De
forma ideal, se establece que la variedad de nutrientes para poder proporcionar
una dieta adecuada y equilibrada, requiere de combinar diferentes tipos de
alimentos en proporciones específicas. La realidad en cada familia, es que la
comida se prepara con hábitos familiares particulares, asociados a la economía
y nutrientes disponibles en el entorno cercano.
El
consumo de hongos, se establece de manera más frecuente en las comunidades
donde se encuentran disponibles, pero ante la ignorancia para poder identificar
por medio de sus características físicas, aquellos que puedan liberar toxinas,
es posible encontrar niños con alteraciones secundarias. Otra condición entre
los grupos familiares que consume estos productos, es que los adultos que
participan al igual que sus hijos en la ingesta de hongos, pueden no mostrar alteraciones notorias, pero esta
particularidad se debe a que la proporción de toxina del hongo en su estructura
corporal, no es capaz de generar daño; en cambio, el niño de menor proporción de
volumen tendrá efectos de mayor toxicidad. Otro aspecto fundamental para la
manifestación de las alteraciones, se relaciona con el tipo de toxina y su
cantidad mínima necesaria para poder producir datos de intoxicación. Las más
letales, solo requieren el consumo de la mitad física del hongo para poder
causar la muerte en un adulto.
En
la naturaleza existe una variedad abundante de hongos. Quienes se dedican a su
recolección, pueden identificar posiblemente los que tienen efectos letales
para no incluirlos, pero los hongos restantes y las personas sin experiencia en
su identificación, pueden confundir con los habituales comestibles y bajo esta
circunstancia podemos tener niños con manifestaciones especiales a su consumo.
Por
el tipo de toxina particular que puede existir en diferentes hongos, podemos
señalar que ocasionaran diferentes trastornos. Los más peligrosos liberan una
toxina que impide a las células del hígado producir proteínas, con daño
hepático fulminante secundario que irremediablemente produce la muerte a quien
lo consume. Otros liberan toxinas con efectos secundarios a nivel cerebral con
desarrollo de distorsión visual, vértigo, alucinaciones, contracciones
musculares y modificaciones sensoriales.
Otra toxina posible, es capaz de generar alteraciones digestivas y
secretorias con dolor abdominal, diarrea importante, vómitos, salivación
excesiva, secreciones respiratorias aumentadas, sudoración, visión nublada,
problemas visuales, presión arterial y frecuencia cardiaca baja. Otra, en
combinación con sustancias que contengan alcohol (ej. Gelatinas, jarabes de
vitaminas o tos) pueden establecer cambios de coloración corporal, sabor
metálico en la boca, dolor en cuello y
pecho, hinchazón de manos, fuerza muscular disminuida y falla respiratoria secundaria.
Por
el tiempo que tardan en desarrollar las alteraciones, posteriores a la ingesta
de los hongos, podemos considerar a las intoxicaciones como inmediatas y
tardías, considerando como tiempo límite el de seis horas menor o mayor
respectivamente. Esta forma de relacionar el cuadro por parte de los
familiares, permite al médico establecer una mejor relación con la toxina
presente para definir un pronóstico y tratamiento más apropiado. Así podemos
describir a continuación, algunos cuadros que se pueden presentar en tiempo
posterior a la ingesta de los hongos, a fin que los familiares puedan
proporcionar mejor los datos al médico para considerar su tratamiento. En
primer lugar describimos las que tienen un periodo de incubación corto (menor
de seis horas):
Alteraciones
digestivas. Es el tipo de intoxicación más frecuente que encontramos con
desarrollo de sensación de nauseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal, mareos,
dolores musculares y cansancio, que suele resolverse en tiempo de uno a dos
días con medidas generales, de preferencia en ambiente hospitalario, ya que un
cuadro de intoxicación grave cursa con estas mismas alteraciones en forma
inicial, pero a partir de ocho a doce horas de evolución, suele agravarse con
dolores abdominales intensos, diarrea y afección hepática progresiva. Con estas
manifestaciones digestivas también se deberán descartar los niños que tengan
intolerancia, que es un concepto diferente a intoxicación por no intervenir
alguna toxina como tal, ya que sus alteraciones digestivas pueden ser
secundarias a una cantidad excesiva de hongos, cocción inadecuada, parásitos
asociados o compuestos en estado de putrefacción.
Borrachera
por hongos. Causa en forma notoria alteraciones en el comportamiento, con
estado de delirio, euforia, agresividad, agitación emocional y física,
alucinaciones visuales, marcha vacilante, espasmos musculares e incluso
convulsiones.
Cuadro
de alucinaciones. Con apariencia de perder la cordura el paciente, refiere
trastornos visuales con colores llamativos, se desubica en el tiempo y persona,
sensación de bienestar, incoordinación de movimientos, marcha vacilante,
confusión y dificultad en su lenguaje.
Secreciones
aumentadas. Con producción mayor de saliva que se puede manifestar desde el
momento que se encuentra comiendo, asocia sudoración intensa, lagrimeo y
defectos de visión.
Asociado
con alcohol. Si hay antecedente con ingesta de alcohol, tres a cuatro horas
antes del consumo de hongos o una a dos horas posteriores mediante gelatinas de
rompope o vinos medicinales, se podrá notar náuseas y vómitos frecuentes,
asociados con cambio de coloración corporal en la mitad superior, sensación de
calor en forma de oleadas, palpitaciones, presión arterial baja y en ocasiones
desmayo secundario.
Destrucción
celular. Algunas sustancias de los hongos se fijan a los glóbulos rojos de la
sangre, que son reconocidas ahora como extrañas por el sistema inmune que se
encarga ahora de destruirlos, provocando la aparición de color amarillo en la
piel (ictericia), fiebre y color oscuro de la orina. En formas graves puede
causar insuficiencia renal secundaria.
Las
formas de incubación prolongada (mayor de seis horas) suelen ser más graves ya
que las toxinas posteriores a su absorción, tienen capacidad de producir daño
directo a órganos específicos. Entre ellas tenemos:
Falla
hepática. Tiene manifestaciones digestivas iniciales, pero asocia compromiso
del hígado a partir del segundo día del cuadro con ictericia, dolor hepático,
alteraciones de laboratorio. Además de la falla hepática, causa falla renal y
alteraciones sanguíneas que llevan irremediablemente a la muerte del paciente.
Falla
digestiva y hematológica. Después de doce horas a la ingesta aparece dolor
abdominal con dolor de cabeza y sensación de mareo, que se continúa con
alteraciones de destrucción de células sanguíneas.
Falla
renal. Genera sensación de sed intensa, acompañado de orina frecuente y
abundante, con daño renal si no se da el tratamiento de forma inmediata.
Por
su curso clínico que puede tener evolución mortal, se recomienda a todos los
familiares acudir a servicio de urgencias, si un niño tiene alguna de estas
manifestaciones posterior a la ingesta de hongos, para vigilar y atender el
cuadro de forma adecuada, que en ocasiones puede salvar la vida con tratamiento
específico.
Ante la condición de
desarrollar algún tipo de intoxicación por ignorancia en la identificación de
los hongos o deficiencia en su preparación, se recomienda en forma más práctica,
que los niños no se incluyan en su consumo, por los riesgos que representa
desde una simple reacción de intolerancia, hasta una intoxicación severa con
daño orgánico irreversible o la muerte. El retraso en la atención, el empleo de
medidas empíricas o tradicionales o no mencionar el antecedente de consumo de
hongos ante el médico, solo favorecen a una evolución desafortunada…