazo involucran su asociación con las enfermedades cardiovasculares, ante una mayor probabilidad de desarrollarlas y, por otra parte, también establece la condición de continuar la obesidad en la etapa adulta. Los niños obesos tienen una posibilidad 9 a 10 veces mayor de desarrollar hipertensión que los niños no obesos. La hipertensión se genera a partir de estimulación nerviosa que afecta la respuesta hormonal, que a nivel de los riñones evita la eliminación de sal (sodio) que, al retenerse, incrementa el volumen de sangre y con ello se eleva la presión arterial.

En los adolescentes varones, la obesidad se asocia con incremento nocivo del colesterol total, el colesterol LDL y HDL con incremento de valores al menos al doble anormal de la población sin obesidad. Ya por último la persistencia de la obesidad como efecto a mediano plazo, también establece la persistencia de riesgos en el transcurso de la obesidad a los mismos problemas de efecto inmediato, con riesgo de causar disfunción o síntomas específicos del ´órgano afectado en menor tiempo de evolución. La proporción varia del 25 al 50% de todos los obesos en etapa infantil para que persistan como obesos en su etapa adulta y 60-75% de los adolescentes obesos seguirán obesos de adultos.

Las consecuencias a largo plazo aun no están totalmente establecidas por estudios clínicos adecuados, aunque se establecen condiciones en estudio de asociación como son las alteraciones cardiovasculares, enfermedades renales, respuestas inflamatorias anormales, asociación especial con la evolución de algunos cánceres y alteraciones traumatológicas y ortopédicas, hipertensión gestacional e infertilidad. La evolución depende de la severidad de la obesidad y del tiempo de evolución, para establecer condiciones de gravedad que no solo aporten datos sobre la morbilidad, ya que en medida que influyan con el fallecimiento, también serán factores para influir en la mortalidad, pero se puede anticipar como causante de ella a los infartos (cardíacos y cerebrales), embolias, eventos hipertensivos agudos (hemorrágicos), afección terminal a nivel renal y/o hepático (cirrosis o cáncer).

La obesidad es una enfermedad que depende mucho de la educación nutricional a partir de la cantidad y calidad de los nutrientes, que debe ingerir un niño desde sus primeros años, con una normatividad apropiada, establecida por su médico… cuide su desarrollo.