Son eventos en
los que una sustancia que se introduce al cuerpo, condiciona daño por sus
características físicas, químicas o biológicas, alterando el funcionamiento
orgánico en forma variable; y en la mayoría de las ocasiones, pueden
condicionar la pérdida de la vida o de alguna función corporal de forma
irreversible.
Estos
accidentes, se generan de forma espontánea cuando los bebés y niños pequeños,
en su natural deseo de investigar el ambiente que los rodea, tienen oportunidad
de tener contacto con una substancia dañina a su organismo, por diferentes
mecanismos como la deglución, inhalación o el contacto con su piel o las
mucosas expuestas.
El otro extremo
de los pacientes pediátricos, corresponde a los adolescentes y jóvenes, en
donde puede existir la voluntad de introducir estas sustancias al organismo con
la intención de experimentar sensaciones diferentes que lo ayuden a escapar de
una realidad difícil para sus ideales; o bien, con intenciones suicidas.
En cada una de
las circunstancias anteriores, tendremos diferente riesgos para daños mayores o
para perder la vida. Cuando se realiza por exploración y edad menor, es muy
posible que la ingesta o el contacto con la sustancia tóxica, se produzca en
forma mínima o por tiempo muy breve, y en estas circunstancias el daño o las
consecuencias serán menores. Cuando se trata de adolescentes o jóvenes que tienen intención de suicidio, las
consecuencias pueden ser dramáticas o espectaculares: por la muerte, la
extensión del daño o las secuelas neurológicas con que terminan.
Estos
accidentes, son importantes de poder prevenir por los padres de familia ya que
en su mayoría se realizan bajo el ambiente familiar, incluyendo los intentos de
suicidio que se originan a partir de los conflictos emocionales que se desarrollan
en la vida del niño.
La forma como se
desarrollan sus alteraciones, tienen como característica común de iniciar en su
mayoría de forma súbita; o también, progresiva pero en tiempo muy breve.
Algunas
manifestaciones, incluyen datos que se relacionan con alteraciones variadas: respiratorias,
neurológicas, cardiacas, digestivas, y cuando son tratadas como tal, no tienen
mejoría con el paso del tiempo; por el contrario, tienen complicaciones
adicionales en plazos cortos, que ya pueden permitir al médico sospechar de una
posible intoxicación.
El inconveniente
particular en los más pequeños de edad, es que carecen de forma apropiada para
poder comunicar sus molestias especiales, y la referencia importante de
advertir el consumo de la sustancia tóxica de manera previa. En forma similar,
existe también problemas de comunicación con los adolescentes y jóvenes para
advertir sobre las sustancias que consumen o los intentos suicidas que
proyectan.
Bajo las
circunstancias anteriores, se vuelve un reto el llegar a encontrar los
elementos necesarios, para poder sospechar o identificar el tipo de
intoxicación que llegan a tener estos pacientes.
Dentro del
hogar, existen diferentes elementos que pueden condicionar la presencia de una
intoxicación, que describiremos para sugerir también las medidas convenientes a fin de evitar la intoxicación de los niños o
adolescentes.
Productos para
la limpieza del hogar. En su mayoría están elaborados con sustancias que
disuelven a otras. Como norma internacional deben tener contenidos poco dañinos
y la ingesta de la mayoría de ellos solo puede causar cambios digestivos, como:
vómitos, diarrea, salivación excesiva. Aquellos que se encuentran con mayor
capacidad de disolución pueden generar problemas más serios como quemaduras en
la boca o el –esófago- conducto que comunica con el estómago causando la muerte
por la extensión del daño, dolores o ardores intensos en el pecho y/o en forma
secundaria, disminución del calibre con dificultad posterior para la
alimentación normal. Para evitar el riesgo de intoxicación, deberán ser
guardados en alacenas con llave o en lugares altos de difícil acceso y dentro
de recipientes obscuros, sin formas llamativas.
