La depresión es
un cambio de comportamiento, en donde el afectado se caracteriza por tener un
estado de ánimo disminuido, expresándolo en forma más frecuente con tendencia a
la tristeza, melancolía y el aislamiento. Constituye un verdadero problema de
salud mental, al ser de las primeras causas presentes en la población
adolescente y en menor frecuencia de la población infantil.
Por cuestiones
especiales en la vida de cualquier persona, es posible que haya sensación de
tristeza de vez en cuando. Pero cuando ese sentimiento no desaparece y se
acompaña de otras alteraciones que provocan: malestar o dificultad para poder
desarrollar su vida cotidiana, interfiere en su capacidad de pensamiento, de
aprendizaje o en el desempeño social, esas personas estarán sufriendo:
depresión.
De acuerdo a diferentes
grupos humanos, se llega a establecer que este padecimiento es relativamente
común entre la infancia y adolescencia, con reportes que establecen una
frecuencia que tiene variantes del 4 al 6% de la población total pediátrica.
El
desconocimiento de sus diferentes causas, manifestaciones y deficiencia en la
comunicación abierta sobre este tema entre los padres e hijos, condiciona que
los niños y adolescentes que necesitan de ayuda, no la confíen a sus
familiares; ante eso, se genera una deficiencia de ayuda adecuada para cada
caso en particular, que suele ser motivo de decisiones trágicas, que afectan a
la salud o la vida del afectado.
Es conveniente
que los padres y personal adicional de su medio, tengan información de esta
alteración, para que sepan en forma elemental, cómo poder ayudarlo al momento
de reconocer algunas actitudes de comportamiento que se asocian con la
depresión.
La depresión no es sólo estar de mal humor y
melancólico de vez en cuando. Tampoco es sentirse desanimado o triste. Estos
sentimientos son normales en los niños, sobre todo durante la adolescencia. La
depresión se presenta cuando la persona afectada pierde la capacidad de
funcionar de manera habitual, por un tiempo prolongado que puede ser
establecido en semanas, meses o incluso en años.
Las causas de la depresión pueden ser circunstanciales
y variables, pudiendo incluir: problemas escolares, problemas emocionales con
los padres o entre ellos, pérdida de algún familiar en especial, cambios en
estilo de vida (ej.: cambios de ciudad) o de personas, situaciones conflictivas
con amigos, novios o pretendientes, existencia de algún trauma psicológico
previo (maltrato, abuso, acoso, negligencia), consumo de algunos medicamentos o
dependencia hacia ellos por tratamientos prolongados o de por vida y
enfermedades limitantes, crónicas o graves.
Las manifestaciones de la depresión pueden variar de
un niño a otro y también entre los adolescentes. Los síntomas fundamentales
incluyen: tristeza, desesperación, pérdida de interés a actividades previas,
aislamiento (soledad), irritabilidad, ganas de llorar sin motivo aparente,
cansancio o energía habitual disminuida, problemas de sueño (no poder dormir en
las noches o no quererse levantar por las mañanas), cambios de apetito con
mayor tendencia a la disminución, disminución del rendimiento escolar,
sentimientos frecuentes de culpa, autocrítica negativa, ideas suicidas,
sensación de enfermedades variadas, preocupaciones constantes, ansiedad y
miedos.
Ya los tipos de depresión en forma agrupada, incluyen:
depresión mayor, distimia, trastorno de la adaptación con estado de ánimo
deprimido y trastorno bipolar. Cada una de ellas requiere ser identificada por
sus características definidas a cada alteración, por el especialista
consultado.
La depresión
mayor es un problema serio caracterizado por un estado de ánimo triste,
sentimientos de infravaloración o culpa, y la incapacidad de sentir placer y
felicidad de una manera constante. La depresión mayor suele interferir en las
actividades cotidianas como comer y dormir. En los niños, la depresión puede
presentarse como "mal humor" o irritabilidad que persiste durante
largo tiempo.
La distimia
puede diagnosticarse cuando la tristeza o la irritabilidad no son intensas pero
hace que los niños se sienten "desanimados". Pueden tener la
autoestima baja, sentir desesperación e incluso tener problemas para dormir o
relacionados con la comida. A diferencia de la depresión mayor, la distimia no
interfiere seriamente con las actividades cotidianas, pero el "estado de
ánimo bajo" es una característica constante en el mundo del niño.
El trastorno
bipolar, se caracteriza por episodios de depresión con baja energía
(tristeza y desesperanza) alternando con otros de conducta exagerada y de elevada
energía (irritabilidad y temperamento explosivo). Puede afectar a entre un 1% y
un 2% de los niños. Algunos adultos tienen trastorno bipolar, que a menudo se
desarrolla en los últimos años de la adolescencia y en los primeros de la edad
adulta.
Existen diferencias particulares del
comportamiento de la depresión entre los adultos y el niño. Ante lo cual, no es
adecuado suponer que uno de ellos no cursa con problemas de depresión, por no
comportarse en forma similar al adulto. Los datos que puedan orientar incluyen:
cambios de carácter y de conductas recientes, mayor rebeldía, desobediencia,
inicio en el consumo de tóxicos como cigarros, alcohol o drogas y en especial
ideas o conductas de auto agresión corporal incluyendo el suicidio.
Desafortunadamente, los niños y adolescentes
deprimidos tienen mayor probabilidad de consumir drogas y alcohol, ya que en el
consumo de estas sustancias encuentran que pueden olvidar de forma transitoria
la depresión, pero entre sus consecuencias a nivel mental, los condicionan a
que en forma posterior se sientan aún peor.
Cuando los niños se encuentran deprimidos, es
muy posible que consideren la realidad como algo muy negativo, y pueden actuar
como si no desearan la ayuda, o como si no supieran lo que están experimentando
en forma real.
Por largo tiempo, se ha creído que no es posible
que los niños o adolescentes se depriman ya que puede ser común que solo
lleguen a tener “épocas críticas de confusión y angustia” pero que suelen
resolverse de forma espontánea y que no lo afectarán. Si usted como padre,
familiar o amigo del afectado, consideran que manifiesta datos de depresión, es
importante que establezca una comunicación apropiada con él, para brindarle en
primer lugar confianza, y posteriormente ayuda a resolver sus conflictos. En caso
que no lo logre, se recomienda que busque una orientación especializada con su
médico habitual, pediatra, psicólogos, o especialistas en conducta infantil
para permitir la orientación profesional adecuada y evitar consecuencias
desagradables.
A estos muchachos, es necesario recordarles de
forma insistente que ustedes los padres o familiares cercanos, siempre los
tendrán cerca para poder apoyarlos, insistiendo siempre en este comentario, ya
que ellos ante su depresión, requieren de escucharlo en varias ocasiones, porque
en su condición mental afectada, se sienten que no merecen alguna manifestación
de amor y atención.
La ventaja que se puede señalar en esta
alteración, es que cuenta con un porcentaje elevado de tratamiento exitoso,
cuando se establece el interés en su atención desde etapas tempranas, con el
inconveniente en el extremo opuesto: que puede condicionar la muerte o lesiones
corporales irreversibles ante alguna conducta extrema suicida.
Hay alternativas variables de tratamiento que
pueden incluir orientación y modificación de conductas, terapias de apoyo y en
forma especial empleo de algunos medicamentos muy selectivos de acuerdo a su
evolución y hallazgos, pero de forma invariable todos los que siguen el
tratamiento y lo concluyen finalmente cambian su estado emocional.
La oportunidad de actuar en forma temprana,
puede fomentar el acercamiento a su hijo y evitar daños. La depresión no
tratada es factor de riesgo para drogas y suicidio…