Medicamentos y
drogas. Un riesgo potencial lo constituye el olvido de los recipientes y cajas
con medicamentos, por parte de los adultos enfermos, que pueden motivar la
curiosidad de los niños, por confundirlos con dulces y establecer su consumo
con posible intoxicación secundaria. Por esta razón, se justifican los
recipientes de apertura especial contra niños y el sabor no tan agradable de
los medicamentos, para no incitar a su consumo excesivo. El consumo de drogas por
los adolescentes y jóvenes puede condicionar efectos de estimulación o de
depresión de acuerdo al tipo de sustancia incorporada. En algunos casos puede
haber crisis hipertensivas que puedan causar daños cerebrales con secuelas
prolongadas. En otras, puede haber infartos con muertes súbitas o por
depresiones respiratorias. El advertir a tiempo las manifestaciones puede
salvar sus vidas y recuperarlos a una vida diferente.
El alcohol
metílico, que se emplea en algunas casas como fuente de calor para quemar
madera, puede causar en el niño manifestaciones de confusión, dolor de cabeza,
vómitos, y daño al nervio óptico con riesgo de causar ceguera permanente.
Anticongelante
automotriz (etilenglicol), tiene efectos parecidos al anterior, solo que no
causa ceguera, pero puede condicionar alteraciones en corazón, pulmón y riñones
con riesgo de causar la muerte o dejar al paciente con insuficiencia renal. Por
su color fluorescente puede causar curiosidad en los niños pequeños y deberá de
ser almacenado en forma adecuado o eliminar el material sobrante de forma
segura.
Monóxido de
carbono. Se obtiene a partir de la combustión en braseros y estufas con la
quema de leña. Su empleo en época de frío con habitaciones cerradas, produce la
muerte de quienes se encuentran en el interior, al ser un gas que no tiene un
olor especial para poderse percibir. Causa sueño profundo y disminución en la
frecuencia respiratoria en forma progresiva, hasta la muerte. Para evitarla no
deberá realizarse en lugares cerrados.
Insecticidas y
raticidas. Sus efectos en los niños causan salivación abundante, ruidos
anormales respiratorios; además, de dificultad para respirar y posteriormente
debilidad y convulsiones. Hay posibilidad de desarrollar esas alteraciones con
la ingesta o el contacto en la piel. Estos productos también se deberán de
mantener bajo llave, y al realizar su aplicación, cuidar que sea en zonas donde
no haya contacto visual con los niños pequeños, o en lugares donde puedan tener
contacto corporal al jugar (ej. escondidas). Los venenos para ratas causan
hemorragias de diferentes lugares.
Plantas de
ornato. Algunas de ellas en contacto con la piel, pueden causar reacciones
inflamatorias locales con enrojecimiento. Otras en especial de hojas grandes,
cuando son mordidas por los niños, pueden causar alteraciones en su corazón con
sensación de sobresaltos (arritmias), otras pueden causar alteraciones neurológicas
con conducta irritable, en ocasiones con convulsiones, y otras con alteraciones
en hígado. De preferencia conviene que antes de adquirir la planta de ornato,
investigue si puede ser capaz de desencadenar intoxicaciones.
Colorantes
(anilinas) -como las habituales pinturas de tinta que se ocupan para el aseo
del calzado-, pueden causar -por absorción a través de la piel-, modificación
en el transporte de oxígeno en la sangre, por lo que el niño o joven,
manifestará coloración morada en diferentes partes corporales. Se sugiere
evitar que los niños más pequeños, hagan uso de estas sustancias por la
posibilidad de mancharse ante su falta de destreza.
Ante un niño que en su hogar
empieza a manifestar alteraciones poco habituales, por afectar a varias partes
corporales, o tiene un deterioro muy rápido, es necesario considerar una
intoxicación; ante lo cual, es recomendable de preferencia acudir a un servicio
de urgencias hospitalario, para recibir una atención integral ante el riesgo
potencial de quedar con secuelas o de llegar a perder la vida…